martes, septiembre 26, 2006

V - El Islam que yo se.. Excusa non petita, acusatio manifesta


T y M eran dos buenos amigos marroquies educados en Bélgica; hermanos, hijos de un imán en una pequeña ciudad, practicaban una vida a caballo de sus convicciones musulmanas y su occidentalismo europeo. Eran ambos universitarios, médico el uno y licenaciado en económicas el otro. Nuestra relación era laboral se convirtió en un diálogo lalrgo (de casi tres años) que contaba a su favor el hecho de que ellos bebían occidentalismo y yo conocía bastante la naturaleza del Islam; el hecho de que en una converscación yo pudiera esgrimir argumentos extraídos del Corán o de la tradición les empujaba a verme como una rara avis con la que se podían franquear.
Su madre, en Bélgica, había formado una especie de curso de acomodación para las emigrantes marroquies que pudieran llegar a Bégica: allí las preparaba para que pudieran encajar en la vida occidental, en sus costumbres y dificultades. Su padre como imán era una persona querida y respetada por su comunidad (ambas, la umma y la europea).
Ser emigrante es difícil: lo intuyo porque es un ejercicio que trato de practicar cada día. Desengañado como estoy de las reivindicaciones nacionales, he decidido ser anacional políticamente, y entender que lo nacional es un ámbito cultural que toca los sentimientos; nada que decir a esto último, nada que oponer. Por eso escribo que practico la profesión de emigrante o si se prefiere de exilado y por esa razón creo que comprendo al extranjero; al que habita en cada uno de nosotros y que es hijo de la timidez entre otras cosas; y al que tengo delante de mi, al que veo cada día en una u otra acera. Todo hombre, repito, es un extranjero ávido de hogar, pero un grupo de hombres ávidos de hogar pueden convertirse en una nación con apetencia de poder; basta con encontrar las diferencias y sus causas, y a partir de ello lo más perentorio es identificar al enemigo secular.
T y M eran iguales en casi todos, iguales a todos. Quiero decir que a la hora de charlar de cosas trascendentes o intrascendentes, eran iguales y tenían sus opiniones; no había nada que les diferenciara de todos los demás, hasta que se llegaba a temas relativos a las diferencias culturales entre los musulmanes y el mundo occidental; la realidad era que cualquier tema cultural acababa reducido al ámbito de la religión y al ámbito de la idea de religión de dos personas musulmanas creyentes con un ligero matiz de escepticismo frente a un grupo de cristianos descreidos. "Yo respeto las costumbres de los míos y sigo El Corán, pero no es para mi algo que no se pueda criticar o modernizar" me decía Taieb
Hasta ahora he intentado sintetizar una línea de hechos históricos en una afirmación:
"El islam nace como el abandono de una situación politeista en una población en la península arábiga, que vive on una pulsión interna en busca de encontrarse en nación. Influenciados por el monoteismo cristiano bizantino y judío, resume una ideología religiosa en ideario nacional, lo que en si representa un paso hacia la modernidad. La nueva religión funciona como elemento de cohesión del cuerpo social, que no se basa en los individuos sino en la comunidad, la umma.
La nueva nación sufre en 100 años violentos sucesos de acomodación y se divide en dos grandes corrientes: la que aspira al estado y usa el Corán y la tradición como modelo para el comportamiento, y que escoge el camino de la expansión y la conquista; y la que aspira al espiritualismo y entre el profeta y la comunidad sitúa al imán que con el Libro es la Guía de los fieles para santificar la vida".
Las conversaciones con T y M me los muestran como individuos en el sentido que tiene este concepto en Occidente. Poco a poco voy comprendiendo que los hijos del buen imán de la pequeña capital de provincias en Bélgica, viven una doble vida: son por un lado hombres europeos, modernos, occidentales, que comprenden y disfrutan del régimen constitucional y democrático que se respira en esta Europa. Ocasionalmente incluso, me lanzan a la cara críticas por la manera pasionada que tenemos en España de comprender el mundo liberal y moderno en que nos movemos: ellos han asimilado una manera belga menos impulsiva, de enfrentarse a los hechos. Este es el mundo exterior en que viven y en que se relacionan.
El otro mundo es el de la umma familiar, el de la comunidad, cuando visitan la casa de sus padres en Bégica, o cuando van a visitar a sus familiares en Marruecos, o cuando se reúne la familia en el Ramadán, que cunplen celosamente, o en el seno de las celebraciones familiares. Sus hijos no van a colegios islámicos sino a institunciones de enseñanza españolas, de pago, privadas, hasta cierto punto elitistas. Los sábados acuden a una escuela coránica para familiarizarles con los textos, algó así como las clases de catequesis para un niño cristiano. Cuando se encuentran con familiares, les explican las excelencias de este sistema de vida. Pero cuando surje un tema crítico en el acontecer internacional, siempre encuentran, dentro del general acuerdo con nosotros, un pero que colocar en la converrsación conmigo, un elemento diferenciador que muestra la divergencia. Ellos, los dos hermanos, viven tranquilamente la divergencia.
Cuando florece la filosofía en el islam, lo hace en dos sentidos. En Oriente floreció la mística a partir de Avicena. En Occidente el aristotelismo gracias a Ibn Tufayl, a Avenpace y sobre todo a Ibn Rushd.
Cito de nuevo a Ikram Antaki:
"Y es sorprendente ver hasta que punto las tendencias del incosciente y del consciente antropológico decidieron los caminos de la filosofía islámica. Su desarrollo en el sentido aviceniano no se detuvo. Siguió adelante en Oriente mientras que la obra de ibn Rushd -su gran comentario de Aristóteles- apenas tuvo eco allí. Pasó a Occidente gracias a las traducciones latinas, y causó una revolución en el pensamiento científico de la cual ningún árabe participó. Al contrario, floreció la mísiica. Tanto la contemplación sufista de Dios como el peso de los juristas ahogaron la filosofía y mientras que de Toledo iban hacía el norte los eruditos, mientras que los judios traducían los originales árabes al romance y que los cristianos los pasaban al latín, mientras que penetraba en Europa el sistema numérico indo-árabe por medio del álgebra del persa Al Jawarizmi, el Oriente árabe dejó de leer, de traducir y hasta de contar."
El florecimiento de la filosofía en Al Andalus durante el tiempo de las taifas, dentro del ambiente de refinamiento y relativa libertad de pensamiento y discusión, actuó como un engarce entre los descubrimientos árabes y la Europa que a partir de ellos iría lentamente a preparar su Renacimiento.
Cuando a finales del siglo XIX el Imperio Turco canceló la figura del Califa como jefe espiritual de todos los musulmanes, el tren de la modernidad estaba irremediablemente perdido para los Estados árabes o islámicos que se estaban forjando y que irían forjándose hasta mediados del siglo pasado.
Hablando con T y M sobre los atentados del 11 S en USA y sus consecuencias, notaba yo que una enorme incomodidad se apoderaba de ambos. No defendían a Al Qaeda, todo lo contrario, ni justificaban los atentados: antes bien execraban de ellos y sentían piedad profuinda por las víctimas. Pero tenían el corazón dividido entre un Occidente que no se merecía aquello y un Oriente que alegrándose por lo que estaba sucediendo, les ponía a ellos en la situación dificil del que no quiere ni aplaudir ni culpar. Ese desgajamiento era tan evidente, que se ponían de malhumor. Querían ante mi, disculpar la ignorancia de la población que aplaudía el derrumbe de las torres como ahora gritan airados sin saber porque frente a la clase académica del papa Benedicto. Y algo, repentinamente, apareció ante mi: econtraban en Europa, ambos, las convincentes razones para echarnos en cara la provocación; no les hacía falta acudir a los movimientos radicales en Oriente, sino que encontraban suficiente munición crítica en la prensa europea. Y sentía, posiblemente, la satisfacción de ser así, incluso, más europeos. Si la propia Europa pensaba que tal vez merecía esa inquina y ese trato, ¿cómo no iban ellos a estar en desacuerdo?

2 comentarios:

  1. Efectivamente. He leído tu post mientras comenzaba a escribir un artículo para un diario. Y casi estoy a punto de remitirles el tuyo.

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  2. Puedes usar lo que quieras si te apetece. Las ideas son propiedad común. Y gracias por lo que considero un halago.

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