martes, julio 10, 2007

Toca ser

No hay mejor manera de mirar el futuro que no verlo. ¿Que necesidad hay de predecirlo? ¿Porque esa angustia de saber lo que ha de pasar si a la postre no pasará nada? Es, probablemente, una necesidad biológica basada en la inseguridad la que obliga a soñarse, o imaginarse, en un mañana que debiera ser mejor cuando a la postre, mañana se dirá que los mejores tiempos fueron hoy. Si cuando lo más terrible, aquello que acontece como el rayo, es justamente lo impredecible, lo inesperado; y si es inesperado es que es virtualmente imposible que suceda. Los hombres que ignoran la historia acaban repitiéndola, y los hombres son los pueblos, y los pueblos las naciones; a la postre la historia acaba repitiendo el cúmulo de felicidades e infelicidades que son la constante de ella misma. Vagamente percibe, quien trata de responder a una razón dinámica, que haciendo presente se construye el futuro y este es, sin ninguna duda, un presente de largo recorrido, un presente continuo, nuestro hoy proyectado, el hoy que permanece, único tiempo vivo en realidad.

Es forma de pensar esta, que se mantiene al margen del proyecto vital, de la acción vital que en el hombre es vivir y hacer. Sucede a menudo que no se puede definir el vivir sino como mero pasatiempo y se intuye que es más, pero ¿qué es ese más que no puede definirse con palabras claras, con conceptos comprensibles? Una cierta angustia se introduce en quien piensa que vivir debiera ser un hecho de trascendencias sabidas y a lo que se enfrenta es a ideas vagas o a ideologías concretas; después de todo esa búsqueda de trascendencia obedece a un enunciado simple: la vida, para no ser simplemente una propiedad de la materia debería ser un acto portador de espiritualidad, entendiendo a esta como un peldaño de la religiosidad o como un integrante natural del hombre: cuerpo y espíritu. Debería ser no es sino la constatación del no saber, y sobre eso hay pocas dudas. Cuando se mira al cielo se ve el sol o las nubes, pero se buscan otras respuestas, entendiendo, de manera primigenia, en los mismos principios de los tiempos, que los límites últimos estaban más allá de la capa azul o del inmenso valle estrellado que nos cubre.

Este hombre que mira el presente como única realidad a la que asirse, cree que el límite está en el ser, pero no sabe tampoco lo que es el ser, ya no su propio ser, su ser y su manera de ser, sino un ser abrumador que engloba a todo lo que es y que lo percibe lo humano porque es y para él son las cosas; o eso cree. Si el límite está en el ser, lo contrario es el no ser, y eso es lo nada. Inimaginable dicen porque si todo es nada, nada imagina.

Cuando los días suceden a los días, únicos marcadores del tiempo a mano, lo que realmente acontece es el que el sol sale por el este y se oculta por el oeste. No caben pues, a quien así piensa, enormes entusiasmos y lector de la historia acaba concluyendo que día tras día la humanidad se acuesta inmersa en la pobreza y en la miseria, de la misma manera que en la riqueza y la opulencia de sociedades que han legado ese estado en un movimiento dinámico hacia delante (cabe decir que es progreso) en el que los cambios que se pueden percibir como efectivos son aquellos que ha venido aportando la tecnología. Es así que el futuro pues, es cosa de técnica, cada vez más veloz en su desarrollo, cada vez más apabullante en sus posibilidades. Soñemos, se dice, en la técnica que puede ser con la mente abierta de la imaginación más desbordada y podrá uno asomarse al futuro, contenedor seguro de miseria y pobreza, de opulencia y riqueza, y de un modesto estar en lo que llamó el poeta hace dos mil años la dorada mediocridad, el estar a salvo de lo más bajo y a resguardo de lo más alto.

El que así piensa, no quiere olvidar los viejos entusiasmos que le producen, sino nostalgia, si una cierta ilusión de reencuentro en pensamientos más puros, aún cuando tiene la duda de si lo fueron. En sesenta años de la vida anónima del que escribe en el prado, ha mudado de ver y de sentir y sobre todo de certidumbres con rasgo de absolutas. Sabe, a ciencia cierta cree, que de todos los intentos de construir al hombre nuevo ha surgido el hombre de siempre, soportando el peso del tiempo en que vive, de su moral dada, de sus convenciones, de la opinión pública, de lo correcto y de lo incorrecto como calificativos incluyentes o excluyentes. No habla del hombre integro, sino del hombre en su integralidad, lleno de sus cosas de siempre. Desde el arquetipo del Paraíso Terrenal hasta el actual paisaje entre el Tigris y el Eúfrates, que el lugar es el mismo, la técnica es la única que ha tomado el territorio como propio y lo ha devastado; el futuro como meta y en él, de ser el hombre de esta naturaleza que es, devastará lo mismo. Caín fue el primer matador del imaginario nuestro y el coche bomba con suicida a bordo, el último. Todo es lo mismo: la envidia de Abel y la preferencia maligna del padre; la ira del padre y la rebelión del hijo. ¿Porqué el último argumento del hombre espiritual es la muerte airada de su contrario?
El poeta Abul-Atahiya (747-728) llevaba en su dedo un anillo de oro en que había grabado una inscripción: "maldiga Dios a los hombres". Debería hacerlo de tener esa capacidad. El mensaje de quien creía conocer tanto a sus iguales debía incluirle a él, que no es posible aislarse, quedar al margen de los hechos sin proclamar con testimonio su rechazo.

Al fin se reduciría todo a estar de acuerdo en preguntar lo que ni tiene ni puede tener respuesta, y que en el fondo es la pregunta clave: "porqué el ser y no lo que no es". Lo nada.

18 comentarios:

  1. Con frecuencia, Luis, me parece intuir en tus textos -en este, por ejemplo- el eco de Lucrecio.

    ResponderEliminar
  2. No me extrañaría nada, Luri. ¿Escepticismo y conformidad? ¿La busqueda de un coipus de conocimiento suficiente? Y la espera de la peste como ineludible plaga. No me extrañaría.

    ResponderEliminar
  3. Creo que aunque se conozca la historia, se sigue repitiendo, con diferents modalidades, claro.

    Las predicciones, por más razonables que hayan sido, siempre han fallado, siempre surge algo imprevisible.

    ResponderEliminar
  4. "Joer", si está clarísimo, mi futuro es estrictamete predecible, a saber: respiraré una, y otra, y otra vez... hasta que la palme

    ResponderEliminar
  5. ...y sigo leyéndolo señorcito y sigo tratando de hacerle caso en varios detallitos.
    Trataré de seguir viviendo el hoy.
    Besos a Goyerri.

    ResponderEliminar
  6. Julia: es el rayo, que todo lo dirige, según Heráclito.

    ResponderEliminar
  7. Reikiaduo: eso es casi exactamente, además de lo inesperado. Bienvenido a esta página.

    ResponderEliminar
  8. Clarice: con el gusto y la alegria de siempre. He de enviarte noticias de la degustación de mole y café. Lo haré hoy mismo.

    ResponderEliminar
  9. Pues bien-hallado. Claro es que de chaval, en el instituto cuando nos hacían aprender aquello de la Historia de la Filosofía, se popularizó la definición:

    ¿Filosofía?, "aquella por la cual, con la cual, y sin la cual... pues te quedas tal cual

    Nos endlgaron una soberana paliza con el escolasticismo, España, decía todo orgulloso el profe, es la primera potencia tomista. El problema es que no nos dió tiempo de llegar ni a Kant, y que pasamos volando sobre un Aristóteles (a pesar de su vinculación), que acertó de pleno con otra cosa estrictamente cierta:

    Que el hombre está diseñado para la felicidad

    ResponderEliminar
  10. Reikiaduo: lo cual demuestra sin lugar a duda que Aristóteles era, además, un optimista. Si tender a satisfacer las necesidades es caminar hacia la felicidad, entonces podemos aceptar que el ser humano tiende a la felicidad. El Calígula de Camus dice muy seriamente aquello de "los hombres mueren y no son felices" lo que puesto enj boca del héroe negativo de Camus es todo un hallazgo. Si el poder absoluto no da la felicidad, ¿qué puede darlo?

    En fin, palabras, palabras, palabras... Ya se sabe: lo dice Hamlet.

    ResponderEliminar
  11. siempre he pensado que el futuro no existe, vivimos en un presente permanente, y un pasado que solemos olvidar, por eso reincidimos en los errores. La història no sirve para nada y contarla menos aún, demasiada manipulación. De hecho el problema de fondo es que nos damos mucha mas importáncia de la que realmente tenemos.

    ResponderEliminar
  12. Francesc: de tus 3 afirmacionmes, rotundo si a la primera y tercera. Sobre la segunda, tengo mis dudas: la historia es lo que nos cuentan, pero también aquello que averiguamos, hijos como somos de la desconfianza.

    ResponderEliminar
  13. Puede que cuando una se siente así como nada, en la nada, de la nada, llegue el momento de ser. Eso espero.

    Estoy poniendo en práctica varias des- (desaprender, desolvidar), intentando no caer en una in-des-eable des-esperación. Des-de ahora pensaré más en hoy, menos en mañana y el ayer lo dejaré en el des-ván... ¿por qué me gustará tanto ese lugar?

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  14. Ana: tu visita me des-concierta y des-azona. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  15. Des-de luego no es mi intención producirte tales des-. Verás, siendo esquemática todo se reduce a dos des: 1)despido improcedente 2)desamor improcedente

    Ante tanta improcedencia me refugio en la literatura, en los blogs amigos y en las amigas sin blog (también en el cantábrico, también)

    Otro abrazo

    ResponderEliminar
  16. El simple (¡ironía al canto!) hecho de "ser" un ser humano -valga la redundancia- implica que nos veamos (¡sí o sí, no hay más!) inmersos y envueltos en la voràgine del Gran Río "Orden-Caos" que se supone es el mundo que nos envuelve, con sus bienes y desdichas añadidas. Dicho ésto, y a título personal, sólo me queda por desear que, en la medida de mis posibilidades, no se me lleve la corriente río abajo, y tal cual un salmón, de vez en cuando me pueda permitir remontar río arriba. Sin lugar a dudas creo que tanto el escepticismo como la conformidad -pasajeros ellos- son unas buenas tablas para alcanzar la orilla, hasta que el destino nos zambulle de nuevo... Y volver a empezar!. Y es que algunos podemos llegar a ser verdaderos profesionales en la lucha por querer "ser".

    Saludos cordiales, Don Luis!.

    ResponderEliminar
  17. ¿No será, don pedralletraferida, el escepticismo una actitud de aturdimiento rayana en el asombro? ¿El shock de la razón? En cualquier caso, el comentario es claramente procendente y debería entrar en algún diccionario:

    Escepticismo: Tabla de salvación.

    ResponderEliminar
  18. Oye ¿y cómo narices podría dar felicidad por ejemplo esa cosa del poder?. Vale que de chorretones temporales de exaltación adrenalínica o vale que genere una intensa adicción, pero felicidad felicidad, lo que se dice felicidad...

    Sospecho que sabes historia, ¿conoces por ventura algún caso?

    ResponderEliminar