miércoles, enero 16, 2008

Un nido dentro de un nido dentro de un nido...

Sale del Prado en medio del vendaval, cuando las copas de los árboles se cimbrean y en el techo, en lo alto, se deslizan las nubes grises, gris sobre gris, color de plomo sobre color de plomo, en dirección al sur. Las cumbres aparecen moteadas de blanco o del verde oscuro de los pinos y robles. ¿Quien podría decir cual es el color de la trama, el fondo real de la urdimbre de dos colores y de sus tonalidades? ¿El estado de ánimo? Sin aviso ninguno llega una lluvia densa, de gotas que forman una cortina espesa de puntos grises que vuelan en formación, de arriba a abajo, inclinando el plano de la caída, cayendo hacia el sur. La poca luz ambiente mengua más todavía y Goyerri sale de su lado corriendo para volver a la casa. Este perro no aguanta el tiempo inclemente, por leve que sea, que se ha vuelto (o siempre ha sido) muy señorito y poco dado a aventuras.

También el dios menor se ha retirado; él, que sigue con su manía de actuar como demon aunque el Hombre del Prado ha rechazado la oferta, que tiene por prodigio si resultara, pero al que en realidad le basta con la percepción continuada de Si Mismo y de su propia Conciencia. Cualquiera diría que está cayendo en un desdoblamiento de personalidad, pero sabe que no es cierto. Tiene la soledad del prado y de sus bosques (otra vez la urdimbre complica las cosas: ¿son los bosques del prado o este último de los primeros?), pues tiene esta soledad la ventaja de acentuar las propias percepciones, de verse uno a sí y a su conciencia, como si pudiera entablar una conversación en compañía. Volviendo al Dios Menor, que ahora habita en la casa y se mueve con ella con desparpajo y familiar libertad, este anda ahora enciclopédico y se dedica a mirar libros, a ser posible, que contengan fotografías, y muy especialmente, de su Grecia natal. Cuesta no obstante aceptar que esta Grecia de ruinas que el Hombre del Prado pone a su alcance en la biblioteca, sea en realidad la tierra natal de quien un día tuvo acceso (aunque restringido, que es dios menor y poco más) al Olimpo.

En este deambular entre grises y agua de lluvia, el Hombre del Prado repara por ves primera, entre las ramas desnudas, esqueletos de madera por los que alienta una vida en forma de savia, ahora detenida, un pequeño nido, muy pequeño: una semiesfera de ocho o diez centímetros de diámetros, perfectamente moldeada con ramitas y hojas que han secado formando un compacto, bien sujeto a la base equilibrada que forman tres ramas al unirse. es de color pardo que tiende ahora al gris total que le rodea, y se dibuja sobre el horizonte del cielo con una perfección casi absoluta. La geometría es un cualidad natural en los seres vivos, son ellos de geometría y en geometría se reconocen. Cuando en Roma, el Hombre del Prado, visitó el Panteón, se sintió abrumado por la cúpula con su óculo central: círculo de límpido cielo horadando una cóncava superficie de absoluta perfección. Escribió entonces un poema que no e resiste a reproducir aquí, hace de ello ahora más de diez años, en el primer viaje en el que sintió el fulgor de lo deslumbrante como un retorno a lo esencial perdido.

¿que miras? El panteón de Adriano - (1).

la geometría.
lo bello siempre inalcanzable
más allá de un gesto.

imaginando vuelos de paloma
cautiva en el círculo perfecto
que divide intención y libertad,
ya ciega de salidas
-así pues inacabada-
en el corazón de un hueco de infinitos
circulares
ininterrumpidamente…

es
a la manera griega,
la medida del hombre
y la suma del sueño,
geometría, reflejo
de uno mismo.

no existe el tiempo
y cabe cosechar el instante
de haber estado dentro





en el panteón de adriano (2)

salir por la puerta,
tomar a la luz con la mirada,
apoyar la palma de la mano en la columna
-es todo el tiempo, todo-
en el pronaos, cerrando los ojos,
cederse al vértigo. redimido. redentor.

perdida la identidad
ya nunca pecarás con la banalidad.


Este nido que observa, ahora vacío, le ilusiona; ha estado tres años esperando que los pájaros tomarán el jardín por por Edén y en él se aposentaran. En vano ha sido, tal vez porque el corto espacio de tiempo que lleva encrecimiento no había dado aún, no solo la apariencia, sino la misma natural confianza en la que un pájaro ha de depositar en el paisaje para decirse a si mismo: "este es el lugar". El nido, ahora vacío, espera la llegada con la primavera de sus ocupantes y el Hombre del Prado siente una honda preocupación por si este viento huracanado que recorre la península, fuera a producirle daños o a arrebatarlo de su anclaje y estrellarlo contra la ladera de Aguas Vertientes.

En el invernadero florecen con fuerza intensa y decisión los geranios y mantienen las begonias su pétalos de rojo apagado. Menta, cebollino, perejil, hinojo, poleo, tomillo, romero, salvia y albahaca, siguen contra natura creciendo en sus macetas y expandiendo por la burbuja de cristal un aroma especies que añoran su mar, la extensión del Mediterráneo. La temperatura se mantiene entre diez y doce grados durante toda la noche, cuando más allá del cristal cae por debajo del cero. Ahora, arreciando la lluvia, que se mueve el en espacio, que dibuja en su movimiento su tiempo, le rodea más allá de los cristales y contra ellos produce un ruido sordo, sostenido y compacto. Se dice el Hombre del Prado que cualquier forma de lenguaje estaría perdida sin adjetivos, y eso le divierte. Se vuelve a Si Mismo, (una forma de hablar, o de escribir) y le dice (o le piensa, otra manera) "ya ves que no te necesito para pensar algo original". Permanece el silencio por dentro de la lluvia sonora, un silencio dentro de un ruido; un invernadero dentro de la lluvia: un nido dentro de un jardín; un jardín dentro de un prado; un prado dentro de un bosque: abrir y abrir espacios para encontrar el otro más amplio, acogedor también. Tentado está el Hombre del Prado de elevar a los dioses inexistentes una plegaría preñada de agradecimientos.

Está en el espacio que todo lo envuelve, el cielo, el firmamento, el lugar al que van las almas que pesan menos que el aire y abandonan el cuerpo cuando este muere. Entre Cicerón y Lucrecio, se queda con el juego de las almas vivientes volando a encontrarse con su aire esencial, que narra el primero, sacado de sus lecturas griegas, de su admirada Grecia. Algún día, tendrá que encarar nuestro hombre, una conversación de retorno con el Dios Menor y abocarle de lleno al reconocimiento del mundo de ideas del que ha salido. ¿De que manera, se pregunta, conviene ver las cosas? ¿Cómo las transformamos dentro de nosotros mismos, a ellas, que son externas? Escribe Levinas en "Existencia y Conocimiento"

La luz, la claridad, es la inteligibilidad misma, hace que todo provenga de mi, reduce toda experiencia a una reminiscencia elemental. La razón está sola. Y, en este sentido, el conocimiento nunca encuentra en el mundo algo verdaderamente diferente. Tal es la verdad profunda del idealismo. En ella se anuncia una diferencia radical ent5re la exterioridad espacial y la exterioridad de los instantes unos respecto de otros
.

Hay un "de repente" para todo, que no es sino la abrupta frontera entre esto y lo otro, que parecen unidos y no lo están. El juego de las cajas que son nidos y se encierran no es sino el juego de las esferas que forman el cosmos, los enormes huecos de paredes de cristal que flotan unos en otros buscando un límite. Que maravillosa visión la de un mundo en geometría, se dice, que goce para el alma y la inteligencia, para la razón, poder encontrar una explicación hecha de planos geométricos, de formas geométricas. Usa el hombre las herramientas que tiene a la vista y abstrayéndola encuentra la relación entre el lado y el diámetro de un cuadrado: lado por raíz de dos. ¿Como podría olvidar algo tan elemental y dulce?

Pues en este "de repente" al que se ha hecho referencia, han aparecido volando dos rapaces, halcones tal vez, milanos posiblemente, muy altos, en círculos, en pareja, en su tiempo y en su espacio, que no es sino el suyo. Repara entonces el Hombre que ha dejado de llover y por eso vuelan los pájaros; sale él de su nido-invernadero al nido-jardín para entrar en el nido-casa, dispuesto a escribir este post. Después de ocho días de sequía, se le ha ocurrido algo para narrar.

16 comentarios:

  1. Hoy precisamente, también en Valencia, con el vendaval los árboles del paseo cercano se han desnudado y arriba en lo alto de uno he visto un nido vacío y frágil haciendo equilibrios. Mi urbanita se ha emocionado.
    Eolo nos ha unido en sus movimientos.

    Saludos cordiales.

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  2. Petrusdom: creo que en los movimientos de Eolo y en muchos pensmientos que compartimos.

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  3. Somos hijos del tiempo, Luis. La etimología, que es la auténtica gimnasia de la fantasía, lo deja bien claro:

    “Instans, -ntis” es la forma del participio de presente del verbo “insto” que, entre otras cosas, significaba “empujar”, “perseguir de cerca”, “apresar”.

    “De repente”: Proviene también de otro participio, en este caso del verbo “repo” que significa “arrastrarse”, “declinar”, “deslizarse”, “reptar, “colarse”…

    “Súbitamente”, “súbito”: De “subeo”: ir de abajo arriba, ascender, penetrar en…

    “Momentum”: Es la contracción de “movimentum”, movimiento, impulso.

    Pero la palabra más sorprendente es “rutina”: Procede del verbo latino “rumpere”, que dio lugar a “romper” y a otras muchas palabras. Con el prefijo ex-, se formó “eruptio, -onis”, derivado de “erumpere”, que dio lugar a erupción, en el sentido de ‘salida brusca e impetuosa’ pero también a irrupción. Con el prefijo inter- se formó “interrumpere”.Y lo más soprendente de esta sorprendente palabra es la relación entre “rutina” y “ruta”. Nuestra “ruta” deriva del francés “route” y “route”, a su vez, de la expresdión del latín vulgar gálico “rupta via” (camino roto, es decir, abrir camino). Cuando el camino esta vierto, la “via rupta” se convierte en rutina.

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  4. ¿Te has fijado, hombre pensador, en la cualidad básica del agradecimiento?, a saber:

    No importa en absoluto que lo dirijas a dioses inexistentes, porque lo importante es el efecto que el estar sintiéndolo produce... ¡sobre ti mismo!

    Esa es la clave, y no los diosecillos ni los diosecetes (mayores menores o minúsculos de toda minusculosidad) de los que te rodees ejerciendo tu libre albedrío

    (Psssst, por cierto, el verde no puede provenir ahora de los robles, ¿vale?)

    felizahora

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  5. Luri: hasta hoy, no había reparado en esa relación entre tiempo y acción en las palabras. Y hasta hoy no había sentido inquietud alguna por las etimologías (bueno, alguna si) lo que me inquieta. En fin, veremos...

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  6. Anónimo conocido: veo que das importancia a encontrar una "clave" en las cosas que escribo, o cuando menos, un punto de apoyo para ejercer una a modo de réplica.

    No hay "clave": de haberlas, hay figueas retóricas, efectos literarios que buscan ralentizar el tiempo de la descripción. Lo sencillo, y seguramente aquello por lo que tu apostarías, sería escribir de manera lineal "salí al jardín, vi un nido y me puse contento". Pero lo lamento, porque eso a mi no me gusta.

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  7. No se si has entrado recientemente en el blog de alma http://almablog.blogspot.com

    Hoy, por ejemplo, cuelga una foto que apenas necesita comentarios, aunque pueda ser agradable comentarla; digamos que da pie a ello

    Eso es lo que yo leía, frases que al margen de su contenido estético y de su forma de aportar un "tempo" a la escritura y a la consiguiente lectura, también dan pié por si mismas al comentario.

    Por ejemplo tu frase sobre la "gratitud a dioses inexistentes", es extremadamente interesante en ese aspecto; y lo es por si misma

    felizahora

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  8. Yo siempre he sentido que la Geometría y la Naturaleza tenían esto en común:La abolición del tiempo, o al menos de la sucesión.A ambas les es indiferente.
    Tus nidos dentro del nido..etc.me han hecho acordarme de un libro extraño y maravilloso, cuyo autor confiesa que los "loops" le obsesionaban desde pequeño: "Godel, Escher y Bach.An eternal Golden Braid, de Douglas Hofstadter.

    GLuri: El viaje etimológico tiene una maravillosa utilidad: Quitarle el disfraz a los conceptos y ver que del círculo mágico de la metáfora no se puede salir ni entrar.(Bueno, los Zenitas dicen que sí pueden cuando se "Satorizan", y S. Juan de La Cruz también blasonaba de ello ..." a la caza le di alcance")

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  9. La grandeza y calidez de los nidos se aprecia cuando los huracanes y los temporales los ponen en peligro.

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  10. Anónimo: claro está que el gverde no procede de los robles, pero en el continuo de la mancha verde, el grupo de robles actúa ante la vista como un elemento que altera un color general. No es la distancia la que nos puede dar ese detalle, sino una cadencia de verdes, ocres y marrones, que son una mancha con tonalidades en la que el dominio es del verde decidido y vivo del pinar..

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  11. Dhaver, el libro que citas es para mí motivo de divertimiento, entendiendo esto en su justa medida, y lo abro de vez en cuando. Sus viajes en torno a los bucles permanentes empujan a conocer la matemática más a fondo de lo que yo la conozco.

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  12. Julia: lo pequeño y frági es enormemente resistente, y supongo que eso es lo que nos maravilla, porque nos podemos en su lugar y nos asusta.

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  13. Rivera:

    Yo llevo visitándolo a chupitos varios años, porque aunque está redactado muy amablemente, es muy denso para mí, aunque las partes fáciles, son, además de muy inspiradoras, muy divertidas.

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  14. No sé si lo has visto:

    http://blocfpr.blogspot.com/2008/01/senzilla-bellesa.html

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  15. Julia: ¿que puedo decirle a Francesc? Recuerdo unas palabras de Espriu (y nada más lejos que la comparación de mi intento) cuando dijo en una entrevista que él estaba contento de muy pocas líneas escritas, versos nunca terminados, siempre por pulir. Algunos párrafos míos me complacen, y el que cita Francesc (gracias, amigo) es de esos.

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