lunes, octubre 15, 2007

Sobre la patria y la bandera

El Hombre del Bosque no se mete en estas cosas porque ya se metió en tiempos, no tan lejanos, y no tiene ahora muy claro en donde ni para qué. Se debe esta falta de claridad a que creyendo que estaba colaborando a construir un edificio sólido, no de la materia con que construyen los sueños, sino soñado y construido con la fe de los hombres en un país mejor, llega a la conclusión de que el incierto presente, el teórico futuro y el incomprensible pasado, derivan en una sustitución de tiempos verbales y de voces estentóreas, y a él le queda la incomprensión. Por eso se vino al bosque.

Ahora, en el otoño, este bosque tan hermoso, se balancea entre aceptar su propia realidad o proyectar el sueño del aislamiento. Emboscarse es encerrarse en un espacio propio, privado, escondido, y dejar que pasen por el sendero inmediato todas las figuras de la comedia en la que uno ha rechazado al papel. Emboscarse es mirar desde el escondite, el paso de cada uno de los actores y construir la crítica a cada traje, vestido o ademán, con la emocionante independencia del que, aislado, no recibirá de nadie petición de cuentas, y a nadie las dará por estar camuflado. Como el espectador en las últimas filas del cine, puede ir al espectáculo a vivir una pasión amorosa, comer palomitas o dormitar con ligeros ronquidos. Esa es la misión de las últimas filas de la platea o de los pisos altos, camuflar a los que, conscientemente, van a otra cosa.

El bosque real es metáfora, eso ya se sabe. El bosque, los árboles, el cielo, las montañas, el pueblito, todo es metáfora de una realidad que está formada por el bosque, los árboles, el cielo, las montañas, el pueblito. Uno mismo es metáfora de sí mismo, y todo lo que el ojo puede ver y enviar al cerebro la imagen para que la piense: metáforas que llenan la vida, los días, tomando de la realidad otro sentido paralelo. Un amigo lejano le solía decir al Hombre del Bosque que las metáforas tenían que significar siempre cosas escondidas, porque si no más valía usar las expresiones cabales que describían a la realidad sin subterfugios. Nunca entendió la ocupación de poeta.

Cuando llegó al bosque tenía la impresión de que el mundo que lo encerraba, como una circunferencia llena de vacíos, era hostil a él y le aprehendía en su hostilidad convirtiéndolo a una paranoia de moda. Todo es hostil, pues me bajo, parodiaba aquella expresión del Mayo del 68. Y se bajó en la parada de bosque, convencido de sus buenas razones para, estando molesto, optar por la retirada. Todos estos, se decía, están tan lejos de la razón, de la historia, de la lógica... También es cierto que alguien le dijo en una ocasión que cuando alguien piensa que todo el mundo se le enfrenta, debería concluir que en realidad es él quien se enfrenta a todo el mundo.

El Hombre del Bosque sentía que sus dos tierras, sus dos lenguas, sus dos sentimientos, se engallaban dura y violentamente y cada vez, aquella construcción soñada en la que colaboraba de una manera u otra, perdía de vista el paisaje soñada, la tierra de promisión, el paraíso perdido, y lo que le ofrecía era una confrontación sentimental disfrazada de política. Nadie es culpable por tener sentimientos, salvo que ellos sean infernales; nadie puede ser criticado por sentir que las cosas debieran ser siempre de otra manera o que, de la noche a la mañana, los signos y los himnos fueran además de los mismos los otros. Claro que sintió irritación para los demás: para los políticos que preconizaban el cambio y para los que les seguían, transformándose repentinamente en alguien que nunca habían sido.

Pensó que al mundo suyo, lo hacían cambiar en cierta manera en contra suya; como si todos se hubieran puesto de acuerdo y repentinamente fue alguien sin palabra, sin voz, porque separado del coro, de los coros, cuando estaba en un sitio indignaba a los otros, y si para allá se acercaba sucedía lo contrario con los de aquí. Dificl decir que él sentía que toda esa transformación del mundo que le rodeaba llegaba a violentarle: si nunca había sido demasiado amante de patrias, ahora dos, como lo de taza de caldo, le parecía hartazgo. Quería un mundo sencillo y cayó de bruces en un aula de nuevo patriotismo.

Es cierto que el Hombre del Bosque maneja con cierta soltura una liberal dosis de inteligencia: liberal porque no siempre es la misma y además se acomoda al pensamiento más relajante. Por ello, tomó la decisión de emboscarse encerrado en su verdad: "no es bueno que todo cambie ni tan deprisa ni al mismo tiempo". Porque, porque ese cambio contaba con él y con su voiluntad de aprendizaje: para ser debía estudiar, aprender a escribir un idioma que hablaba pero no escribía (tampoco lo hace ahora), aprender historia, aprender de los sentimientos correctos y de las nostalgias adecuadas; era simplemente el nieto de unos emigrantes acunando por dos culturas cercanas, que amaba a su ciudad, a los pueblos cercanos, algunos caminos de montaña, unas cuantas playas y otras ciudadaes y paisajes más allá de la vista.

Esa fue la revelación: no era un paranoico,los demás no eran los malos, sino que simplemente, se negaba a cambiar su pensamiento, su sentimentalismo, su sensibilidad, por el simple hecho de que ya que ha muerto el abuelo podemos segregar la casa familiar y ocuparla por pisos. Él tenía por la casa familiar una dosis de nostalgia alimenticia, pero para él se dirá y es cierto, es razonable decirlo. En la casa familiar se encerraba en un cuarto para leer a un poeta de Arenys o bajaba a la planta para zambullirse en otro que nació en un patio sevillano.

Es verdad que los jóvenes se parecen a los tiempos en que viven, pero los que llegan a la sesentena se parecen a si mismos, desprendidos del tiempo que ya es demasiado largo para andar mudando las actitudes y los comportamientos. Cabía reflexionar que si alguna culpa había, en todo eso que le había llevado a emboscarse en la sierra, la tenía él y solamente él por negarse a mudar con los tiempos. No se aprende a insultar lo que se ha amado de la noche a la mañana, hace falta tiempo y preparación. No se aprende a aplaudir todo lo que viene, hace falta estar dispuesto a acudir a la representación. Si el gran invento griego de la tragedia fue el coro, que no era sino (así lo piensa) el mismo espectador dotado de voz común y sentimiento, él lo abandonó, caló el chapeo, requirió la espada, miró de soslayo, fuese y no hubo nada.

Emboscarse es aceptar que, en frase brillante de Simone Signoret, la nostalgia ya no es lo que era. Emboscarse es aceptar que vayan las cosas por los caminos que vayas, la única manera de apearse es mantener el sentimiento a flote, y encerrarse en el hortus clausus de la vida retirada. Por los años que quedan, se diría, ¿a que viene ahora tanta exigencia?

Estos días, en que patrias, lenguas y banderas, han ondeado de un lado a otro como espectros arrojadizos, se ha emboscado más que nunca. Le molesta el escándalo, los sabelotodo, los presuntuosos, los dioses tonantes, los maestros de la cordura, los enseñantes de la historia, y hasta los mensajeros de la razón. Ha decidido seguir en su bosque.El cree que un hombre llevando una bandera es siempre el preludio de una tragedia porque le parece, en cierta manera, un hombre ridículo. Y cuando un hombre grita "¡viva!" hay de inmediato un "muera" que es su negativo.

Alguna razón tiene Confucio cuando dice que un hombre no debe tratar de verse en el agua que corre, sino en la quietada y tranquila, porque solo lo que es tranquilo proporciona tranquilidad.

10 comentarios:

  1. ¿Pero es que no hay otro uso -al menos entre nosotros- de la bandera que el banderazo? ¿Tendrán una secreta familiaridad hispana el band-olerismo y el a-band-erado? Lo más triste de todo, Luis, y es algo que estoy comenzando a descubrir, es que la falta de entusiasmo por band-ería también te hace culpable. Si no enarbolas una bandera como arma es -suponen- porque estás escondiendo otra.

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  2. Luri: son todas las manifestaciones externas del más rotundo maniqueismo las que unen a los dos extremos que se enfrentan. Y ya se sabe que quien no está contigo está contra ti.

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  3. Hay mucha gente en medio de las banderas y el peligro es acabar recibiendo banderazos y banderillas por todas partes, que no sería la primera vez. O que te 'bandegin', o sea, que te aparten. No creer en nada está mal visto, religión incluída.

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  4. No se olvide que las banderas son - en sus inicios- un utensilio más de la parfernalia militar, y eso ya se sabe a que conduce tarde o temprano: a la guerra o "fuerzas de paz".
    Saludos cordiales

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  5. Julia: el problema es que la bandera va unido al de la concepción exclusiva de una patria, con todos los ingredientes incluídos. La bandera es un trapo que en realidad, usada sectariamente (que es como se usa en España toda) promueve la catalogación en buenos y malos. Son incluso más peligrosas que la religión (por supuesto en nuestro ámbito). Hoy bandera y patria son armas peligrosas a las que carga el diablo. Yo creo, en el sentido de mi post, que banderas y patrias despojan a la gente de su derecho a sentimientos propios.

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  6. Petrusdom: hoy la bandera no es tan importante en lo militar, y mi referencia es a Cataluña y España, como en lo político y lo civil.

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  7. todas las banderas están manchadas de sangre, normalmente de manera inútil. Me quedo en el bosque,el mio es una habitación de 15m2, y me sobra.

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  8. Francesc, mi bosque es tuyo y el tuyo lo considero mío. Cuanta desavenciencia por banderas y patrias, que son sentimientos apenas, comunicables, entrañables. Por cierto que mi habitación es un poco mayor porque aquí vivimos solamente dos y Goyerri, o Goyerri y dos.

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  9. Tienes razón, a mi perra le gusta estar conmigo en mi bosque de 15m2, se estira a mi lado, y no dice nada, dormisquea o me mira, si me mira fijamente es que tiene alguna necesidad urgente. Ah! le gusta mucho el jazz, o eso dice ella.

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  10. Francesc: debríamos presentar a nuestros perros. Sospecho que podrían entenderse hablando de nosotros, como de amos muy raros, "lletraferits" (eque es una de las expresiones catalanas que me arroban, y que en el fondo acabarían por establecer cierta complicidad.

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