jueves, enero 15, 2009

De Wall Street a Negrito

La mayor reducción al absurdo es saltar vertiginosamente de los más grande a lo más pequeño, o de lo significvante a lo insignificante. Hay un tipo que camina por las calles de Nueva York y viaja en su jet privado del que dicen que ha estafado 50.000 millones de dólares. Al Hombre del Prado le parece imposible, no cree que eso sea una estafa, en el caso de que se haya producido una apropiación indebida, y hasta en el uso de esta última palabra que tal vez sea a su vez indebida, pues le parece imposible que alguien pueda hacer eso, quedarse con una cifra cuyo monto está fuera del alcance de la imaginación y es con mucho más cercano a una secuencia de ceros que tiende al infinito. Pues ese hombre camina por la calle, viaja a Londres, le incautan joyas y paquetes de dinero, él sigue en la calle, pasea por ella, vuelven a discutior si hay que mantenerlo dentro o fuera de la seguridad de una celda preventiva, y la cifra que tiende al infinito sacude la angustia larvada de sus antiguos propietarios.

El Hombre del Prado, encogido por un frío de hielo que cristaliza hasta en el alma y desde luego en el ánimo, no hace sino que sentrirse el vértigo de todo lo que sucede alrededor. Como ha cumplido, hace pocos días, sesenta y cinco años, ha decidido jubilarse, no de la profesión, que abandonó hace tiempo, sino de todo lo demás que le liga al resto, esos centenares de cordones umbilicales que a lo largo y ancho de la vida se han ido creando a su alrededor, parten de él y le unen a los noticiarios en televisión, a las páginas de los periódicos, al mundo en general que le rodea y que se inicia en el político más cercano e invisible de cuantos conoce, que es el concejal de basuras del pueblo en que vive, hasta el mismo dios que habita en Wasingthon o en Madrid, uno y dual, uno y trino, uno e infinito, pues va creando y dispersando clones de sí mismo que toman porciones de su poder infinito, que es del gobernante sobre el gobernado.

Sabe este Hombre que habita en el frío que se extiende demasiado y va de la Meca a la Ceca sin rumbo fijo. Siempre se lo han dicho. Es tan consciente que relee los párrafos que acaba de escribir y opta por volver al semi dios que camina por las calles con la íntima satisfacción del deber cumplido al apropiarse de lo indebido, e incluso va un poco más allá, porque no quiere olvidar a Negrito. Pero antes debe pasar por un hecho que si fue circunstancial ahora forma parte del paisaje estable. Una crisis económica, inmensa, seguramente aterradora cuando en el futuro se la ciontemple y cite como cronología de referencia, lo envuelve todo, y a la certeza de su existencia se añade la cita común de la adversidad que todo quisque prevee para sí o para un amigo cercano. "Hay crisis" dice todo el mundo, pero en la cercanía del hombre del Prado, nadie dice "estoy en crisis"

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