lunes, agosto 15, 2011

Aquí, otra vez aquí.

La última vez fue en diciembre del 2010. Luego otras aventuras deambulantes, iniciadas con poca fe. A menudo se produce el vacío, uno acaba de beber el contenido y el frasco queda vacío. Escribir es terapeútico. Hacerlo con un blog es lo mismo, o más. Levantar la voz hacia el espacio poblado de sombras desconocidas. ¿Quien de entre las cohortes de ángeles me escuchará si grito?, escribió Rilke. Este verso le ha acompañado desde que lo leyó por primera vez, hará cincuenta años. ¿Quién? Las otras aventuras han quedado abandonadas, semienterradas en la arena como aquel ejército mesopotámico que desapareció de la noche a la mañana. ¿O no era mesopotámico?
Pero el tiempo es fructífero, siempre da de sí, pare los acontecimientos. Murió Goyerri y ha llegado, desde el bolsqe cercano, Gatito, pequeño y canijo con dos o tres meses, no más. Fue entrando en la casa poco a poco, en busca del alimento que se le dejaba, cada vez más dentro. Un día llegó a la cocina. Otro lo descubrimos durmiendo a fondo, hundido en el sueño, en un sillón del piso alto. No entendía que se le sacara de la casa y salía a regañadientes, parándose y mirando hacia atrás. Hasta que llegó el invierno y pudo más la piedad, o la pena, o la ternura. Se quedó y ahora sale y entra a su gusto, pero abandona muy poco el jardín, que ya es su territorio. He ahí la metáfora: es un gato propietario. Pasó el invierno en Alicante y parecía aburrido, sin jardín, sin setos, sin ratones. Se tumbaba en la terraza frente al mar y lo miraba hasta quedar dormido. Horas y horas dormido, plácidamente, ronroneando cuando al pasar se le acaricía la barriga o el lomo. El placer de la seguridad cuesta la libertad. Otra metáfora. Metafórico está, se diría del Hombre del Prado en pos de Valle Inclán.
Y llegó Rita. Es el punto de encuentro de toda la ternura, la planicie donde se remansa el amor y se convierte en sonrisa. Ha jurado no hablar de ella, le cuesta soportar a los abuelos que no cesan de hablar de sus nietos. Baste por el momento que una media sonrisa de la pequeña Rita, siete semanas, ya dando tumbos por la geografía, media sonrisa pues, llena. Es cierto que es muy guapa, y muy lista...
La novela sigue su proceso, avanza. ¿La acabarás algún día?, le preguntó un amigo. Espero que sí, un día antes de morirme, contestó. Son bromas que se dicen, ocurrencias. La razón de no haberla acabado es que caminar por ella es difícil, laborioso, y que no hay prisa, también eso es importante. ¿Qué prisa hay en acabar un castillo de arena en la orilla del mar, cuando las olas se llevan una parte cada noche. Trabajos hay que no tienen fin porque no tienen destino.
Hay más cosas, pero mejor mañana, o pasado mañana, se contarán. Con calma, todo con calma.

5 comentarios:

  1. Hola Luís, celebro tu regreso..., yo ya ves, como Felipito Tacatún .. sigo

    un abrazo.

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  2. Hola, Francesc. Cómo decíamos ayer... Si, la foto está bien y a ellas dedico ahora mucho tirmpo. Puedes ver una pequeña colección de la serie del bosque en www.luis-rivera.es

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  3. Volver a leerte aquí es como viajar un poco en el tiempo. Qué alegría. Ah, y muchísimas felicidades. Fuiste tú quien me dijiste una vez que la vida no es una cerilla que arde y se apaga sino una llama que pasa de antorcha en antorcha. La tuya alcanza a Rita, el amor continúa su camino. Ha de ser muy emocionante. Enhorabuena y un abrazo fuerte.

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  4. Jesús, si. Es muy emocionante. Y vivificante. Y tierno.

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