martes, junio 30, 2015

SUS ÁRBOLES, SUS CASAS...


A quien esto escribe, hace solamente unos días le dijo una conocida, sabedora de que iba aquel a dirigirse al  Bosque de San Rafael a pasar el verano, "así que te vas con tus árboles". Le dio que pensar, aún sabiendo que el comentario era ligero, baladí y probablemente tomado de la oportunidad sin nada más. Sonrió y afirmó con la cabeza. Semanas antes, al ver esta fotografía que encabeza lo que escribe, le dijo otra persona sonriendo, "vaya, estás con tus casas".
Cierto es que le gusta fotografiar en el bosque, en esto es cuidadoso y no dice "fotografiar el bosque". Esto último es demasiado basto, amplio y comprometido. Lo es aún no pareciéndolo. ¿Quién puede asumir ese capricho de fotografiar eso, "el bosque", o la totalidad de lo que es. Bastante es que el robledal o el pinar le acojan y le dejen tranquilo mientras deambula por sus pasillos, salas, camaras y terrazas. No tiene la osadía de sentirse el señor del lugar, sino un invitado a trasmano del tiempo, un ser ajeno que desea no serlo, una vocación de fundirse en el lugar y pasar desapercibido.
Lo mismo en una de estas casas abandonadas que encuentra caminando por ahí y que ofrecen más ternura cuando más muestran los despojos, no la ruina de puertas y paredes o techos caídos, derrumbados, sino los despojos de los que allí estuvieron, las cosas que fueron de ellos, o más que de ellos, que fueron ellos mismos. Un cinturón, un vestido polvoriento, unos zapatos o un sillón no son en si mismos cosas independientes, sino que unidos al espacio abandonado son el testimonio real de sus habitantes, contienen su aire, tal vez sus sonidos, probablemente la melodía de sus vidas. También en la casa siente un silencioso, nada expresivo agradecimiento al vasto espacio de aire y luz que le envuelve y le deja estar y entre las cosas que son las sombras de los habitantes, pasea como entre los árboles del bosque, desapercibiéndose.
Una frase de Comte -Sponville viene pidiendo paso desde hace días en su mente. No sabe bien a santo de que ahora se cuela en este párrafo, pero tiene, ha de tener sentido, pues todo va hilado, entrelazado. "¿Cómo podría el esteticismo conducir al absoluto". Tal vez, piensa, porque en el bosque o en la casa abandonada, sus fotografías son menos bellas de lo que fue el momento de hacerlas.
Pensará en ello.

viernes, junio 26, 2015

¿POR QUÉ HAY ALGO Y NO MÁS BIEN NADA?


Esta es la pregunta base, la primera con la que Heidegger unió su pensamiento con los griegos antiguos, el punto inicial del repensar la metafísica que lleva a aquello de que "la pregunta sobre el ser es la única pregunta no respondida". Quisiera haber comprendido al filósofo alemán y desgraciadamente en lo que quisiera hacerlo no puedo llegar, y en lo que no quisiera, su afiliación al nacional socialismo, su trato con sus compañeros judíos de cátedra y su relación con Hanna Arendt, si puedo. En eso si.
La pregunta está destinada a abarcar todo aunque no sabemos donde, puesto que la nada es impensable. Creo que Heráclito afirmaba que bastaba pensar una cosa para que existiera, por eso existe el unicornio y vuelan los dragones. Pero la nada no, pienso el unicornio y los describo, le pongo un cuerno en la frente a un equino y los sitúo en valles placenteros  cercanos a Camelot o por ahí. Pero si pienso la nada no hay nada en que pensar salvo una palabra que es la negación de algo, sin entrar a valorar la composición o la cantidad de ese algo.
Así que se podría decir que la nada no es sino la ausencia de algo cualquiera que sea su naturaleza. Para el filósofo alemán  la vaguedad de "algo" abarca muy posiblemente la totalidad de lo que es. Ese algo es todo lo que existe, pero como quiero reducir el territorio para llegar a la fotografía que encabeza este post, me voy al RAE  y aunque en su propia definición etimológica , del latín aliquod parece ser parte,  en el diccionarioviene  y en primera acepción "lo que no se quiere o no se puede nombrar".
Pero la pregunta está bien hecha y es útil y muy funcional, y que me perdone Heidegger el atrevimiento y podría atreverme, de hecho lo hago, a reducirla a una pregunta menor, no la mayor de todo lo que es pensamiento, sino menor y muy de estar por casa e incluso aplicarla a esta fotografía que encabeza el post.
.¿Porqué hay algo y no más bien nada? en esta fotografía. ¿Y para quien sucede una de estas dos posibilidades: la primera, que haya algo o su alternativa, que haya nada, que contenga nada? Puedo aclarar desde ya que esta fotografía es el primer verso de un poema, la primera nota de una canción, pero no por ser la primera en hacerse, sino porque al descargar lo fotografiado la primera mañana de mi visita a la casa deshabitada, esta fotografía tomada a media sesión, vista en la mitad del carrusel del visionado, pareció dirigirse a mi, hacer un gesto, guiñar una luz o una sombra, llamar mi atención, lo que en resumidas cuentas hace una obra cuando al ofrecerse al espectador este la recibe porque la reconoce como cosa suya: me apeló.
El autor no reconoció hasta después de hacerla, bastante después, tuvo que verla, o más, mirarla y comprender que la mirada iba y venía, era de ambos, que la fotografía le apelaba y él comprendía el gesto y se detenía en él. En esa mirada se concentró el contenido trágico del tema, no lo dramático, sino la tragedia, ya que la muerte aleteó en la pared lisa y el sillón de invalidó, desplegó sus alas y tomó presencia al tiempo que una narración parecía balbucear. De ahí esa comparación con el primer verso de un poema, que siempre surge de lo imprevisto, del interior que enhebra palabras en frases y las dirige hacia el territorio de lo que se siente y finalmente se levanta con la música a la seguirán todos los demás versos ya formando el poema. Ese primero, ese verso primero es el que contiene todo el sentimiento necesario, el contenido absoluto que señalará el camino de la composición. He ahí el papel de esta fotografía cuando apeló al autor y le dijo, "yo soy el contenido, yo soy la narración" Ahí, en esa apelación de la obra al autor, y en esos grito y gesto de afirmación, nació "Inventario de sombras". Con suerte terminará.

jueves, junio 25, 2015

INVENTARIO DE SOMBRAS


Suena la voz de Iva Zanichi en Spotify y es una sombra más. Todo lo que suena en ese soporte es una sombra porque sugiere que lo busco entre la calima que cubre lo que fue, allá por el horizonte. Sucede que acabo de terminar un trabajo al que llamo "Inventario de Sombras", así que estoy sensibilizado.
Cinco o seis sesiones en una casa abandonada por la presencia humana, habitada por un sin número de gatos de todos los tamaños y edades que corretean y me siguen esperando que les lleve pienso, lo que hago. Los gatos amigos son interesados y cariñosos, sus ojos son escáneres vivaces y expectantes, nadie sabe esperar como ellos. Mientras recorro el jardín me siguen a distancia y cuando vierto el pienso en unas bandejas de plástico que hay allí, esperan y esperan. Cuando entro en la casa se quedan fuera; dentro hay rastro de ellos, cadáveres momificados, un tierno rastro de agonía que me enternece y compunge.
Cinco o seis sesiones de mañana armado de trípode y cámara, mi blanco sombrero de fotógrafo inventado, una naranja, los ojos abiertos, una idea a la que le cuesta fijarse. Si no tienes un objetivo concreto, una narrativa fijada, una historia que contar, corres el riesgo de ir de un lado a otro y finalmente acumular tomas que poco aportan. Solamente cuando se ha fijado una realidad que no lo es, cuando emieza el trasiego de objetos, de tesoros hallados entre cadáveres de gatos y despojos de una humanidad huída hace años, tal vez una mañana como esta;  cuando eso sucede empiezas a escribir la historia que quieres contar y que aflora a una superficie insospechada. Ya estamos en ello. Ha nacido Inventario de Sombras...
La realidad no es sino una representación, mirarla es interpretar, fotografiarla es inventar.

sábado, junio 20, 2015

Devo tornare a casa mía...

Hay una canción antigua que cantaba Mina, "Devo tornare a casa mía". Hay quienes hacen de una musiquilla su bandera, yo lo hice de esta, no se porqué y no recuerdo desde cuando. Me pasaba con algunas otras cantadas,  también italianas, una era "Parole, parole, parole", sentía por ella una muy especial afecto, o afección. Pienso que igualmente que existe en catalán la expresión "lletraferits", que tanto me gusta, dedicada a los lectores devotos, casi enfermizos, estas canciones me hirieron y la cicatriz sigue sensible.
Hace algún tiempo que pienso que toda la vida no es sino un perpetuo alejarse de la casa de uno para ir volviendo a partir de un cierto momento, incierto momento del que seguramente apenas cabe memoria. ¿Cual es esa casa de uno de la que no parece quedar memoria pero si deseo, voluntad y vocación de retorno? Son seguramente los lugares de los espíritus, los que habitaron nuestras sombras, que son la memoria, trazada a pinceladas a partir de ese proceso selectivo de eliminar o dulcificar lo trágico y ensalzar, endulzar, los vagos momentos en los que la dicha parecía envolvernos.
Siempre, y cuando escribo siempre me refiero a una larga vida desde la juventud, me he sentido nostálgico. Antes envidiaba, ¿qué le vamos a hacer? Pero mucho antes, después de aquel tiempo de juventud y envidia del que me queda poca memoria y alguna vergüenza, me incliné por la nostalgia. Un joven nostálgico es, para muchos, una contrasentido. Tampoco sobre eso tengo una idea clara y menos una respuesta, y menos aún una pregunta.
Hace algún tiempo habité, metafóricamente este blog, "En El Bosque" y en él hice amigos. Fueron días aciagos, lastrados por la tristeza tal vez, que cancelé un día cambiando de lugar, no solamente en el blog, sino también en la realidad. Abandoné de manera permanente, no por cortas temporadas, el bosque real en que vivía y me acerqué al mar. Buscábamos el calor, el paisaje mediterráneo, el mío, si puede decirse que existe título de propiedad para un paisaje. Otro blog dejado de la mano, de la inspiración y resumiendo de la voluntad. Es esta palabra, la voluntad, una que voy usando cada vez más. Pues aquel blog no mantenía el pulso, no expresaba lo que yo ya no sentía necesario escribir. Nadie deja de pensar, pero si de expresarse. Se cae en el mutismo por muchas causas, una de ellas por ensimismamiento. Otra palabra esta que me gusta, que practico, que hago mía.
Así que desde este ensimismamiento, ahora que la casa del bosque está en venta y el otro blog se habilitará para la fotografía en breve, será cosa de la voluntad el hacerlo, vuelvo a mi casa, al viejo blog arrumbado que necesita una pequeña limpieza, adecentar las paredes, sacar las telarañas, abrir las ventanas y dejar que la luz lo invada todo.
Seguiré pues en el bosque de la metáfora, no en el real, ahora que voy allí a pasar el verano, el último si los compradores se deciden.