martes, abril 08, 2008

Conversaciones con Conrado (I)

Ejercer la cautela, como si al hablar en una cafetería a un grupo de amigos de toda confianza, pudieran alcanzar el valor de nuestras palabras, otros oídos en otras mesas. Ejercer la cautela y sin embargo, no importa: toda palabra es digna de ser oída. Una palabra es un sonido modulado lleno de significaciones, desde las de la incomprensión total que la convierte en aullido hasta aquella que trata de situarla en tiempo, lugar y circunstancias para dar con el exacto sentido. Así es que cabe abrir el espacio sonoro a quien oiga o escuche. ¿Que importa lo que entienden?

¿Es este un mundo hermoso? ¿Hermoso o bello? Debe de serlo, está bien claro, ya que estamos en él y somos su pupila. Hay que explicarlo varias veces para que quien te escucha desde el lecho consiga entenderlo. Nosotros damos significado a todo. Es esa una nueva dimensión, no por novedosa para los demás, sino para el Hombre del Bosque, y en ese sentido impone su uso. ¿Nosotros damos significado a todo? La belleza en sí es una medida que alcanzamos a comprender porque estamos inmersos en ella; solamente nosotros podemos percibirla. ¿Que haría Goyerri ante una pintura de Vermer? ¿Y tú? Solo un bruto puede destruir lo que es bello, o un no humano. Quien alcanza la inhumanidad es un traidor a si mismo, un desertor y su afán será destructor. Pensemos en Camboya y en polo Pot y sus cómplices. O en Pinochet. Está claro que este toca de cerca al hombre que está en el lecho. En la proximidad de cada ser humano hay un inhumano acechando; incluso está en uno mismo.

En lo alto del llano andino una herida en el brazo parecía incurable y curó. Ha pensando que tal vez, una magia exterior, una ciencia que se nos escapa. ¿Cómo no van a existir otras inteligencias? ¿Y si las inteligencias, amigo mío, fueran de otra manera? ¿Otra? Otra manera de ser inteligencia, que no se puede describir, que nunca podrá alcanzar una comunicación? La inteligencia de la piedra, de serlo, podría ser tan hermética para nosotros como la nuestra para ella y al fin solamente la caricia del reconocimiento, la búsqueda de la forma. ¿Que le importa la forma a la piedra?

Insiste: hubo un tiempo en que este brazo no podía pintar y los médicos dijeron que estaba perdido. Nada se hizo y curó. ¿porqué? La magia, esa no es ni siquiera respuesta, pero flota y cuando se emite lo es veladamente, está en cada uno. ¿Que hay detrás de una sonrisa que nos regala al pasar alguien? Conviene conocer el código para interpretar, el código de cada uno. Yo nunca he ido a un psicólogo, o a un psiquiatra. ¿Para qué? El nivel del azúcar es estable y la enfermera sonríe con encanto. La luz entra a raudales, la luz de una ciudad establecida en la meseta, páramo abierto que no puede sino educar a espíritus abiertos a todos los horizontes. Los países pequeños, entre cordilleras y sierras, tienen mucho interés en los límites y poca curiosidad por los más allá. ¿Más allá de donde? De la línea del horizonte, donde parece que nada existe sino es el cielo azul y las nubes que vienen. ¿De donde vienen? Está claro que en el altiplano andino se curó el brazo que quedó liberado para expresar la mirada del pintor, de una manera inexplicable. Los médicos me dijeron que no tenía sentido, que estaba perdido irremisiblemente. ¿Y que crees? Que fueron otros seres de otros lugares. La belleza estable, transeúnte, salvo el brazo para la mirada. Míralo así. ¿Y porque no de otra manera? ¿Y porque no?

¿Y quien habla de Dios? No el Hombre del Prado que está bien seguro de ser una parte de la Naturaleza, como lo es una mata de romero en la linde del bosque. También parte de la belleza que está y que pasa, porque pasa el caminante que entrelaza palabras con él. La inhumanidad nace de la ausencia de mirada a través de los ojos. Lo que se ve es lo que es y lo demás son suposiciones. Lo terrible del ser humano es su complejidad. También lo excepcional. Y la senda que asciende a lo sublime. Cuando el vacío se convierte en la única presencia, solamente queda el tiempo y su estancia en él puede resultar desoladora. ¿Quien podría soportarlo? Estamos acabados en nuestra experiencia existencial, sin objetivo. Los hijos, cuarentones, se alejan en el paisaje: pronto solo el cariño y el conocimiento de nombre y apellidos, y los recuerdos. ¿Y quien habla de Dios? LO niega desde el lecho, no cree en Dios, el dios de la mayúscula, pero entonces, ¿en qué? Creer es una trampa sin destino cuando uno se diluye en el tiempo corto de la muerte o el largo tiempo de la supervivencia.

Por eso vuelve a la experiencia andina y a su necesidad de otras inteligencias extrañas cargadas de compasión: seres piadosos de nosotros, humanos en la tierra. Somos energía, ¿verdad? Pero la energía no tiene inteligencia, conciencia, capacidad de discernir, conocimiento de sí misma, sentimiento o emoción. La energía nace de la ira o del amor, pero es ciega. ¿Que importa pues ser energía. Somos lo que somos. En el Talmud se lee que nadie puede escapar a lo que es. Pero ¿que es? ¿Cómo saberlo? Reduciendo la comprensión de la medida infinita. Quien trabaja la tierra encerrado en el huerto es lo que es sino cree ser nada más? Es una metáfora, naturalmente, pero hay que trasladarla a los límites, cuanto más pequeños más comprensibles. Uno está abocado a su existir: la ambición competitiva derrumba las cercas. Yo soy el rey sobre todos los reyes, se lee en el Prólogo del Código de Hammurabi. Nunca se ha escrito, nunca, una mayor suma de vanidades, veintidós párrafos distribuidos en cinco columnas, al cabo de la cuales establece una sentencia: "Por consiguiente he decretado". Es el inicio de la Ley que no viene de un dios sino del secuestro de su presencia. Quien quiera conocer la soberbia que se moleste en leerlo. En el Libro de los Muertos, cabe detenerse en las dos primeras sentencias de la Declaración de Inocencia ante el Gran Dios que hace el hombre, aspirante a entrar en la morada: 1 "No cometí iniquidad contra los hombres" 2 "No maltraté a las gentes". Quien quiera conocer la humildad de lo humano que lea esta declaración.

Al volver a casa, el jardín tratando de salir del invierno, recuerda al Hombre del Prado todo lo que queda por hacer para evitar el vacío.

11 comentarios:

  1. Me lo he pasado pipa otra vez

    Gracias chavalote

    De otras inteligencias yo tampoco se nada de nada, sí que aprecio la capacidad de extasiarse de mi perrita cuando se tumba en la hierba y... lo notas, tú quie la conoces bien lo notas perfectamente en ella

    Y las creencias ¡son tan accidentales!, otro continente, otro siglo, cualquier otra circunstancia aleatoria y cambian

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  2. Celebrador, me gusta que te lo pases pipa conmigo. Es un auténtico halago.

    Hace un minuto, subiendo la escalera, he encontrado a Goyerri tumbado en un escalón: me miraba. ¡Que enorme expresión desprovista de cualquier cosa que nos parezca a nosotros, cariño y ternura. O necesidad. Y debe ser así aunque ellos no sean capaces (afortunadamente) de razonarlo.

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  3. Goyerri y mi gata Puppi son dos seres que, en la medida de su especie, nos transmiten sensaciones que a veces acaban por ser lecciones que, estas sí, hemos desaprendido.

    Adivina, ¿quien tiene una gata y conoce a tu perro?.

    Un abrazo.

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  4. Anónimo: solamente se me ocurre una gente (encantadora) que vive en Collado Villalba. Si no es así tendré que pedirte perdón y rogarte que rompas el anonimato y te presentes con más datos.

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  5. Acertaste. A ver si un día de estos nos vemos y me enseñas esos libros que citas.

    El otro día leo una cita en microsiervos que me encantó y te regalo: "Dice un viejo dicho chino que, si no tienes nada inteligente que decir, menciones un viejo dicho chino". Lo que pasa es que esta es la excepción que confirma la probable regla, ya que si no, ¿cómo mencionar este viejo dicho chino sin parecer idiota?.

    Que enlaza con aquél famoso de "Hay dos clases de personas, los que creemos que hay dos clases de personas y los que no".

    Recursividad.

    Visita el enlace, me parece bastante interesante: www.microsiervos.com

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  6. Tienes razón Luís, el hombre es un animal que percibe, quizás porque nosotros somos la belleza de todas las cosas.

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  7. Frances: esa es una de mis certezas. No solo la percibimos, sino que somos su pupila, la única capaz de contemplarla y extasiarse con la razón. La Naturaleza se contempla a través de nosotros, únicos testigos. De no ser así sería eso que llamaba Sartre "la permnencia oscura"

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  8. La humildad de lo humano... a menudo tan olvidada.

    Buenos días Luis, yo también me lo he pasado 'pipa' com Celebrador.

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  9. Ochocientos años después de ese monumento a la vanidad, como tú dices, de Hammurabi en la era Axial comenzaría el progeso cuando el ser humano se piensa a si mismo y ve lo poca cosa que es y lo mucho que hay que hacer y así vamos.
    Un cordial saludo

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  10. Julia: que lo paseis "pipa" es el mayor halago.

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  11. Petrusdom: si es que más que mirar a la historia, convendría mirarnos al espejo del cuarto de baño, por la mañana al despertar.

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