lunes, marzo 13, 2006
Ulises en la encrucijada
Hoy no he subido al bosque a pesar de que el tiempo invitaba. El frío ha cedido, también el viento y en su lugar un sol esplendoroso ha llenado el espacio de luz limpia, como de cristal. Cabeza Líjar, en el Sureste se recorta nítidamente contra el azul encendido; las laderas descienden cargadas de pinos y en los claros todávía se ven muchas manchas de nieve; las torrenteras trazan heridas en el pinar. El verano pasado salí a pasear una tarde y sin proponérmelo subí hasta arriba, y desde allí pude ver mi casa y contemplarla. Luego bajé por el otro camino, el que bordea por lo alto la calzada y va dando rodeos hasta salir al puerto. Desde allí a pie por la carretera, de cara a los camiones, hasta llegar al llano y al prado; cuatro horas estuve. Todo el trayecto se puede seguir mirando a lo alto desde el jardín o detrás de las cristaleras. Lo que tiene mi paisaje, que es pequeño, es que es abarcable con girar la cabeza. En su espaciosidad tan grande no parece lo que es, un valle entre tres sierras. Yo alcanzo a percibir el aroma de mi pais (no el que nací ni otros en los que he vivido) sino el íntimo y pequeño que uno alcanza a recorrer en un cuarto de jornada y eso tratando de acomodar el paso sin prisas. El pais en que vivo. Pienso que para muchas personas, el pais debiera ser una calle llena de tiendas y vecinos, probablemente así les cabría más mundo dentro. Un día lo dejaré, volveré al mar, al mismo Mediterráneo que sí me reclama cuando es tiempo de nostalgias. En mi jardín planté, en un círculo formado por cantos de piedra un ciprés; mira al Este. Unas matas de boj lo rodean y frente a él una retama espera a crecer desde su actual nimiedad: tendrá que darme la flor amarilla, silvevstre y descarada cuando el verano le marque su tiempo de floración. En el este un ciprés mirando al Mediterráneo y en el lado contrario, junto a la puerta de entrada, una pila bautismal de granito cargada de años (me dijeron que mil pero me conformo con la mitad y aún con menos) reposa sobre dos tocones de madera. Granito herido por un tiempo sin memoria, que en cada estación, con lluvias y nieve, se llena de agua bendecida por la naturaleza; de noche hiela y de día, cuando la alcanza el sol de la tarde recupera la transparencia cristalina a través de la cual el granito verdea. Es el Noroeste. Si el ciprés me recuerda el Mediterráneo luminoso y pagano al cual retorno siempre, el granito al noroeste anticipa la tierra de piedra labrada y de atlantidades que es Galicia. San Brandán y el apostol varan sus barcas de piedra en la entrada de mi casaen su navegar por mares de tierra. Por la parte posterior Ulises sigue en su laberinto demorando el retorno a Itaca. Tiempo habrá de volver. De momento le retiene Circe.
Mi abuelo era gallego, de Sarria, provincia de Lugo. No fué un abuelo bueno, ni simpático, ni agradable. En una familia parca como la mía, la figura de este abuelo se desdibujaba en silencios. Yo creo que nadie le quería y era mejor así, eso facilitaba su aislamiento, porque él tampoco quería a nadie. Se de él pocas cosas: emigró de niño solo, por los montes, tal vez siguiendo el camino del lobosomi; sentó plaza en un regimiento en Madrid; ingresó en la Guardia Civil; lo destacaron a Cuba y allí estuvo en la guerra; mi padre contaba del miedo que todos le tenían en su casa y murió solo, dejando de lado a su familia. Cosas hubieron de las que es mejor no hablar. Miserias. Cómo nunca habló conmigo nunca supe de sus melancolías, si es que las tuvo; tampoco de sus caricias o de sus ternuras; se supone que el hombre más encallecido tiene un punto de ella, pero será para otros.
Yo tuve por la tierra del Noroeste un cariño que consideré propio y heredado. Aún lo tengo. Viajé allí menos de lo que hubiera querido, pero bastante y recorrí sus carreteras demorando al máximo el retorno. En el 83, organizando conciertos dimos uno en Coruña en el que el agua hecha gotitas diminutas, flotaba en el aire: tuvimos que vaciar un almacén de productos de marinería llevándonos todos los impermeables que encontramos. El concierto fué mágico. Otra vez un buen amigo de Betanzos me contestó, al preguntarle yo por teléfono por el tiempo que hacía, ya que iba a coger un avión para ir allí: en vez de decirme si bueno, ventoso o lluvioso, me dijo "¿Y que le vamos a hacer?" Visité en Negreira un pazo de piedra con un salón galería que cruza como puente la carretera de acceso al lugar, encristaladas las ventanas a cada lado del mismo sobre el suelo de tarima: del pazo a la iglesia. En Vigo descubrí un universo de arte y de modernidad que ponía las cosas en su sitio al que llegaba creyendo que del obligo del mundo. Una noche de brumas, cerca de Sarria, en un parador, nos dejaron de dormir a Ana y a mi en un cuarto de criados porque no había otro sitio y ella no quería seguir en coche adonde íbamos, porque era noche de brujas y miedos por la carretera.
Así es que en mi casa en el prado, hay trazado un eje que va del paganismo mediterráneo al cristianismo arriano que se supone que se esconde en el subsuelo de la catedral de Santiago. Siempre me ha gustado pensar que detrás de todas las simulaciones ortodoxas se esconden verdades heterodoxas: ¿Realmente recorrerá el botafumeiro su camino mistificador por encima del cuerpo del primer hereje?Ese eje piedra-ciprés es para mi vital, razón de vida y vivo equidistante, posado en un pais pequeño, que es solamente un valle y al que no quiero amar, (me niego a amar a paises organizados, dicho sea de paso, en patrias comunes) porque algún día lo dejaré. Como Ulises volveré a Itaca, aunque de momento lo que me viene importando más es este puerto; tengo varada mi barca en el prado y hay mucho que hacer antes de volver al mar.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Entre otras cosas, dice Kavafis: "Ten Siempre a Ìtaca en la memoria. Llegar allí es tu meta...Mas no apresures el viaje"
ResponderEliminarDicen por estos lares y otros más al oeste, "se es de donde se pace no de donde se nace"
Curiosa la simbología de tu jardín. Sabrás que las catedrales tienen la entrada por el oeste (la oscuridad), el altar al este (la luz), el antiguo testamento al norte (el frio) y el nuevo al sur (el calor).
En esta ciudad donde vivo y nací, fundada por la Legio VII Gemina...y no sé cuántas cosas más,
tenemos la suerte de tener una joya estilizada en piedra y vidrio: la pulchra leonina.
Buenas noches
La más bella catedral de la península, de corte francés, con el más precioso juego de cristaleras de día y de noche, para verlas por dentro y por fuera según esté la luz.
ResponderEliminarAhora bien, yo disiente de lo de "ser", creo que uno es lo que es y pace donde puede. Yo renucnio a ser de cosas que puedan producir o producirme tendencias a anti ser.
Buenas noches, claro.
Me ha gustado mucho el relato. Anoche, ya acostada, jaja, leí los dos que tenía pendientes: el paseo por el bosque... y los caballos, y los recuerdos y divagaciones en Roma.
ResponderEliminarTus escritos no son fáciles de leer, no por dificultad de comprensión, sino por el "tempo" que les imprimes, el tempo que los habita, pues ello te obliga a parar, a frenar, o al menos a cambiar de marcha, y a leer despacio, muy despacio, porque si no, al menos a mí, me resulta imposible asimilar y degustar el plato. Digamos que hay que cerrar los ojos un momento, y meterse en el papel.
Hasta pronto!
Roma, si alguno día escribo un libro largo y alguien me lee, me considerará uno de esos escritores pesados y lentos que creen que la acción es mirar atentamente como camina una hormiga, cosa que por otra parte es cierta. Eso excluye cualquier éxito de público. Así es que cuando alguien como yo tiene uno o dos lectores, loscuida con mimo.
ResponderEliminarDicho esto, y aceptando lo que dice Sartre, "una novela es la azarosa empresa de un hombre solo" y la producción de una pintura en un lienzo, yo creo que escribir es una de mis mejores y más gratificantes maneras de reflexionar. De ahí el tempo. Sin prisa hasta que llega el núcleo, sin pausa después, recorriendo los senderos que se bifurcan del jardían. Cuyando escribo pienso a veces que el pensamiento es un travelling dirigido al azar.
Por cierto, ¿de donde sales?
Yo?, pues no sé. Y tú?
ResponderEliminarBuena idea esa de que cuando escribes a veces piensas que el pensamiento es un travelling dirigido al azar.
Respuesta: por lo de tu retiro a descansar.
ResponderEliminarEn cualquier caso yo de salir sería de la Barcelona de 1944. Y viene a cuento una broma de un filósofo francés André Comte-Sponville que en su Diccionario filosófico dice así: a laa preguntas vitales contesto "soy André Comte Sponville, vengo de mi casa y voy a trabajar"
Jajaaaaaaaa, muy bueno.
ResponderEliminarSalgo de Valencia, y ya mismo, y voy a Burgos y a Santander, y luego vuelvo de nuevo a Valencia.
(No soporto las fiestas falleras, así que hasta la vuelta. Te leo a la vuelta.)