lunes, marzo 19, 2007

Diario. Sol. 12 º / A vueltas con los 1.000

Cada día miro, de vez en cuando, la biblioteca. Entiendo por ella a los espacios en anaqueles de madera de cerezo que ocupan una buena parte de mis libros y que rodean a la mesa en que trabajo, que son dos en realidad, contrapuestas, amplía superficie también de la misma madera, del delicado tono rojizo, sobre la que descansan las cosas de escribir, algunas de dibujar, cuadernos de notas, una brújula de latón dorado que sigue empeñada en señalar el Norte después de tres siglos de existencia inconsciente, lápices de punta gruesa, de color amarillo para marcar, un teléfono y cuatro piedras pequeñas recogidas de paseos por el bosque o por la playa. Además, un denario de plata del año 106 AJ, año del nacimiento de Cicerón. Tenía dos y regalé uno al cirujano que operó a Ana ahora va para el año, le dije que quería pagarle de alguna manera tanto cariño y comprensión, tanta humanidad: "hazle un colgante a tu mujer, procura que el joyero no lo taladre" y según me contó después, eso hizo.

Tiendo a divagar así que los pocos que me leen ya saben a lo que se exponen. No se quejan, desaparecen algunos de repente. Les comprendo muy bien, yo pienso que si me leería y que sacaría algún provecho de ello, pero está claro que siento por mi labor en este blog un cariño y aprecio tal vez fuera de medida. Es cierto, como he escrito al inicio, que cada día miro a los libros que me rodean y pienso que debo ponerme al trabajo de seleccionar volúmenes. No albergo piedad por ellos, son útiles de mi aprendizaje, pedazos de mi yo incorporados ya a lo que es mi esencia, mi humanidad, transformada desde el día en que nací vacío hasta este hoy en que me siento repleto.

Iré, les digo con el pensamiento, decidiendo de cuales he de prescindir y en ese trabajo me encontraré con algunos que, a decir verdad, nunca me han interesado; por el contrario con otros muchos que si lo han hecho. Todo va a depender del interés que despertéis en mi en el momento en que empiece a hacer mi selección inquisitorial.

Reparo en lo exiguo de la presencia de novela española contemporánea. Hace años que no la leo. Lo últimos algunas cosas de Marías. En conversaciones con amigos les digo que la novela actual no me interesa salvo que sea novela policíaca, esa sí, pero por compañía y distracción del momento; una vez leída la regalo. Vuelvo a mis conversaciones con amigos: no me interesa la novela contemporánea, ni Marías, ni Azúa, ni Prada... Tengo lo que define Ortega en unos tempranos escritos el "temor del lector, que es el miedo a aburrirse" Inquieren si es que creo que no hay buenos novelistas, dispuestos a darme la razón. No, les digo, soy yo el que ya no es un buen lector. He vuelto atrás, a Baroja al que quiero releer, para llevarme al refugio de los 1.000. igual que a Azorín y a Galdós, y a la Pardo Bazán, por citar otro interés que había olvidado.

Si quieren saber porqué, sinceramente o por cortesía, no se que contetstarles. No me interesa, pienso, la versión actual del mundo de hoy que tienen los escritores de hoy y no me gusta, de algunos, su estilo caprichosamente enrevesado. Tengo la impresión de que debo esforzarme mucho para comprender y seguir a la historia, lo que es injusto, porque lo que escribo yo en forma de narraciones, sueles ser enrevesado y seguramente afectado en el estilo. No hay que buscarle, insisto, carencias donde es probable que no las haya, porque, y esto es muy importante, deben de haber buenos escritores, pero no me interesa, por pereza, por total y absoluta pereza, descubrirlas de la misma manera que me niego a que un crítico a quien no conozca me los recomiende. Sucede que ni me interesa lo que he escrito ni me interesa lo que escriben por puro desinterés, por miedo al aburrimiento.

Probablemente me esté haciendo un favor, ya que dejo espacio entre los 1.000 a otros, que descubiertos o por descubrir, me han de acabar interesando más porque todavía son capaces de aportarme mucho.

Pienso que no conozco las claves de cuanto ha pasado ayer, de la misma manera que me interesan poco las claves de cuanto a de suceder. Como Ortega, puedo afirmar que he pasado muchos años de mi vida caminando por el borde de la historia y me quedan senderos por descubrir, o por disfrutar recreándome en ellos. Ocasionalmente coincido con el autor cuando, como Ferlosio, abomino de una obra que hace muchos años me pareció magnífica: El Jarama. Hoy me pregunto si me lo pareció ciertamente o la leí empujado por la corriente de lectura realista que se derramó por nuestro horizonte literario, magniícándola la moda o el modo; apenas recuerdo a García Hortelano pero si tengo vividas las sensaciones profundas de los libros de Juan Marsé. Pasé horas leyendo a la Durás, pongo dos ejemplos de literatura francesa, de la que no quiero acordarme: ella y Robbé Grillé.

Ser sincero me obliga a reconocer que ni siquiera lo escrito por mi se salva del desprecio, entendiéndolo por la ignorancia consciente. Apenas unos poemas y una novela veinteañera que envié a Seix y Barral y me devolvieron con amable comentario evasivo que no guardo. Tampoco abro sus páginas, la reduciré a trocitos de basura en cuanto de con ella.

Voy viendo, poco a poco, si no lo que estará entre los 1.000, si aquello que no tiene ninguna posibilidad, y entre todo esto me pregunto si guardar los libros de Benet sobre Región y un volumen de cuentos de Aldecoa. Creo que este último si, sobre Benet, lo decidiré más adelante. Y tyambién, al hilo de lo que escribo debo salvar algunas cosas de Goytisolo, de Juan, claro: Señas de Identidad, Juan sin Tierra, Reivindicación del Conde don Julián...

13 comentarios:

  1. No me preguntes como llegue!, ni yo misma lo sé,....y estoy encantada con tus letras...magnífico lugar para regresar!!

    saludos

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  2. Mabana: Vigila, que este lugar crea adicción.

    Me inmiscuyo como pueblo en este espectáculo de gladiadores: Amnistía a Benet...

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  3. Mabana, toda llegada es bienvenida. Los regresos producen más alegría todavía.

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  4. Hay libros que tienen su momento, creo -opinión subjectiva, como todas- que Benet ei incluso Goytisolo pasarán, pero que de Marsé quedarán muchas sensaciones y fragmentos. Hace poco hablé también de Pardo Bazán en mi blog (en catalán). Baroja mejora con el tiempo. El tiempo, dicen, es el mejor crítico, pero no sé, tampoco lo tengo claro. Creo que hay narradores españoles actuales buenos, incluso muy buenos, pero ya son, a veces, de 'otro mundo'.

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  5. No comparto la petición de amnistía para Benet, la verdad...

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  6. Julia, yo también dudo con Benet, pero la duda es de por sí una complicación añadida con la que he de contar.

    Por otra parte, en Marsé me fijo en "Ultimas tardes con teresa" y "Encerrados con un solo juguete", que me parece que plasman un mundo muy concreto, descriptivo, local a la par que universal. Creo que es el gran novelista de entre muchos.

    Estoy seguro de que es cierto que hay buenos escritores hoy: ya digo en el artículo que creo que soy yo quien es mal lector.

    Leeré tu post sobre la Pardo Bazán, que es para un descubrimiento tardío.

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  7. Qué casualidad! justo ayer noche, después precisamente de leer este artículo, me puse a ordenar mi estantería de libros, que está ordenada, pero al día de ayer-noche decidí que no me servía ese orden, y que debía organizarla de otra forma, pues me vuelvo loca buscando un libro cada vez que lo necesito. Me decidí a ordenarlo por escritores, por autores, en lugar de por editoriales que es como está todavía, a excepción de uno de los estantes, el que anoche ordené. Y justamente cayeron en mis manos los libros de Marsé: La muchacha de las bragas de oro, últimas tardes con Teresa, y Encerrados con un solo juguete. No sé si tengo alguno más e Marsé perdido por ahí... También agrupé a Mendoza: La verdad sobre el caso Savolta, El misterio de la cripta embrujada, El laberinto de las aceitunas, La ciudad de los prodigios, La isla inaudita, Una comedia ligera. Ahora ellos dos están juntos en el mismo estante. Juro que ha sido casualidad, que no lo pretendí, pero ahora, al darme cuenta, me quedo pensando en que cualquiera al verlo así supondría que hay detrás una intención. Y me resulta curioso y agradable que sucedan estas cosas.

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  8. Roma: La ciudad de los Prodigios de Mendoza es una espléndida novela, al igual que El laberitno de las aceitunas. Seguramente el primero de los dos entrará en los 1.000.
    Nada sucede por casualidad. Los libros se ordenan, buscan su lugar, a veces incomodan y se niegan a moverse y hay que ser undesalmado ncon ellos.

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  9. pues yo necesito estar en tu casa la tiradera, sería una buena pepenadora.
    también me tienes ordenando mis libros, ya llevé algunos a la biblioteca donde trabajo, y no porque no sirvan, sino porque serán útiles a los chicos.
    pero pero pero...
    no es nada fácil deshacerse...no sé como tú puedes...ufff...por qué no 1,003 ?

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  10. Clarice:
    Acabo de mirar en diccionanrio RAE "pepenadora" y dice que es de origen azteca, que se dice en América Central y México. Recoger. Bueno, ya sabes, cuando haga la criba te avisaré.

    1003 no, porque son 3 de más.

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  11. Les llamamos pepenadores a los seres que andan en los basureros recogiendo lo que uno tira. Ellos de eso viven, se alimentan. Gente pobre.
    También se aplica a que yo quiero ir de pepenadora cuando elimines tus libros.
    En cuanto al número, por eso, que sean 1,003...3 de pilón. Considerando que en tu casa vive Ana, Goyerri y tú. Bueno el punto es que me gusta el número.

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  12. Clarice:

    La gente que se dedicaba a recoger lo viejo, por calles y descampados, se les llamaba en castizo, en Madrid, "la busca". Baroja les dedica una gran novela con ese nombre.

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