lunes, enero 23, 2006

Llueve como si nada


Cuando todo es silencio permanece el sonido como inmóvil, detenido en su continuidad, pleno de levedad como la de las hojas acariciadas por el viento, la fina llovizna de gotas que se cuelgan de las ramas y resbalan por ellas llenándolas de lineas de brillo y de sombras, como si se trataran del propio Apeles descubriendo la sombra. El silencio de la vida está lleno de compañía. Gracias al silencio oímos el ruido de las cosas; las voces de la lejanía. La vida se mete de rondón y es sonidos. Se deslizan ofreciendo su cara más amable. Al fin tenemos compañía. Camino por la ladera inclinada que llaman Aguas Vertientes. Regatos, arroyos miserables, atrevidos torrentes, pasan de mi. Por ellos sé de la existencia del valle. Llueve, llueve, llovizna sobre la tela roja de mi chubasquero. El sendero que me llevará hasta mi casa me aleja de mi mismo otra vez. Un corzo olerá mis huellas. O un empapado jabalí. Ninguno de ellos sabrá de mi, de mi nombre y afectos. Y sin embargo hay que volver antes de que caiga la noche.

1 comentario:

  1. ...es como verte pasear...lejos de la casa y con tu chubasquero rojo...también tus botas...esas que dejan las huellas que luego huele el corzo....

    un beso

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