viernes, septiembre 15, 2006

El cambio del tiempo

Amanece sombrío, nublado, con espesas capas de niebla en los pinares; aquí, cuando llega el otoño el paisaje real parece una acuarela y el vientre de las nubles adquiere transparencias de aguas coloreadas, desvaídas capas de grises apenas sostenidas por otros grises aún más transparentes. Y llega el frío, de la noche a la mañana, sin ningún intermedio; caía la tarde en el jardín sorprendiéndome en manga corta y hoy, para salir a la calle y bajar al pueblo hay que ponerse una prenda de abrigo. Claro que está por llegar el veranillo de San Miguel que es como un fuego fatuo, prende y te deja prontamente, un ver y no ver. Ya desde aquí llegamos al invierno: es lo que tiene esta sierra, que el otoño pasa sin detenerse. En el pueblo han aparecido las chaquetas de lana, las cazadoras, todo ese abrigo de entretiempo que trata de remediar, desordenadamente, este frío repentino. Claro está que si sale el sol, por poco tiempo que sea, se nota en el cuerpo el calorcillo y parece que todo vuelve a ser como debe de ser. Los 12 grados de esta mañana son una realidad que no admite enmienda alguna.

En la gasolinera, al dejar el coche frente al surtidor, le digo a un empleado a que no conozco, mientras pone la manguera en el depósito, "ha cambiado el tiempo". Hay ruido de coches y camiones que cruzan el pueblo y está claro que no me ha entendido bien, seguramente solo la palabra tiempo, porque me contesta "más de un año y medio" y sin apenas dejar pausa, la justa para ver que yo le he oído, añade, "es que me operaron" Iba a volver a hacer la pregunta original, pero desisto, porque mi experiencia trabajando en comunicación me ha enseñado que todos acabamos hablando de lo que nos interesa. "Ah, caramba, le digo, ¿y ya está bien?". Hemos iniciado una de esas conversaciones que se producen en dos columnas separadas del papel, dos diálogos de Samuel Becket, con un sonido de fondo de camiones, coches y el ruido sostenido de la bomba de gasoil llenando el depósito de mi coche.

- Me han sacado un tumor

- ¿Y ahora ya está dado de alta?

- No, no era benigno aunque tampoco era del todo maligno

- Pues ha tenido suerte

- Porque no me han puesto terapia aunque cada día me estoy tomando una pastilla

- Y ¿cómo está de ánimo?

- Si, las cosas ya se sabe...

Respeto la pausa que hace.

- Porque igual podía haber sido una cosa que otra.

- Pero es que año y medio es mucho tiempo...

- Nadie sabe lo que es eso

Ahora parece que si, que hemos conseguido conectar los dos monóloogos y por un momento pienso en decirle que a Ana también la han operado, pero recuerdo una vez más mi principio: dejar hablar porque solamente habla la gente de lo que le interesa y solamente escucha lo que es de su interés; estamos programados, se llama audición selectiva. Este hombre quiere explicar lo que nadie sabe lo que es: talñ vez sea su derecho al protagonismo al estilo Warhol en una gasolinera de la N VII a su paso por San Rafael: le oigo, pero ya no le escucho, soy para él y acepto el papel un espectador y me tiene prisionero mientras en mi depósito siga quedando espacio para el gasoil. No hay conexión, me digo, cada cual en su papel instalados confortablemente: yo podría explicarle, por aprovechar el tiempo, cualquier dolencia mía, del cuerpo o del alma, pero no me viene ninguna a la cabeza, así que cuando veo que se dispone a retirar la manguera, le digo "Pago dentro, claro", "¿Con tarjeta? me pregunta. Claro que si, con tarjeta, como hago cada semana o diez días, desde hace dos años, más o menos desde que le detectaron un tumor.

No se debe interrumpir a quien quiere contarnos algo, porque acabará haciéndolo, tal es el nivel de desintonía que nos aqueja, como una enfermedad del alma. Después de todo, yo tengo un blog.


Gregorio Luri está en un seminario sobre arquitecturas celestiales y recuerdo repentinamente haber visto esta pila bautismal en Redecilla, La Rioja. Voy a buscar entre mis fotos y no doy con ella, así que acudo a la guía y allí si está, la escaneo, la reduzco y aquí la tenemos: dicen, se supone que es, la imagen en piedra de la Jerusalén celestial, cuyas ventanas al interior están cerradas y tapiadas, porque la visión es del mundo desde dentro de la ciudad, para los bienaventurados, y aquel que se acerca al agua bendecida podrá tener la posibilidad de acceder al mundo de los bienaventurados.

Recuerdo que me impresionó esta pila de piedra, esta manera de ver, esta forma de situar el punto de vista y el trabajo tenaz de labrar, ventana a ventana y torre a torre, una ciudad que solamente existe en el más lejano de los paraísos que se pueda imaginar: el mismo cielo.

10 comentarios:

  1. Ese diálogo es una joya. ¡Cómo me gustaría -sea o no real- poder escribir cosas así!

    En cuanto a la Jerusalén Celeste. Hoy hemos estado toda la mañana dándole vueltas a su iconografía. Si los ponentes tienen razón, las torres de esa pila tienen que ser 12. ¿Es así?

    Ya hemos acabado. Todo muy interesante, pero agotador. Este fin de semana tenía pevisto dedicarme a ver programas anodinos de televisión y a leer los dominicales de los periódicos, para compensar. Pero me han invitado a unas sesiones cabalísticas y eso son palabras mayores. ¿Quién puede resistir a eso?

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  2. Son 12 sobre ocho columnas del pie o tallo de la pila que es de una sola pieza. Las columnas representan: 4 la materia, 3 el espíritu y 1 Dios. El número 8 está asociado a la ides de muerte y resurreción, según quienes han escrito sobre la pila.
    esta pila debe comprenderse con un punto de vista de dentro hacia fuera, que es el punto de vista del iniciado

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  3. Pues yo también voy a coger al vuelo este diálogo tan interesante con el empleado de la gasolinera y contar que hace muchos muchos años, siendo yo una jovencita de 14 años, y estando sentada en un banco de Los Viveros leyendo un libro a primeras horas de la tarde, se me acercó un chaval de más o menos mi misma edad, y se sentó en el mismo banco al tiempo que decía "ebuenassstass...". Yo levanté la vista, le miré seriamente con cara de desconfianza y volví a mi libro sin decir una palabra. Al rato, oigo claramente al chaval que me dice "te he dicho buenas tardes y ni me has contestado". Jajaaaa, me quedé de piedra al comprender que había dicho "buenas tardes" y yo había entendido "que buena estás", qué fuerte, verdad? Joyitas de estas me han pasado tantas que ni me acuerdo ya.
    (Como se puede observar, por mi comentario, yo también ando a mi aire, como el empleado de la gasolinera, diciendo lo que quería decir y sin ajustarme al tema)

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  4. Y haces bien, Roma.
    Yo he llegado a la conclusión, por la experiencia y los años, que todo el mundo tendemos a soltar nuestro discurso y llevamos la conversación al tema que nos interesa, secuestrándola y dejando al otro mudo.
    Se cuenta una anécdota de un filósofo y orador del siglo pasadop que inició una conbferencia diciendo "Señoras y señores" y de entre el público surgió una voz tonante que, con espíritu de contradicción no puedo esperar y dijo "de eso nada".

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  5. Roma, también es cierto que oimos lo que queremos oir.

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  6. Jajaaaaaaaaaa, me río del espectador que dijo "de eso nada", jajaaaaa, buena manera de empezar, jajaaaa, mi madre es idéntica a ese espectador.
    Bueeeeno... oímos lo que queremos oir? sí? ufff... pues qué verguenza madre mía...

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  7. Bueno, por lo que a mí respecta, la climatología de mi vida está llegando a: El tiempo del cambio. Y sí, todos decimos y escuchamos lo que nos apetece, sea más o menos procedente.

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  8. AnaC: Bienvenida. No es el saber que estás viva lo que me alegra sino el intuir que estás bien. Bueno, ¿que importancia tiene un pensamiento filosófico más o menos?

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  9. La pila comunica muchas cosas. No sabría decir ahora mismo cuales pero sí que me gustaría llevarme esta imagen antes de cerrar los ojos a alguna de esas tardes mías en las que viajo hacia adentro... por saber qué comunica...

    Y sobre tu diálogo: yo también tengo un blog me digo desde hace tiempo y ahora soy mucho más capaz de escuchar hablar a la gente de lo que quiere hablar. Y también me siento mucho menos frustrada por no poder hacerlo yo :)

    Un saludo.

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  10. Si, Kasandra, creo que ese es uno de los beneficios del blog: superar los aislamientos comucicando al aire. Y oyendo las voces que de él llegan. Me gusta tu visita y te la agradezco.

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