miércoles, septiembre 03, 2008

Escribir por escribir, como hablar por hablar o callar por callar, son ligerezas que se producen en el ambito de la vanidad. Quien las produce suele creer que acierta: se lee, se escucha o se regodea en su silencio con la satisfacción de quien ante el espejo, se jalea. El bosque suele ser un buen lugar para practicar el encuentro de uno con su voz, con su silencio o con su escritura ya que en su soledad. el diálogo con uno mismo conlleva un apología crítica sobre de fuera adentro. En verano, el aire pesado y el zumbido de los insectos agudizan la crítica e incluso la propia hostilidad que se ejerce contra uno. Puede ser que no se soporte la propia voz o el párrafo escrito trabajosamente escrito la noche anterior o, incluso, aquel silencio que ha provocado el aburrimiento.

Alrededor de si, el Hombre del Prado va reconociendo a aquellos, numerosos, legión, que están al cabo de la calle. No se trata de que lo crean, que podría ser un estado de ánimo, sino que lo afirman, lo que es presunción.

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