Primavera que asoma no lo es todavía. El sol es balsámico después de días de lluvia. El suelo está empapado. Ha habido que volver a meter los geranios en el invernadero, porque las temperaturas, demasiado bajas todavía después de una falsa sensación de bonanza, amenazaban con mustiarlos.
Conviene, piensa, tomarse la vida con calma y aceptar que existe una inactividad natural que tiene que ver con eso que llama Lucrecio "las brisas de la vida". Mientras observa con atención que las semillas broten en las bandejas que están en el interior del invernadero, donde va cada mañana a verlas y escruta la superficie para ver con emoción como van apareciendo débiles y pálidos tallos retorcidos, doblados sobre si como si solamente pudieran abrir la tierra con la fuerza de su espalda, lleva en el bolsillo el libro de aforismos de Wittgenstein, que ha decidido ponerse a leer siguiendo la recomendación de Sádaba, el prologuista, que asegura que es mejor leerlo de corrido a andar saltando de un párrafo a otro.
"Serás rey si cumples la ley" canturreaban los niños romanos en las calles, durante la República, jugando a lo mismo que juegan los niños cuando tienen calles para jugar. Corren y señalan a uno que ha de pillar a los demás, sacándolos de sus escondites y haciéndolos prisioneros, a riesgo de que uno de ellos, escapándose, llegue a la cárcel y salve a los demás. "Serás rey si cumples la Ley" canturrean con una extraña sabiduría que pone en su boca Horacio mientras los niños de la infancia del Hombre del Prado jugaban a Indios y Vaqueros.
Ayer por la tarde, por el día en que esto se escribe, el Hombre del Prado cogió su coche y bajó a Madrid para asistir a una conferencia de Castellet sobre Pla. No pudieron llegar, que le acompañaba Ana. Imposible dejar el coche en los aparcamientos en cuyas entradas hacían paciente cola los coches que habían llegado primero; cada vez, en busca de un lugar de reposo, se encontraba más alejado del lugar de conferencia y debía buscar un atajo para volver. Parecía una metáfora de la vida, comentaba con Ana, cada vez más lejos del destino, cada vez más imposibilitado a volver. Madrid era un caos, que es lo que es la vida y reflejaba el segundo principio de la Termodinámica con absoluta precisión: la evolución en un sistema cerrado tiende a la entropía, es decir, al desorden. Recuerda como tuvo una pequeña compañía que quebró a la que llamó Paradigmas, y que tenía un eslogan: del caos a la eficacia. Siempre le preguntaban la razón de ese expresión, ¿porqué no al orden. Del caos al orden es lo antinatural, contestaba, es la asunción del principio jerárquico; el caos convertido en orden deja de ser vivificante. Lo que cabe encontrar en el caos es el principio de la eficacia que permite a cada cual sobrevivir.
Un aforismo de Wittgenstein le llama la atención, no ha hecho caso a Sádaba y ha leído al azar: una confesión debe ser parte de la nueva vida, (99). No se lee sino es más que para encontrarse, a sí, a uno mismo. Ninguna lectura es ajena, ¿quien podría? Todos los post que ha escrito en los últimos dos años no son sino una confesión pública hecha a si mismo: lo llamó deconstrucción por llamarlo de alguna manera, con falta de rigor seguramente, pero las palabras son abiertas, herramientas para múltiples usos. ¿No es el lenguaje la manera en que uno expresa su propia pintura de la realidad?
Durante diez días ha estado esperando que llegue la inspiración para escribir el post que ahora escribe. La inspiración es también hija de la fatiga, de tal manera que ya no se trata de escribir volcando todo cuanto brota, porque brota poco: es la sequía que parece que lo anega todo. En su vida queda poco que escribir, por el momento, piensa esperanzado. No sabe si desea que vuelva a brotar el manantial, o si por el contrario espera que todo quede así, con menos palabras cada día, enmudeciendo consciente de que tiene poco que decir, o que decirse -pues a si mismo a quien se dirige- y conviene dejar los folios en blanco. Uno no puede andar pensando que todo es autobiografía cuando se pone ante el teclado. Hace dos días alguien le preguntó, acerca de su blog, ¿porqué no escribes de la actualidad? ¿Porqué no de política? Porque no quiere, ha dejado ser un hombre político, en el sentido que da la modernidad a este adjetivo. Ahora, al cabo de los años, acepta sin vergüenza alguna que la política es cosa de otros. Ninguna de sus opiniones tendrá el menor valor del ejemplo, la fuerza de la convicción. Presume de estar al margen. ¿No es eso justamente El Bosque?
Cuando siente que obligación e inspiración unen sus destinos, se sienta ante el teclado pensando en escribir acerca del vacío. Un cierto orientalismo pesimista le ha inundado, de un tiempo acá. Desde que acabó el proceso de deconstrucción en que se metió de lleno y limpio el ánimo de cascotes, la vocación de escribir se ha quedado reducida a un terreno baldío. Cabe reconocer, debe hacerlo, que en el fondo de todo ha quedado un objeto sin forma, como si se tratara de algo perdido en el amontonamiento de certezas dejadas de lado, que repentinamente aparece entre tanta antigualla desechada, y permanece en el lugar en que siempre debió estar esperando: su naruraleza es estar ahí. La religión en suma, pues ese es el objeto, es la raíz de lo humano y no una teoría más, escribe Sádaba en el prólogo citado. Añade el Hombre del Prado que se trata de una religión sin creencia: es la creencia lo que convierte a la religión en un absurdo, la instrumentaliza. Está pues llegando al carácter del vacío que le llena y que tiene, por encima de todo, un componente: el asombro.
Serás rey si cumples la ley canturrean los niños de una Roma perdida y entiende que la cancioncilla que olvidó su música resume todo principio político del que podría hablar. Más allá es incapaz de decir o escribir nada. Ha llegado el tiempo, se dice, el tiempo de uno, de sentir sin creer, o de sentir y no creer. Como las semillas que se convierten en tallos que emergen de tierra con la espalda doblada para no romperse, en el enorme esfuerzo de abrir la tierra, debe asomarse uno a la superficie. Recuerda, al escribir esto, la magnífica perspectiva del David de mármol, alzado sobre sus poderosas piernas, al final de una larga galería en la que los Esclavos, alineados a ambos lados del corredor, rompen la piedra que los encierra y asoman potentes de la roca cerrada: débiles tallos armados por la constancia que es la vida. ¿O no es constancia la vida? Tal vez esa palabra la resuma, principalmente esa palabra.
El libro de Wittgenstein le espera, pero al acabar de escribir este post, irá al invernadero. Tiene cosas que hacer.
Pues nosotros anduvimos el fin de semana pasado (así, fin de semana y no "finde"), por los madriles y nos enteramos de que hubo una hamburguesada en El Espinar; ¡qué recuerdos los de El espinar - estación!.
ResponderEliminarClaro que no nos enteramos a tiempo de un concierto en Madrid en torno y como homenaje a la figura de Rumi, obra de Javid Afsari Rad, que eso sí que me produjo fustración, tan solo me traje de vuelta a casa el folleto de propaganda por si acaso me entero en Internet de otras oportunidades futuras
Y es que, ya sabes, "solo lágrimas era, y me troqué en risa"; ¡menudo poetazo que fue el tal gachó!; y, bueno, con eso de la entropía has dado otra vez con uno de mis temas.
Le entropía creciente es un principio básico con el que nos machacaron la cabeza en la Politécnica: Un frigorífico dentro de una habitación ¿la enfría?, ¿la calienta?, ¿o la deja igual?... pues la calienta
Cierto y verdad para v < c, useasé, para velocidades inferiores a la velocidad de la luz, pero ¿qué pasaría en v > c?, velocidades superiores a la velocidad de la luz
Aquello de que "c" era un máximo absoluto que postulara Einstein, no se lo creyó ni el mismo
Además, si todo en el universo tendiera al desorden ¿de dónde viene el orden?; de hecho, laboratorio dixit, en ciertas imposiciones de manos actua una energía de ordenación. ¿V > C?
Luis, era una conferencia sobre Josep Plá? Te leo y recuerdo un vídeo que recoge una entrevista de Soler Serrano a Plá y me digo que si no la has visto ya, que seguro te gustará escucharla.
ResponderEliminarTe pongo la dirección
http://video.google.com/videoplay?docid=5397429802588120914&q=josep+pl%C3%A1&total=121&start=0&num=10&so=0&type=search&plindex=0&hl=en
Un saludo y un abrazo
Wittgenstein podría decirte que es más importante cuidar las flores que leer su libro. De hecho él se fue de jardinero tras escribirlo. Al final del Tractatus se lee que de lo que no se puede hablar es mejor guardar silencio. Pero no hay que tomarlo al pie de la letra. Creo que él estaría de acuerdo si reformulamos esta frase de esta manera: "Cuando no se puede hablar, baila, o canta... o cuida las plantas."
ResponderEliminarGreorio lo ha dicho todo, poco puedo añadir aparte de reconocer que no se quien és Wittgenstein. me pongo a ello.
ResponderEliminarAparte, ¿hay algo más interesante que ver como asoman los fràgiles tallos de plantas o flores en el invernadero? Por supuesto Aana y Goyerri, però iterando se da ya por supuesto.
Las grandes ciudades tienen esas miserias y el coche, tan liberador antes, se ha convertido en un problema y en un problema caro.
ResponderEliminarMe pasa parecido con la política, me interesa poco y la siento muy lejana a mi vida 'real'.
Sobre Wittgenstein, me interesó hace años, pero no puedo desligar sus sabias frases de su complicada biografía y eso de que pegaba a los niños de la escuela donde 'aterrizó' me espeluzna. Claro que la vida real no suele casar bien con la teoría filosófica bien elaborada.
Es una suerte que no gobiernen los filósofos, creencia que en una época muy lejana formuló alguien.
...nada menos que Platón, según creo.
ResponderEliminarDe todas manera, y como es un visitante habitual, hago excepciones y creo que el señor Luri sería una de ellas.
Querida Julia: es una suerte que no gobiernen los filósofos. El arte de la política consiste en la consecución de consensos, mientras que el de la búsqueda de la verdad nada tiene que ver con los consensos. Por eso cada filósofo lleva un pequeño dictadorzuelo en la punta del cálamo.
ResponderEliminarWittgenstein fue una peste de maestro. Les atizaba fuerte a los niños, es verdad.
En el fondo estaba siempre huyendo de sí mismo.
Por cierto: Yo estuve dos años de concejal en El Masnou. Descubrí que el de político es el oficio más difícil del mundo, porque, hagas lo que hagas, siempre sale alguien perjudicado. Entre otras cosas, la política es el arte de elegir perjudicados.
ResponderEliminarCelebrador: la verdad es que lo que me interesa de la ley de la termodinámica es el eneunciado y su carácter sugerente para aplicarlo al pensamiento. En cuanto a la nevera en la habitación, es coesa irrelevante.
ResponderEliminarRoma: me alegra mucho verte por aquí. Pero mucho. Te agradezco la dirección de la entrevista, que conocía, pero veré de nuevo con enorme placer.
ResponderEliminarGregorio: es que el libro de Wittgenstein no era sino un acompañnante en el bolsillo.
ResponderEliminarY naturalmente, no creo que los filósofos sirvan más o menos para la política, yo creo que nadie. Otra cosa es que algunos lo hagan mejor que otros.
Francesc: Ana y Goyerri son las figuras del Paisaje con Figuras.
ResponderEliminarJulia: Yo no sé si los filósofos querían gobernar o aconsejar a los gobernantes. Y pienso que en su sabiduría no cayeron en la cuenta de un hecho: nadie es más dificil de aconsejar que un gobernante.
ResponderEliminarLuis:
ResponderEliminarUna vez escribí un texto que tus palabras me han recordado.Me pregunto si se parece a ese estado creciente que vas mostrando post a post:
OBRA DEL TIEMPO EN LA PIEL
Obra del tiempo en la piel, que se hace gesto lento, y preciso.
Y ese amable descreer de la noche y el alba,
y ser por fin sólo tierra y mediodía.
Y haber aprendido a habitar la casa propia, cada vez más pura y vacía.
Y hacer un surco silencioso de cada movimiento,
una marca y temblor en la frente, sin que nada se mueva en el aire,
dar sólo pasos del centro al centro.
Y tener en los ojos todo el espacio, y llegar así a cada cosa con la suave perfección de la muerte, que termina la obra y la sanciona.
Después , ligero en la tarde , pasear y dar nombre
al niño que aguarda bajo los caminos y cielos que siempre fueron nuestros.
Sólo silencio, sólo nombre. Sólo presencia, sólo piel.
Esa cosa irrelevante fue materia de examen en el primero que tuve en la Universidad de la asignatura "Física"
ResponderEliminarA mi me pareció una pregunta sencillota a más no poder, pero ese examen en concreto lo cateó una de gente que no veas; de hecho fue una debacle, casi casi "tierra quemada", pero a ti eso no te ienteresa y lo entiendo
Sin embargo te interesa, y mucho, la "inactividad" que ejemplificas con ese frío que te obliga a retirar otra vez los geranios al abrigo; bueno, pues poniéndome en este terreno y en plan marisabidillo latinajero, el vocablo "neg-otium" como negación del "otium" lo ejemplifica muy a las claras
¿Somos básicamente hacedores o somos básicamente disfrutadores?
Yo me veo como un disfrutador que, a la vez, hago muchisimas cosas; algunas, por que me gustan; y otras, porque tengo que cubrir unas responsabilidades que he asumido (por cierto) con muchísimo gusto
El que se suele entender como fundador de los Sijs, un tal Nanak, siendo un místico de tomo y lomo, un verdadero figura de la experiencia interior, se mantuvo activo toda su vida trabajando para ganarse la vida cuando podía haber vivido tanquilamente de lo que ahora llamaríamos "donaciones". Me gusta mucho ese estilo.
El ser humano tiene unos potenciales sensacionales
Dhavar: nada más exacto además de lo hermoso que es el texto, es el significado de cuanto yo escribo en este blog. Añado, o mejor, está contenido que en ese paso del tiempo ayudado por la inclinación a meditar, se encuentra el proceso de vaciado de cuanto he creído prescindible, por cuantas razones fueran: falso, inútil, presuntuoso, etc. Creo, y ese es el sentido de lo que llamo aproximación al orientalismao, que no se puede proceder a esta situación sin un vaciado anterior hecho a fondo desde uno mismo: entonces las palabras empiezan a ser irrelevantes.
ResponderEliminarTe felicito por tu hermoso poema, que pieno que es intuición además de estilo. Con tu permiso, lo copiaré un blog próximo.
Celebrador: naturalmente que el otio se complementa con la ocupación, que es su negación. Cicerón aspiraba al otium para poder dedicarse a sus libros y a la filosofía. Yo a mi pensar, mis geranios, mis tallas, mis escritos.
ResponderEliminarDeberíamos hablar de otro término más prosaico: aburrimiento.
En la medida en que descubro cambios en mi a partir de esta nueva situación, hago y me hago. Lo más libre que hay en mi es la facultad de pensar mientras dedico mi tiempo a cosas que solo requieren intuición, habilidad manual o paciencia (dejando a un lado mi puñetera novela). Pero este pensar es algo que fluye sin violencia ni intención.
Estos mismos comentarios hechos sobre la marcha ayudan, claro, a este hacer continuo, o hacerse, que es el fruto del pensar, o pensarse.
El poema que aparece en el comentario de Dhavar es, creo, una buenísima intuición de ello. Yo diría que el hombre construye su destino a medida que es plenamente consciente de que se destruye en ese pensar, y esta sensación es para mi, hermosa y placentera: no tiene plazo, ni medida del tiempo. En esta medida, y cambiando el aforismo de Heráclito a mi gusto, "nunca estarás frente el mismo hombre dos veces"
Hay una brújula extremadamente precisa en nuestro equipamiento base, ¿qué me resulta a mi hermoso y placentero?
ResponderEliminarEse es quid, esa es la naturaleza de cada una. Me alegra coincidir contigo.
ResponderEliminarY nos abre el paso a hablar sobre hermosuras y placideces
ResponderEliminar¡Semos la ostia!
Seamos castizos: ¡y viva la madre que nos parió!
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarCómo me ha prendido tu reflexión desde principio a fin.
ResponderEliminarNo tengo capacidad -como tus otros comentaristas- para aportar idea nueva alguna a cuanto has escrito.
Simplemente, te he leído disfrutándolo.
Saludos cordiales
Almena: leer es aportar, y eso haces tú. Valoro el silencio de la presencia tanto como el de la elocuencia.
ResponderEliminarLuis:
ResponderEliminarEncantado de que lo utilices para lo que te sirva.Es un ejercicio de adivinación.Lo escribí con 32 años, para un cumpleaños de mi madre, y soy muy consciente - con dolor- de que estoy lejísimos de ese estado.
Saludos
Dhavar, es que yo creo que ese estado es cuestión de tiempo. No se puede adquirir antes de que corresponda. Supongo que tu madre se sentiría emocionada porque el poema es bellísimo, como lo son los que cuelgas en tu blog.
ResponderEliminarSobre la religión que no es creencia, yo más bien pienso que es "querencia".
ResponderEliminarComo dice Adela Cortina "Yo quiero que Dios exista".
Saludos cordiales
Petrusdom, una pequeña historia judia.
ResponderEliminarDos rabinos en una convención en Nueva York estuvieron hasta altas horas de la madrugada examinando la cuestión de la fe en la existencia de Dios, y llegaron finalmente al convencimiento de que no era así, y de que con toda probabilidad no existía.
Se fueron a dormir y a la mañana siguiente, uno de ellos al bajar al salón del hotel encontró al otro haciendo sus oraciones con mucho fervor.
- Pero bueno - le dijo - ¿No habíamos quedado en que Dios no existe?
- Claro - le contestó el otro interrumpiendo sus oraciones - pero ¿que tiene que ver Dios con esto?