¿Cuanto Yo hay en una vida? ¿De que manera puede uno diferenciarlos, separarlos y al fin comprendiéndolos, comprenderse?
No se trata de un hecho científico que se pueda autobiografiar. El sujeto es cercano, tanto que provoca una distorsión en la visión: existe para cada uno de los yo anteriores, para cada una de las capas de la cebolla a que hace referencia Günter Grass en su último libro, "Pelando la cebolla", un afecto especial, una voluntad de cercanía y una cierta vocación por el olvido. Yendo hacia atrás, de la única manera que se puede ir que es levantando un yo tras otro, con la delicadeza del más experto y fino bisturí, se tiende ante la visión comprensiva a una exculpación. ¿Cómo sentir una culpa lejana si el efecto de ella está en el yo del presente? Cada capa de esa cebolla, que es más dura y opaca que la anterior, permite sin embargo adivinar a través de un trasluz tenue, algo de la anterior, y así transparencia tras transparencia, se llega a vislumbrar el corazón del niño, su mirada: los ojos del asombro.
Es así que ninguna visión de capa alguna puede aislarse en si y ofrecer un dibujo claro, enfocado, definido de sí misma. NO existe aquí una capitulación que pueda establecer un lapso de tiempo que determine hechos y acciones, que nacen y mueren en su tiempoo, en él son gestadas, en él se alimentan y fenecen en él. Toda mirada hacia los otros yo que fueron, cada uno en su presente, tiende a desdibujar sus identidades, justamente porque esas fueron una a lo largo del tiempo, único armazón capaz de soportar el enredo. Cuando lo que se ve no es sino una suma de visiones, un juego de teatro en que se funden las escenas, conviene separar las capas y buscar la última transparencia, que es el origen. Y una vez allí volver a sobreponerlas.
Difícil es odiarse, que sería lo último. A lo largo de la vida el individuo procede a una serie de infinitas correcciones que resumen, conversión tras conversión, un presente continuo. Dificil es odiarse, ciertamente, y aún menos que eso, difícil es sentirse permanente hijo del error o enemistado con aquel yo que fue, tiempo atrás y se equivocó, pura intuición la de ese equívoco. Ya se sabe que el yo es un acto de progresiva construcción sobre un vacío hecho de una carne inicial. Todo ser es en si mismo una propia investigación además de un aprendizaje: investigación acerca de si: memoria. Investigación acerca de su proyecto: esperanza.
El viejo guerrero que abandona su armadura, pieza a pieza, convencido de que nunca más volverá a vestirla, pierde el traje y se viste de voluntad, pero conserva el contenido. En la paz nocturna del fuego, el vaso de vino, el trozo de pan, el hogar cálido del retiro, se solazará en su recuerdo de una batalla perdida en el tiempo, pero no en la memoria. En todo final hay un principio, y aunque no lo sepa con certeza, porque no alcance a pensarlo, así actúa, y en ese principio tiene por recursos para andar, todo aquello que fue y su memoria guarda. Lo que esta ha perdido, es piedad por si mismo.
Al escribir el texto no se piensa en un sujeto determinado, en uno mismo, el más cercano de cuantos sujetos son fruto de la ambición del escritor, por cuanto está en cada palabra aún cuando se esconda. No conviene pensar que todo es autobiografía, si es que no se considera que el deseo, la aspiración, el ensueño del futuro son partes de la biografía. Dicen de él "era un hombre soñador" pero ¿en qué soñaba?"
Cuando atardece en el pradoel Hombre está solo y es relativamente feliz. La última capa de la cebolla no muestra sino los datos de un presente que le acaricia, como esta brisa fría que viene del Mediterráneo y promete bajar las temperaturas y traer lluvia y nieve. No hay otro yo que él y una música suave que suena en el interior de la casa. En el invernadero, todo bien.
“Entro en mí mismo para verme, y dentro
ResponderEliminarhallo, ¡ay de mí!, con la razón postrada
una loca república alterada,
tanto que apenas los umbrales entro.”
LOPE DE VEGA, “Rimas sacras”, III
Luri: bien traído Lope, Luri. Yo intentaba escribir acerca de lo difícil que es establecer un Yo en etapas, desde uno mismo, pero la prosa me ha podido. Pienso si no seremos en el fondo prosa, o sea, lenguaje, que todo lo esconde e interpreta.
ResponderEliminar¿Qué aprendo a lo largo de esta vida?, bueno, hay un dicho muy marisabidillo que...
ResponderEliminarAllá donde esté tu tesoro
"Miiii teeessoooorooooo", que diría el genial personaje Gollum
felizahora
Gracias, anónimo.
ResponderEliminarEn realidad ¿cuantos yos somos en un mismo dia?
ResponderEliminarFrancesc: yo ya no llevo la cuenta.
ResponderEliminarPues yo si que odio algún "yo" que encuentro dentro de mí ... no hay tiempo para encontrarse con todos ellos en una sola vida y realmente es una pena, descubrir alguien nuevo cada día.
ResponderEliminarHacía mucho que no paseaba por tu bosque, siempre es una alegría encontrate.
Un beso.
Ña alegría es mía, Medraina. Mis "yo" saludan a los tuyos. ¿Seguimos siendo vecinos de sierra?
ResponderEliminar