Yo soy yo porque me recuerdo; de no ser así podría ser cualquier otro y este yo que soy ahora sería otro porque recordaría los hechos de otro. Eso no es relevante, a nadie concernido podría preocuparle, porque de no ser yo nadie formaría parte de un ámbito vital inexistente, ni yo estaría en el suyo. Si mis recuerdos fueran otros, por ejemplo, si hubiera sido un niño adoptado por unos padres de otro país, o del mismo, de la misma ciudad incluso, sería otro niño habiendo tenido el mismo origen. Es el caso de Tarzán: Tarzán es otro porque no puede ser aquel al que estaba destinado, aunque al final de la historia, de la primera historia de su vida, esté llamada a reencontrarse con sus orígenes de noble inglés.
Por que soy mis recuerdos me conozco, y cuando me veo en el espejo me sé como algo concreto con mi vida detrás y mi proyecto delante. Porque si seré yo es porque tengo proyecto: soy por lo tanto mis recuerdos y mis proyectos y de llegar la muerte cancelará el segundo y dejará para una historia irrelevante los primeros.
Uno es pues la consecuencia de lo que le ha sucedido y de lo que ha aprendido; así es fácil ser, basta dejar pasar el tiempo y si no es mucha molestía fijarse bien en las cosas alrededor para aprovechar el aprendizaje. En ese sentido vivir es ir a la escuela: la escuela del Yo que se imparte cada día, sin guardar festivos.
Yo no puedo ser tú porque te recuerdo a ti y a lo que de ti me cuentas, pero no tengo tus recuerdos ni me he hecho con ellos. Lo que se de ti me lo has contado o me lo han contado o lo he leído en la historia de tu vida. Es irrelevante que yo quiera ser tú, a lo más podría tratar de ser como tú. De conseguirlo me convertiría en un comediante, un teatro inmenso como los días de mi vida sería el lugar de mi actuación y allí repetiría tus gestos y daría vida a tus odios o a tus amores.
A mi no me interpreto porque me sé, aún sabiéndome mal o equivocadamente, ¿quien va a juzgar mi manera de saberme, de habitarme? A ti y a él os interpreto, desde mi buena manera de juzgar, repleto de hostilidad o desbordante de amor, o indiferente y contenido. Si me paro a pensar me se totalmente prescindible pero si pienso en ti o en él encuentro que no puedo prescindir de cada uno de vosotros, de cada uno de los que están en mis recuerdos, porque de prescindir dejaría de ser yo y tendría que volver a acomodar mi vida y mis recuerdos, a cambiar mis hehchos y mis actos, a remodelar la más recóndita conciencia de mi mismo.Miro el espejo que siempre me acompaña e incluso este yo que me parece el mismo va cambiando día a día. Me pregunto que piensan de si los humanos que no tienen un espejo a su lado para conocerse. ¿Con que nivel de interiorización debe sentir aquel que es ciego sólo para si mismo? Si solamente tuviera mis manos para reconocerme, pero viera a los demás, debería confiar en ellos y en su reflexión; acaso me dirían que tengo cara de pocos amigos, o de mal fiar, o de perdulario; y deberé fiarme.
Desde hace años pienso que no hay mayor conflicto en el ser humano que la conciencia de sí mismo, su propio conocimiento y la relatividad del yo, del todo contingente. La suma de lo humano relata a la especie y a nuestros ojos la dignifica. El simple individuo es un puñañdo de recuerdos de los actos acontecidos en su vida, poca cosa si bien se mira; cuando animado por su propia necesidad de ser, un hecho físico rebelde a la destrucción del organismo, grita por el dolor y sigue respirando hasta morir, no es el yo el que expira, sino la criatura vacía del inicio, el contenedor de tanta existencia recordada.
He visto un reportaje de la matanza en Camboya por los khmers rojos de más de dos millones de ciudadanos, masacrados en un genocidio bienintencionado: se pretendía construir a un hombre nuevo, campesino en su tierra, esclavo entre los suyos, delator y asesino. Para todos los humanos un solo yo, el mismo: los mismos recuerdos, las mismas experiencias, el mismo aprendizaje, el mismo horror, el mismo miedo, la misma muerte, la misma negación. Que enorme ahorro de memoria, he pensado, en ese nuevo mundo.
Y me ha dado por escribir estas líneas.
Locke planteaba así esta infinita cuestión del yo: ¿Qué pasaría si cambiásemos la memoria de un mendigo por la de un príncipe? ¿Quién sería quien?
ResponderEliminarCreo sinceramente que eo yo va con la memoria.
ResponderEliminarClaro, ¿pero es la memoria, com se acostumbra a decir, una facultad? Quiero decir, ¿es facultad nuestra hacer uso de ella o es ella la que se entromete entre nuestro presente y nuestras aspiraciones? Como puedes ver "ja estic fent de torracollons". A veces he pensado que la memoria es eso que nos hunde en el tiempo y, entonces, es también la puerta que abre el futuro. Luego -para tirar por lo recto-, ¿somos memoria o somos biografía?
ResponderEliminarLa memoria es facultad, sin duda. Como no somos sin ella no se puede entrometer entre nuestro peresnete y nuestras aspiraciones. Es parte integrante de nuestro presente. El presente de un hombre sin memoria, (tengo una narración corta sobre ello) es un presente vacio que se construye día a día y a veces se destruye: Alzheimer. Que terriblemente fascinante enfermedad.
ResponderEliminarImagina un Pc, con su memoria Ram y su disco duro vacío, con un programa capaz de autogenerar conocimiento a partir de la introducción de datos desde las sensaciones y los estímulos visuales, es decir: un motor de aprendizaje. La memoría es la base de datos y el motor de aprendizaje es constante. Ese motor es el causante de la biografía a partir de la recopilación de datos que acabarán siendo memoria, porque jsutifican lo que creemos saber: lo que el motor no ha brindado com aporendizaje.
Ahora bieb, hay motores de aprendizaje de primera, segunda y tercera y a partir de ahí..
La biografía de cada uno no es sino un punto de vista. Es intotal e imperfecta. La biografía es cuestión de los otros; si tu te detienes a escribir tu autobiografía (es un decir, amigo mío) o tienes memoria o no eres tu, o sea yo desde ti.
Y además, quiero dejar bien claro, de tu evidente conocimiento que siempre enriquece, una de tus mejores virtudes para quien como yo te conocen poco, es la de "torrecollons", porque estimula no se si al conocimeinto o a la imaginación.
creo que es Angel González el que dice en un poema
ResponderEliminarsoy porque tú me existes..
Y es cierto, para ser más allá delyo necesitamos al otro
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