jueves, agosto 30, 2007

Paseando

¿Puede uno en conciencia preguntarse que es lo que ha aprendido al cabo de los años? ¿De cuantos años? sería la respuesta inmediata. No se trata de contestar a tontas y a locas. ¿De cuantos años estamos hablando? Y además, deberíamos tratar de que clase de cosas hablamos? ¿O se refiere a todas las cosas? Moral, geografía, punto y confección, los pecados de la carne, escepticismo, botánica esencial para caminar por el bosque y un poco de ornitología para distinguir a una corneja de un cuervo... Se refiere a esas cosas.

En el corazón del bosque hay un refugio de piedra que es en realidad dos peñas que se encuentran en ángulo, con otro peñasco en la parte frontal que forma un pequeño corredor para entrar en el hueco que forman las primeras. Alguien lo techo con cuatro vigas y unas tejas puestas a la manera segoviana, al revés, con la panza para abajo y el hueco en lo alto. ¿Porqué lo hacen así? Lo pregunta por doquier a quien cree que puede saberlo, generalmente gente mayor que él: nadie lo sabe. Techado el conjunto de piedras forma un refugio. En la parte más alta ha quedado una especie de hueco, a la manera de un tepe indio por el que si se enciende una fogata en el interior, saldrá el humo y algo de ceniza. Es un refugio. Es realmente un refugio extraño porque está a menos de dos kilómetros del pueblo y no demasiado arriba de la montaña. ¿Quien querría pasar aquí la noche pudiendo caminar como cosa de media hora y descansar en casa o en un hotelito?

No está claro que haya aprendido algo realmente útil, sigue dándole vueltas a lo mismo. Lo útil no es aquello que nos sirve para algo en concreto sino lo que posibilita fluir hacia mañana o hacia el instante siguiente. Lo útil es lo que permite seguir viviendo, dejando a un lado el conformismo. Cabe distinguir, ahí si que hay algo, un hilo del que tirar, al distinguir entre conformismo y nada. Hay quien, no lo sabe a ciencia cierta, no ha aprendido nada porque no hay nada que aprender: se trata de una percepción, puede que haya mucho que aprender pero justamente ese de quien hablamos no lo perciba. Si no sabes para que sirve un libro, por ejemplo, ¿para qué vas a abrirlo?

Junto al refugio improvisado, en una pequeña terraza que forma el recodo del camino al dar la vuelta sobre si mismo para emprender una nueva rampa, se encuentra la fuente de piedra: un pilar que no llega al metro de altura, con un blasón desdibujado, informe, que se adivina de presunción nobiliaria y del que asoma un caño de hierro, un tubo que se curva con la parte abierta mirando hacia una base, de piedra también, que forma una pila con un desagüe, una reja de hierro de dimensión pequeña en el fondo de la que brilla el agua que se asoma al exterior antes de irse por las entrañas de la montaña. Es la ladera de Aguas Vertientes; aquí corrían los lobos persiguiendo al ganado.

Percibir la realidad no es ver las cosas como son, eso es una tontería. Las cosas no son, están. ¿Que son las cosas? Podría contestar que son aquello que ha aprendido, pero es incierto, lo que quiere decir que no siendo verdad es solo un poco lo contrario. Deberían, se dice, haber solamente, para cada concepto y su contrario una sola palabra y una negación; por ejemplo: amor y no-amor, cierto y no-cierto, vida y no-vida. Un ser humano que está vivo luego no está vivo o dicho de otra manera está no-vivo. No se puede estar muerto que es lo inmediato a morir, que es dejar de vivir.

El camino ahora, abandonando el pintoresco refugio, asciende en rampas de pronunciada pendiente que van girando sobre si mismas para encarar una cumbre que se intuye. Quien no conoce el lugar al que llega el camino pasará todo el recorrido sumido en la certidumbre y dudará, a cada momento dudará, en dar media vuelta. Para que seguir un camino que lleva a lo desconocido? Se podría arguir que lo desconocido es el bosque en el que todos los caminos llevan, o al otro lado de esta ladera, ya provincia de Ávila, o a El Espinar (municipio) y San Rafael (pedanía). No es hora de volver, se anima mientras retiene la respiración con el aire dentro parta oxigenar los pulmones. Recuerda a un tipo que paró su coche en el Alto, justo cuando él salía del collado y le preguntó por la dirección de El Escorial. Cuando le hubo indicado el camino, el otro le dijo sonriendo, con una sonrisa abierta y dentrífica: "vaya, ustedes si que respiran bien" y él se sintió rústico labrador. A punto estuvo de decirle "a mandar, que para eso estamos".

He aprendido, se dice avivando el paso para que no se le eche el mediodía encima, a desconfiar de mi y de lo que contengo. El equipaje es escaso y de mala calidad, como las maletas. recuerda a Céline: "el hombre está desnudo, despojado de todo, aún de la fe en sí mismo". Exacto se dice, es exacto. ¿C´como va a tener fe en si mismo? Es como decir que se cree en el hombre o en la humanidad. Ese creer no es nada, no hay duda de la existencia de la humanidad como una suma millonesimal de individuos que aspiran a vivir y se niegan a morir.¿Crees en Dios? No, creo en el hombre. Y el primero, Ah, caramba, ¿y además qué...?

Sartre y Simone de Beauvoir y sus compañeros universitarios leían a Céline como si se tratara de un autor de culto. Viaje el fin de la noche era su libro de cabecera. Lo que allí no estaba no existía en el mundo exterior en el que la realidad era un vacío esencial, un agujero negro lleno de materia con tal densidad que no deja asalir a la luz atrapada en él. Es una metáfora, se dice rodeando el tronco de un árbol, calibrando la sección, admirando las marcas en pintura blanca, que señalan la sección del bosque en que se encuentra. El domingo anterior al paseo por el bosque, F A, después de disertar durante un rato sobre el necesario conocimiento de la psicología humana para ejercer el oficio de dentista, le confesó su intención de divorciarse de su mujer. Pero, atinó a balbucear, si lleváis cuarenta años juntos... Claro, respondió el otro, pero eso no nos obliga a más. ¿O si?

Llegará al fin al punto en que la cumbre no lo es sino que se ofrece un prado amplio, un claro del bosque en el que algunos ejemplares se distribuyen airosos y espaciados por todo el hueco enorme de aire y luz. La hierba es fresca y crecida, las piedras tienen el musgo oscuro, pardo, de este sitio, el cielo se ve como un juego de cianes y blancos y una suave pendiente acuna un inicio de camino que lo parece por ser una senda de pisadas, poco más, sin bordes que la aislen. Todo el problema, se dice, el de este camino y el de cualquier otro, es la falta de límite, la inoportuna necesidad de dibujar en los perfiles los territorios compartidos y los no compartidos. Mi límite, se dice, es la parte externa de mi yo o justamente el lugar a partir del cual mi voz ya no llega. Solo soy ilimitado, se dice, cuando no soy nadie, un perfecto y total desconocido.

A las dos emprenderá el regreso.

16 comentarios:

  1. Me has hecho llorar con tus caminatas tan profundas dentro del bosque.
    No sabes cuanto deseo acumulado llevo por caminarlo, y escucharte al lado de Goyerri.

    Te debo una carta.
    No te olvido.

    Muchos abrazos a Ana.

    ResponderEliminar
  2. NO hace falta que el camino lleve a ningú sitio, tiene razón de ser en él mismo.

    Buenos días, Luis.

    ResponderEliminar
  3. ¿Qué he aprendido al cabo de los años?, pues bastantes cosas en realidad. Cosas que me han ayudado (y me ayudan) a pagar el "alquiler" que me cobra, en su pleno derecho a ello, este mundo; y también cosas de mi interior, básicamente a setir una alegría que procede de contemplar la belleza que hay en mi interior

    Pero esto último no se lo cuentes a tu cerebro, él no lo va a entender porque el pensamiento no sabe nada del sentimiento (son variables estrictamente independientes)

    ResponderEliminar
  4. Me imagino que, entre otras cosas relevantes, hemos aprendido a hacernos preguntas como esta con una cierta humildad: "¿Puede uno en conciencia preguntarse que es lo que ha aprendido al cabo de los años? "

    ResponderEliminar
  5. Hemos aprendido algo Luís, que no hemos aprendido gran cosa, y eso que nos fijamos, peró ya és mucho. El hombre que iba al Escorial en coche no habia aprendido casi nada, o menos aún,Nada.-

    ResponderEliminar
  6. No sé si es cuestión de tiempo preguntarse qué se sabe de cierto, o de no cierto, de amor, o de no amor, de vida, o de no vida... yo me digo que aún me falta mucho por aprender de todo en general y de mí en particular y esas ganas de saber hacen que aprenda, o desaprenda, de los demás.
    Lo de las tejas del revés resulta curioso... desde dentro se ve lo mismo que si estuvieras encima de, aunque seguro que el motivo es mucho más funcional. Un beso.

    ResponderEliminar
  7. Es curioso, nunca asocié los caminos a una falta de límites sino más bien lo contrario. Aunque me parece bien que todo se resuma a este sendero en el que andas atento, que desaparece o da a un claro, este claro es la realidad, no hay otra, es la meta inexistente. Toda la sabiduría solo debería servir para saber estar en este lugar, o en cualquier otro, ahora o en otro momento sólo receloso del posible mal tiempo

    ResponderEliminar
  8. Julia, el camino no es sino una senda de pensamientos que se van enredando unos con otros. Es su valor, y su paisaje mejor. Y buenas noches, cuando contesto.

    ResponderEliminar
  9. Reikiaduo: me ha gustado eso "del alquiler que te cobra el mundo por estar". Es un hallazgo del que haré uso con total desverguenza. Por lo demás, creo que tu postura vitalista, nada exenta de ironía, es una buena manera de seguir caminando y no seré quien te recomiende que te metas en otros berenjenales.

    ResponderEliminar
  10. Luri, es que la primera pregunta del post obvia todo el contenido posterior. Tienes razón.

    ResponderEliminar
  11. Hemos aprendido poco o casi nada, Francesc, pero ¿sobre qué? No es la cantidad de lo aprendido, sino la naturaleza de la materia. Es algo así como estar en clase sin saber de que va...

    ResponderEliminar
  12. Ana, se hace camino al andar, que es una obviedad de perogrullo y hasta una ordinariez por falta de originalidad, Pero es lo único cierto, pasito a pasito y de bofetada en bofetada con algunas risas por en medio...

    ResponderEliminar
  13. Claro, Cerillo, que bien lo has expresado: el claro es la meta inexistente, donde todo desaparece... Me parece una metáfora magnífica.

    ResponderEliminar
  14. Tienes un pequeño reconocimiento en Dos Onsos (amigoplantas)http://blogs.orange.es/aldirector
    en este día de los blogueros, 31/8/07

    ResponderEliminar
  15. Gracias, reiki por tu reconocimiento. Y una apostilla, no creas que sentir y pensar son variables aisladas. Pensar es, sin embargo, el ejercicio del conocimiento y sentir la actividad de la emoción.

    ResponderEliminar