En cielo encapotado vuelan altísimos los vencejos. El suyo es un vuelo asombroso. Lo hacen en grupos abiertos, en círculo, buscando las corrientes de aire, a velocidades enormes, que por su pequeñez lo parecen más. Eduardo S, vecino biólogo, le explicó un día al Hombre del Prado que los vencejos solo tocan tierra cuando anidan para dar de comer a sus polluelos, y que duermen en el aire creando una columna, a modo de tornado, que girando vertiginosamente producen una corriente de aire que les sustenta. También le explicó que las crías pueden aguantar hasta una semana sin probar bocado. Ahora, cuando se les mira desde la ventana de la biblioteca, habitando el espacio abierto por el que se mueven, le dotan de vida, movimiento que lleva a pensar que todo discurre y que la soledad es un estado del alma que se disipa cuando se abren los ojos para contemplar este lugar de la Naturaleza.
Sigue amenazando lluvia, la misma que ha venido cayendo sin parar y que con las temperaturas bajas detiene a la primavera en su proceso de germinación y floración. Todo está detenido a la espera de que pasen las lluvias. Centaúreas y Gallardas han asomado sus tallos valerosos y abierto hace días cuatro o seis hojas verdes, de una húmeda brillantez; ahí están en su quietud vital esperando que el sol, el calor vivificante y la humedad de la tierra les permitan seguir en su ciclo vital. Darán en los bordes del muro de piedra unas flores hermosas, apretadas, de colores variados; cuando ello suceda se podrá decir que ha llegado la primavera. Por lo mismo el huerto aparece detenido menos acelgas y lechugas, que se empeñan en hacer caso omiso, y tozudas crecen, más lentas las segundas, decididas las primeras. En el jardín, el zumaque, que se trasplantó en noviembre desde el jardín de Samuel N, ha abierto sus brotes y aparecen sus hojas apretadas, de color marrón, que acabarán cubriendo el leño y se llenarán de unos frutos rojos y espectaculares. Las ramas del zumaque, cuando llega el invierno, se cubren de un vello aterciopelado que asemeja el de la cornamenta de los ciervos; incluso por la forma, el zumaque las recuerda.
Los charcos de agua en la grava reflejan el cielo y sus nubes. No se les puede contemplar sin asomarse, desde su profundidad espejada al enorme cielo que allá arriba está, y que sin embargo parece que se abre en un pozo de enormes vacíos. En uno de sus hermosos fragmentos de La Naturaleza, Lucrecio escribe algo tan bello como:
Ahora bien, un charco de agua que, con un dedo de hondo apenas, se estanca entre losas por los empedrados de la calle, ofrece una visión bajo tierra que abarca tanto cuando desde tierra se abre la honda grieta del cielo, de manera que te parece contemplar allá abajo nubes y ver cuerpos de aves que, cosa extraña, bajo tierra se van perdiendo en su cielo.
El Abate Marchena, en su asombroso trabajo de traducir versificado el poema del autor romano, da esta versión del fragmento:
Más que una pulgada de profundo,
Estancada en las piedras de la calle
Debajo de los pies, hace veamos
El espacio tan vasto, que separa
El cielo de la tierra por encima
De nosotros: creyéramos que el globo,
De parte a parte atravesado, ofrece
Otros nuevos nublados a la vista,
Y a los ojos presenta un nuevo cielo,
Y otros cuerpos hundidos en las tierras
Vemos en este espacio prodigioso.
¿Cómo no volver con esta observación a través de la ventana, se pregunta el Hombre del Prado, a Lucrecio? Últimamente le sucede que se encuentra con el poeta a cada paso que da, no en él sino en aquello que va leyendo. Roda el mon i torna al born, se dice en catalán, que es decir que después de la vuelta al mundo se vuelve al hogar, al inicio del camino. Itaca está donde siempre estuvo, y los autores que escribieron mantienen en sus palabras el valor primigenio de las observaciones limpias, de las dudas más puras. Jesús Diez, amigo entrañable, contesta contestó con un texto al post Ocurrencias, del que el Hombre del Prado entresaca un fragmento que le parece atinado y hermoso, muy atinado y muy hermoso. ¿No hay en él mucho Lucrecio? ¿No será que Lucrecio somos todos? ¿O podríamos serlo? El texto dice así:
“Sentados frente al Universo, podemos estar seguros de que lo que vemos es; tan seguros como de que no es lo que vemos. Dices que dice Ortega que “el pensamiento humano no descubre el universo, sino que lo construye.” Entendamos por universo todos los universos posibles.Viene a cuento, es decir que llega al pensamiento del Hombre del Prado, la lectura de un libro de Comte-Sponville, filósofo por el que siente predilección. Sucede que a menudo se lee para aprender, pero también en un proceso de deslizamiento uno acaba leyendo para aprender que aquello que él andaba pensando lo piensan otros, y lo escriben mejor, con más claridad. Eso es lo que le pasa con el filósofo que se ha citado. Parece un amigo que camina al lado, lo mismo que le sucede conPascal, Spinoza, Camus, Cioran, incluso Levinas y en una incierta medida Strauss, por poner ejemplos diversos. En todos ellos la duda confiera dignidad.
Quizás alguna sabiduría haya en coger, desde la insignificancia, una porción de átomos y volcar en ellos la atención; no con la presunción de que tal como puedes aprehenderlos puedes comprenderlos. A partir de ahí, la única seguridad es la duda; sin duda no hay dignidad."
El libro al que se refiere es El Alma del Ateismo, publicado por Paidos-Contexto. Este libro, corto y sencillo de lectura, muy personal, escrito desde el sentimiento y la razón de quien lo escribe, viene a engrosar un pensamiento que se va abriendo paso y que no es sino admitir sin reservas que desde el ateísmo se puede afirmar el cristianismo de uno, de la sociedad que nos alberga, de los valores que nos han formado. Convendrá hacerlo, de una vez por todas sin tapujos, disimulos ni verguenzas. El Hombre del Prado, que desde el izquierdismo juvenil, ha tratado de llegar a algún lugar cierto, lo ha hecho a su cristianimso megado tantas veces, dudado tantas otras. A la manera del humor judío, tan penetrante y sabio, se puede afirmar que Dios nada tiene que ver con ello, con la naturalidad de afirmarse cristiano en un mundo que, precisamente, disuelve sus valores cristianos en un relativismo informe. ¿Qué diferencia hay entre decir que alguien es un judio ateo o un cristiano ateo?, se pregunta.
Comte Sponville inicia su primer capítulo con una afirmación rotunda:
Comencemos por lo más fácil, escribe. Por definición Dios nos supera. Las religiones no. Estas son humanas, -demasiado humanas dirían algunos- y en cuanto tales accesibles al conocimiento y a la crítica.Lucrecio, en su Libro I, 62-65, escribe:
Si Dios existe es trascendente. Las religiones forman parte de la historia de la sociedad y el mundo (son inmanentes)
A Dios se le considera perfecto. En cambio ninguna religión podría serlo.
Cuando en todo el mundo la vida humana permanecía ante nuestros ojos deshonrosamente postrada y aplastada bajo el peso de la religión, que desde las regiones del cielo mostraba su cabeza amenazando desde lo alto a los mortales con su visión espantosa...Comte Sponville busca el alma cristiana que el hombre moderno ha olvidado o sustituido, hijo del cristianismo y de sus valores, partiendo desde la dignidad del conocimiento y de su propia afirmación de sí mismo. Lucrecio busca la libertad a través del conocimiento que facilita la observación de la Naturaleza.
Mirando al cielo encapotado y al vuelo de los vencejos, el Hombre del Prado sonríe por dentro. Bienvenido a Itaca se dice a sí mismo, a esta mi Itaca, nuestra Itaca perdida en el tiempo y rencontrada.
Magnífico texto.
ResponderEliminarYo estoy leyendo "La gran transformación" de Karen Armstrong, es la búsqueda del sentido en la humanidad a través de los profetas, filósofos y monjes que vivieron entre el siglo IX y II. Trata de explicar si es posible la convivencia del mundo de la razón con el de la fe.
Yo me siento más inclinado a mirar hacia oriente.
Saludos cordiales.
Petrusdom: Comte-Sponville diferencia entre fe y fidelidad, yo le sigo en ello. Ambas palabras son derivadas etimológicas de "fides". Se trata de ser fiel a los principios y valores, sin tener en cuenta a la fe o creencia en la existencia de un Dios Creador. Ateismo Cristiano.
ResponderEliminarPor otra parte, tengo también una tendencia hacia el orientalismo: lo zen, aunque reconozco que Suzuki se me ha atragantado. Pero lo comprendo.
Ya que haces referencias cristianas, a mi hay una que me encanta particularmente, Lucas 17, 23 ¿o era 22? no me acuerdo:
ResponderEliminarEs algo así: "Antes bien considerad que el reino de Dios está dentro de vosotros"
La segunda, que me fascina por su exactitud a rajatabla y su poder practicón, es: "No juzgues y no serás juzgado"
Y la tercera, que me fascina, es el cuentecillo de la pérdida de la percepción del Paraiso Terrenal por hartarse del indigesto fruto del "árbol de la ciencia del bien y del mal"
Y ya que nombras la inamovilidad de Itaca ¿tu crees que tal Paraiso está donde siempre estuvo?
Regresar a Itaca lo uso en sentido de un cierto regreso a los orígenes, despojado de las ataduras y las supersticiones que la experiencia (el viaje) produce.
ResponderEliminarEn ese sentido, el contenido del Evangelio, puede ser tomado sin tener en cuenta como factor fundamental la presencia de un Dios Padre, de un Dios Creador, o de la religión como sectarismo.
Mi tesis en este post es sencilla: hemos dejado de aceptar que nuestra cultura es cristiana y helenista, en el primer caso por el peso excesivo de la presencia de Dios, que desdibuja todo el resto. Se puede ser cristiano y ateo, y pienso que aunque no se manifieta esa es una realidad de la cultura europea. Su gran realidad.
Y yo estoy de acuerdo contigo, se puede ser cristiano y ateo si se entiende por cristianismo el predominio de una cierta ética esencialmente estoica
ResponderEliminarDe todas maneras yo no entiendo mucho de eso. En cuanto a la palabra Dios me trae al pairo como tal vocablo, es como la palabra amor, tan polisémicas ya que han perdido cualquier utilidad en la comunicación hablada
Celebrador: entre palabras, Dios me conduce siempre a territorios desconocidos y umanamente sospecosos; amor, por el contrario a emociones humanas y principios morales que me son necesarios.
ResponderEliminar¿Y quien te ha dicho que para llegar a donde quieres ir vitalmente necesites de ninguna palabra en absoluto, ya empiece por la "D", o por la "a" o por la que sea?
ResponderEliminarAh, sí, claro te lo habrán dicho y heco estudiar los que tienen puesto su prestigio y/o su economía en elucubrar con las palabras, y/o en venderlas
Ya te aviso que mienten, por cierto usando palabras. Las palabras son impresionantemente útiles pero para "otras" funciones