sábado, junio 20, 2015

Devo tornare a casa mía...

Hay una canción antigua que cantaba Mina, "Devo tornare a casa mía". Hay quienes hacen de una musiquilla su bandera, yo lo hice de esta, no se porqué y no recuerdo desde cuando. Me pasaba con algunas otras cantadas,  también italianas, una era "Parole, parole, parole", sentía por ella una muy especial afecto, o afección. Pienso que igualmente que existe en catalán la expresión "lletraferits", que tanto me gusta, dedicada a los lectores devotos, casi enfermizos, estas canciones me hirieron y la cicatriz sigue sensible.
Hace algún tiempo que pienso que toda la vida no es sino un perpetuo alejarse de la casa de uno para ir volviendo a partir de un cierto momento, incierto momento del que seguramente apenas cabe memoria. ¿Cual es esa casa de uno de la que no parece quedar memoria pero si deseo, voluntad y vocación de retorno? Son seguramente los lugares de los espíritus, los que habitaron nuestras sombras, que son la memoria, trazada a pinceladas a partir de ese proceso selectivo de eliminar o dulcificar lo trágico y ensalzar, endulzar, los vagos momentos en los que la dicha parecía envolvernos.
Siempre, y cuando escribo siempre me refiero a una larga vida desde la juventud, me he sentido nostálgico. Antes envidiaba, ¿qué le vamos a hacer? Pero mucho antes, después de aquel tiempo de juventud y envidia del que me queda poca memoria y alguna vergüenza, me incliné por la nostalgia. Un joven nostálgico es, para muchos, una contrasentido. Tampoco sobre eso tengo una idea clara y menos una respuesta, y menos aún una pregunta.
Hace algún tiempo habité, metafóricamente este blog, "En El Bosque" y en él hice amigos. Fueron días aciagos, lastrados por la tristeza tal vez, que cancelé un día cambiando de lugar, no solamente en el blog, sino también en la realidad. Abandoné de manera permanente, no por cortas temporadas, el bosque real en que vivía y me acerqué al mar. Buscábamos el calor, el paisaje mediterráneo, el mío, si puede decirse que existe título de propiedad para un paisaje. Otro blog dejado de la mano, de la inspiración y resumiendo de la voluntad. Es esta palabra, la voluntad, una que voy usando cada vez más. Pues aquel blog no mantenía el pulso, no expresaba lo que yo ya no sentía necesario escribir. Nadie deja de pensar, pero si de expresarse. Se cae en el mutismo por muchas causas, una de ellas por ensimismamiento. Otra palabra esta que me gusta, que practico, que hago mía.
Así que desde este ensimismamiento, ahora que la casa del bosque está en venta y el otro blog se habilitará para la fotografía en breve, será cosa de la voluntad el hacerlo, vuelvo a mi casa, al viejo blog arrumbado que necesita una pequeña limpieza, adecentar las paredes, sacar las telarañas, abrir las ventanas y dejar que la luz lo invada todo.
Seguiré pues en el bosque de la metáfora, no en el real, ahora que voy allí a pasar el verano, el último si los compradores se deciden.

4 comentarios:

  1. Me alegro de recuperar a un 'viejo' bloggero, otra vez en la senda del intercambio de impresiones de eso que nos sucede andando po deambulando por la vida. El bosque es de nuevo, animado.

    saludos

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  2. Bon día, Francesc. Aquest días he pensar molt en tu.

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  3. Es verdad que todos los bosques son, después de ser bosques, una metáfora, y no sabría decir qué me gusta más. Digamos que breve es el tiempo que nos ha sido dado y, qué cullons, merecemos acariciar todas las opciones.

    Querido Luis, me alegro mucho de volver a verte entre estos árboles (mapas vasculares, visiones de senderos animales tomadas desde el aire, fractales químicos, corales idénticos a cerebros). Me alegro mucho mucho, hombre del prado. Un abrazo para ti y otro para Goyerri, la pequeña sombra que caminaba a tu lado.

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  4. Te devuelvo ese abrazo con el gusto emocionado del rencuentro, querido Jesús. Goyerri sigue ahí, hay tanta vida que se niega a darse de baja.

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