El niño está solo en casa. El niño decide jugar. Va de un juguete a otro buscando uno que le permita llenar los minutos con la imaginación y la energía que surgen naturales de su cuerpo. El niño opta por el LEGO. Abre la caja y vacía las fichas sobre el suelo de parquet. El sol de la tarde resbala anaranjado por las paredes de la habitación. El niño se arrodilla. Es un niño como todos. No es necesario describirlo. El niño se pone a armar naves espaciales, autos imposibles, casas futuristas que cobran vida en el espacio purísimo de su mente. El olor de la casa vacía llena el aire. Es el olor del silencio. Es el olor del tiempo. Es el olor de la memoria. De pronto, el niño levanta la vista y ve la pelota de fútbol en un rincón del cuarto. El niño decide practicar un rato. Quiere ver si le es posible lograr más de diez dominadas seguidas. El niño se olvida del LEGO. Las fichas de colores quedan regadas sobre el piso de parquet. Charco de la imaginación
Cabe hablar del creador, seguir con esta serie de reflexiones que giran en torno a aquellos que crean para si y lo ofrecen a los demás, con éxito diverso, sin ninguna garantía. Lo repetiré una vez más: no hay que llamarse a engaño, el creador sincero y honesto vrea para sí. Ser creativo es algo sorprendente y hermoso, sin duda; ser creador es un privilegio a la par que una enfermedad porque muestra espacios de infinita vastedad en los que la mente puede y quiere solazarse. Ser creador es disponer de la energía creadora (la energía creativa no sé fabrica, está ahí, estuvo en mí desde siempre) me escribe JAG cuando me confiesa que escribió desde chico en la escuela y a los 18 años ya sabía que quería crear. Uno no pasa largas horas ante un papel o un lienzo o un pentagrama si no es feliz: esto debe ir por delante. ¿Cómo se va a soportar castigo semejante? Las horas frente al papel en blanco son pesadillas encadenadas si no eres el creador capaz de encontrar la fórmula para llenarlas de palabras o dibujos. Cabe entender que uno está dispuesto a donar su tiempo a un papel en blanco, que es lo mismo que su vida, porque lo necesita. Dije anteriormente que era adicción: es droga fuerte, si. La rabia o la impoetencia, la torrencialidad y el júbilo, son los premios.
"Y sé que, por otro lado, existen muchas elucubraciones intelectuales y psicológicas del proceso creativo, pero todas, absolutamente todas, son posteriores al acto en sí, a lo que podemos llamar “el rush creativo”. Otra reflexión de JAG con la que no puedo estar más de acuerdo. Sea cual sea la causa psicológica que convierte a este adolescente introvertido en un creador con lo cual compensa sus miedos o su timidez o lo que sea, el impulso es anterior a todo y está en su personalidad.
Imagino a JAG, él no me lo cuenta, puliendo las palabras de sus versos una a una hasta encontrar otro verso que aquel que le fué dictado por el impulso. Esa es la creación poética; un impulso que tiende a encontrar otro ritmo y otras pàlabras que se buscan en un lugar diferente de la razón. Espriu, poeta sutil donde los hubo, de escasa producción, tardaba meses en terminar un poema a base de limar vocablos, de buscar la palabra exacta hasta conseguyir juntar cuatro palabras, un verso apenas, que por si solo transmite una emoción que lo convierte en arte puro. En un poema las palabras siempre pueden cambiarse, encontrar otra más adecuada, dar con un ritmo más cadencioso o asestar a la voz el impulso del choque frontal. Todo poema existe en si mismo y en sus palabras, encerrado dentro de contenidos oraculares que debemos, lectores al fin, significar. El poema brota desde un idioma desconocido, construído de claves que se intuyen, de formas que son esenciales y significantes. El poeta sabe que escribe lo que escribe como un torrente desciende de la montaña, También existen los tiempos de sequía; en el poema no admiten razones, son y están y no se puede hilar la metáfora salvo que se traicione el autor y acuda al lenguaje aprendido desde la razón. Uno puede repetirse de una manera esencial abandonando el papel de creador para convertirse en un clon del que fué. "Otto i mezzo" de Federico Fellini es el altar creativo al creador repentinamente infecundo; quien quiera saber de que hablo con mejor claridad y belleza, que haga por ver esa película que es a la postre el poema del creador impotente rodeado por su universo. Toda mistificación es posible y el creador lo sabe, pero no va a gozar con un parto a contra corriente; si cede acepta la vida corriente y puede tratar de vivir de las rentas, para sí y por sí, tal vez también para los demás, pero muerto el creador empieza el espectáculo: All that jazz!
Vuelvo a citar a JAG: "La poesía llega sola, no la busco, ella llega cuando quiere, me toma por asalto, me domina, escribe a través de mi cuerpo, en esos momentos me siento como un instrumento. Es quizá, eso que muchos llaman, de manera patética, inspiración. Para mí es mucho más que eso, es como un estado de trance. Escribo sin control. Luego, claro, viene el proceso de corrección. Esa es la otra parte racional, digamos. Pulir, versificar, puntuar, trabajar con el ritmo y el espacio. En esta etapa dejo los poemas descansar mucho, los guardo en el cajón y vuelvo y vuelvo sobre ellos hasta que los considero más o menos terminados. Nunca, nunca, me puedo sentar y decidir escribir un poema. La poesía no la decido, la recibo, la escribo y la trabajo. Nada más.".Apruebo y subrayo esa expresión "eso que muchos llaman, de manera patética, inspiración" No voy a negarlo, tampoco a mi me gusta la palabra, me parece ridícula, cursi, alejada de la realidad del proceso creativo; se diría que la inspiración es algo que cuando surje todo está hecho; de ser algo sería "disposición", el cuerpo te pide escribir o pintar y basta ponerse para que brote con fluidez no exenta de esfuerzo y de trabajo. Hablaré más adelante de la poesía, de la única poesía que llamo así, la oracular. Debo decir, con toda sinceridad, que los versos no me gustan y el amontonamiento de metáforas me deja indiferente.
JAG define a la creación como una eterna compañía, un trabajo de veinticuatro horas al día, cuando se trata de narrar. La creación es entonces titánica salvo que se pretenda escribir un libro que se venda sin más, pero aquí no estamos hablando de eso: hablamos de crear y coincido en que al narrar, el creador debe construir un universo entero que sea comprensible y asimismo, independiente de la existencia o no del público. Joyce y Beckett, cada uno por su lado, ligados a una Irlanda traumatizada, redescubrieron el idioma y la sintaxis en su busca de no decir nada sobrante, de no perder el tiempo con frases hechas, con metáforas aguadas o vocablos insignificantes. Cada línea de Samuel Becket es un martirio de sangre, cada texto encontrado al final de una labor titánica de pulir, es una pantalla luminosa que hay que aprender a leer para encontrar de nuevo el lenguaje de la más absoluta veracidad. Beckett más que crear hizo de la creación un universo total al desmontar una a una las añagazas del lenguaje. Transcribo apenas tres líneas de esfuerzo denodado:
"A veces se detenía sin decir nada. No sé si porque realmente no tenía nada que decir o porque teniendo algo que decir finalmente renunciaba. Como siempre yo me inclinaba para que él no tuviera que repetir y así nos quedábamos. Doblados por la mitad las cabezas pegadas, mudos, las manos enlazadas. Mientras que a nuestro alrededor los minutos se sumaban a los minutos. Tarde o temprano su pie se separaba de las flores y nos poníamos en marcha. Quizá tan sólo para pararnos de nuevo al cabo de algunos pasos. Para que diga de una vez lo que tiene en su corazón o renuncie nuevamente." (Residua. Tisquets Editores. Cuadernos marginales. Traducción de Felix de Azúa)
Nustro amigo peruano, residente en San Francisco, que se levanta para escribir cada día a las cuatro de la madrugada, que es la hora en la que yo me acuesto escribiendo o leyendo hasta entonces, resume de nuevo: " La narrativa es otra cosa, aquí la “inspiración” juega un papel mínimo. Se requiere de mucho trabajo y absoluta disciplina. La narrativa es arquitectura. En este proceso, la escritura propiamente dicha es sólo una parte del todo. Hay que investigar, crear personajes, generar secuencias narrativas, plantear y solucionar conflictos, aplicar las técnicas, ponerlas al servicio de la historia. Y eso lleva tiempo e infinita paciencia. Aquí hago mucho trabajo mental. Entonces la escritura es constante, es mi vida misma, llevo a mis personajes a todos lados, escribo mientras camino por las calles, mientras dicto clases, la realidad entera se mueve en función de la historia que me ocupa. "
Esta creación es todo menos el capricho de un dios construyendo el mundo a partir de un clic de ratón o un chasquido de dedos. Estamos hablando de la creación constante, la que lleva Roma en su mente cuando camina por las calles de su Valencia y piensa un lienzo en blanco y empieza a jugar a su ajedrez (peón cuatro de rey), o la que Juan Antonio Galloso transporta en sus neuronas mientras dicta una clase. El creador convive con sus criaturas día y noche y en esta recreación de un universo paralelo desarrolla su enfermedad.
(Continuará)
Quiero agradecer a Roma Romana y a José Antonio Galloso la colaboración que me han prestado para escribir los posts 3 y 4 de esta serie.
Te sigo desde lejos, y allà donde encuentro en mi periplo un puerto (de internet) me paro a leerte.
ResponderEliminarEstimado Luis: he leído con atención lo escrito en este post, y no me queda más que estar de acuerdo con lo expuesto y agradecerte por haberme considerado entre tantos para este trabajo.
ResponderEliminarUn abrazo
y espero que algún día nos podamos tomar un buen vodka con jugo de naranja.
Luis:
ResponderEliminarComo siempre, fiel a tus letras. Pero a veces es tan difícil para mi expresarte todo lo que siento al leerte.
Me siento tan chiquita, sin alientos.
Crecí con mi hermano -se llama David como tu hijo- y siempre, desde que tengo memoria, mi vida estuvo impregnada con el sonido del piano, las partituras, los silencios, los encierros, la euforia, las lágrimas sobre el teclado, los conciertos y tantas cosas que se viven al lado de un artista.
Por eso amo y valoro más a cada artista. Por que sé lo que les implica crear, concentrase, aislarse, trabajar.
Tus textos dedicados a tus amigos han sido maravillosos. Muy bien mezclados.
En cuanto al amigo Galloso, en lo personal, amo mucho su trabajo. Es un tipo que va a llegar muy lejos con todo eso que él emana y produce.
Realmente es imperdible.
Ayer me daba vueltas ese término que él usó, de que la narrativa es arquitectura, y es que tú sabes que vivo con dos arquitectos.
Así que mi panorama se aclaró más.
Me complace saber que mi vida ha estado rodeada de artistas.
Me complace saber que sigo conociendo personas tan valiosas.
Me complace saber que tú con tus letras tan lindas puedas darlos a conocer y sobre todo, que cada uno de nosotros podamos saber más de la gracia de la creación.
Te abrazo....
Posdata: El texto puede ser publicable en el Milenio.
Las gracias a ti, Luis.
ResponderEliminarGregorio: me honras y en cierta manera me azaro un poco.
ResponderEliminarJosé Antonio: con seguridad tomaremos esa copa, la excusa para charlar largo y tendido.
ResponderEliminarClarice: la narrativa es arquitectura y esfuerzo, mucho esfuerzo. Me gusta la imagen del arquietecto construyendo una historia.
ResponderEliminarHablemos de Milenio. Por mi encantado.
Roma: que no, que a ti.
ResponderEliminarFelicidades, luis, has hecho un buen trabajo con estos posts dedicados a analizar la creación, un proceso que no deja de tener algo de misterioso y no se ajusta fácilmente a cánones. Merece que los publiques, como sugiere Clarice. Hasta pronto y saludos cordiales.
ResponderEliminarMucgas gracias: Isabel.
ResponderEliminarGreat site loved it alot, will come back and visit again.
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