martes, diciembre 12, 2006


Dedico este post a Pies Diminutos, por su esforzado y juvenil amor por el arte. He de reconocer que me conmueve y enseña.

Velázquez anduvo por estos pagos: él y Rubens. Esta sierra de Guadarrama y la adyacente de Malagón, que le sirve como de contrafuerte, fueron los paisajes escogidos para crear los fondos de los lienzos con los que retrataría al Rey Cazador, al Conde Duque y a otros personajes. Los cielos de la sierra son velazqueños desde que pasó el pintor por aquí y los pintó ilimitados, llenos de luz. Igual la vegetación: tengo yo en el jardín dos Serval de Cazador, que es un árbol que en verano da un fruto de bola pequeña y naranja que cuelga profusamente del soporte alto y esbelto y también dos hayas y un castaño: son todos jóvenes, aún sin hacer, sin la fuerza de lo árboles reposados en sus raíces, consolidados en el suelo que les acoge con el paso del tiempo. Tiempo tienen para ello, más que yo si un nuevo propietario en su momento no decide hacerse con una piscina, por ejemplo, o una pista de tenis. Velázquez los pintó a menudo.

Esta mañana he ido a San Lorenzo, a la librería, a buscar tres libros y he salido con dos. Encontré a faltar, hace días, reorganizando volúmenes en la biblioteca, la Ética de Spinoza. También necesitaba un diccionario de español-italiano porque quiero traducir una carta de Bruto a Ático en la que pone a Cicerón "a caldo" que yo no conocía. El libro está en italiano, y aunque me manejo bien en él, un diccionario a mano resuelve siempre algunas dudas. Los pedí los dos por teléfono y me los prometieron. No suelo recomprar libros que ya he tenido en mis manos y en mis pensamientos, pero Spinoza es una debilidad que no quiero encontrar a faltar: es de esos libros amigos, que cuando no tienes cosa mejor, echas mano de ellos y los abres, esto lo he escrito hace muy poco, por cualquier página. Me pasa igual con Descartes, con Cioran, con Camus, con la Arendt; puedo citar tres o cuatro más en los que incluyo los tres clásicos japoneses: Heike, Genji e Ise. La Ética no había llegado, pero en su lugar y mientras espero he recogido, además del diccionario, tres obritas ·de juventud" dice la contraportada, y me pregunto por la juventud de un hombre que murió con 34 años: Se trata de un tomito de Alianza en el que figuran impresas los Tratado de la reforma del pensamiento, Principios de filosofía de Descartes y Pensamientos metafísicos. Que nadie se llame a engaño, ni soy filósofo ni tengo esa formación, si la afición, que es otra cosa.

Debo ir a lo que iba. En la librería ha surgido el tema de viajar a Ragusa, en Croacia y de esa Ragusa ha surgido la otra, en Sicilia: Kiki, la librera, llevada por su entusiasmo siciliano ha mencionado a Stendhal y yo a Durrell. Aquí, en lo alto de la Sierra de Guadarrama, nos sobra Mediterráneo. Ana ha recordado que nos falta Sicilia de nuestra permanente repetición italiana, de esa fragmentación que hemos hecho de su geografía para ir asumiéndola poco a poco. Con Italia nos pasa a Ana y a mi lo mismo que con esos libros amigos a los que me refería: es el lugar al que siempre se puede volver con garantía.

Mientras hablábamos, ya se sabe el ritual: embolsar los libros, sacar la tarjeta, pasarla por el lector, esperar a la firma de un papel minúsculo que me obliga siempre a cambiar de gafas para ver donde debo estampar mi identidad financiera, la conversación se ha ampliado a dos personas más que esperaban por sus libros; es lo bueno que tienen estas librerías repletas y llenas de tiempo, que siempre dan de si para una charla informal, como las barberías de antaño. Una mirada al pasar, distraida, me ha devuelto al cuadro que muestro arriba y detiene mi pensamiento alejándolo´´ de la provincia de Ragusa, en Sicilia.

Hace solo unos días pensé en el cuadro de arriba, en La Dama del Abanico, que pintara Velázquez a una mujer imaginaria a la que debía apreciar bien, por razones que se desconocen. Me quedé pensando en las ganas de dedicarle una entrada de estas, porque es cuadro que me intriga y atrae provocando mi fascinación. Pues bien, en el momento de pagar he visto, entre librerías repletas, pilas de libros desde el suelo, expositores repletos del último Alatriste y carpetas de grabados, uno, puesto de lado, de esta mujer del abanico, esperando que alguien repare en ella y se la lleve a casa.

Es un retrato exquisito por su sensualidad: imagino a un Velázquez pintándolo con interno regodeo y satisfacción: el escote lo puso de moda la Duquesa de Chevreuse y las damas de la aristocracia madrileña lo adoptaron con entusiasmo, tal sería y tal provocaría en los varones que en 1639, tratando de moderar las costumbres, se prohibió el escote aunque algunas prostitutas de nivel lo siguieron usando por imitar a las damas y algunas damas, en semi privado lo usaron por imitar a las prostitutas. Un escote circulando por los bustos de las damas madrileñas en un juego de corro a la manera de Goya, es una divertida paradoja.

El desparpajo de la dama, su evidente gesto de tomar la toquilla tal vez para cubrir el busto estupendo, el rosario que lleva colgando de la muñeca, la mirada entre recatada y ruborosa, no esconden para mi, toda la coquetería que subyuga al pintor o toda la coquetería que el pintor pone en su interpretación de la dama. Por esta razón, mía y personal, excluyo la posibilidad de que el silencioso don Diego fuera el padre de la retratada, que de ser así contaría unos 20 años de edad en esas fechas. No imagino a Velazquez, hombre de apariencia piadosa y a buen seguro ciertamente lo era, usando a su hija como modelo.; no era hombre demasiado pusilánime en estas lides, y de su segunda estancia en Italia le arrancó una orden directa y perentoria de su rey, que si no, igual no vuelve, estando como estaba bien acompañada de dama italiana con la que parece ser que tuvo descendencia.

Descartada la hija, o es la duquesa, o una dama de la cercanía y aprecio del pintor o una prostituta: lo mismo me da: Ese retrato tiene el aroma de la carne perfumada, del sudorcillo ligero unidos al calorcillo de la vista. Los ojos de la dama son un romance: grandes y profundos, ligeramente saltones, miran con una ternura que es en si el falso recato de la invitación. El abanico está para no estar, la dama de Velazque no posa, está, es, no en la pose general que él le ha pedido,l sino en un momento de su compañía en que la vió así, tal y como la pintó, que no era como ella pretendía que la pintaran. Una vez más lo inaprensible vuelve en este hombre que del disimulo y de lo incógnito ha hecho su morada para la eternidad. La dama le dijo que no fuera y me atrevo a pensar que el fue, que se aercó, que cerró las cortinas o las puertas y que el fru fru de la seda y el sonido del rosario al caer, junto con el abanico, fijaron la pose en un momento antes para pintarlo, después.

La Dama del Abanico está en Londres, en la Colleción Wallace, justamente delante del Hombre riendo de Franz Hals; es todo una coqueteo que viene durando ya mucho tiempo.

Un cuadro, por decirlo simple, es y no es, como toda obra de arte. Cualquier pintura para ser arte merece ser descubierta por el espectador: a través de los poros, de las emociones, de la interpretación propia y de la interpretación sobre la intención del autor; de lo que nos dice sin saber de ella más que el marco y el lienzo; de lo que nos sigue diciendo cuando sabemos de él su intención y su esencia. Una pintura que no emocione, siendo lo que sea para el resto de la humanidad, no es. Me pasa con la Gioconda, con El Grito de Munch y con otras muchas: todo y habiéndolas ido a ver en persona, habiéndome plantado ante ellas y humildemente haber esperado a que me hablaran primero. No lo hicieron.

Pero esta Dama, como Spinoza, es buena amiga mía.

9 comentarios:

  1. Dice Steiner: " (...) Así es de sencillo y complejo.
    Pero repetiré que tal declaración no está sujeta a una prueba racional. No se concibe una manera de demostrar que alguien que coloca a Madame Bovary por encima de Ana Karénina, o que considera a Los embajadores comparable, en poder y magnitud, a Los demonios está equivocado, que no tiene "oído" para ciertas tonalidades esenciales. Pero
    tal "sordera para el tono" nunca puede ser superada por un argumento lógico. (¿Quién podría haber persuadido a Nietzsche, que tuvo una de las mentes más agudas que han existido para la comprensión de la música, de que cometía un craso error al considerar a Bizet superior
    a Wagner?) Además, de nada sirve lamentar la "no demostrabilidad" de los juicios críticos (...)".
    Amén de ignorar voluntariamente las vicisitudes personales Nietzsche- Wagner,Steiner dice de nada sirve lamentar..., yo añado, afortunadamente. Y voy más allá, creo que lo expresas de un modo magistral con esta frase: "Una pintura que no emocione, siendo lo que sea para el resto de la humanidad, no es".

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  2. Careiro: muchas veces he pensado en Mietzsche y en su actitud con Wagner, tan, probablemente, cargada del prejuicio acerca de lo germánico. Obvio, Bizet es magnífico, Wagner estraordinario. Pero de la valentía e inteligencia del filósofo alemás dan fe su clara actitud de rechazo, simplemente porque no le gustaba ese camino para la música. El problema, siempre de actualidad, es el miedo a exponer el propio gusto (cuando se tiene la facultad de disponer de él en cierta medida, y la necesidad que tenemos de que alguien nos guíe: no queremos opinar, queremos estar de acuerdo; eso da mayor satisfacción y es menos expuesto a la crítica, porque nos apoyamos en el docto pensamiento, y nos lo apropiamos.

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  3. Luis, la cita de Steiner no es inocente. También la relación Nietzsche-Wagner, ha suscitado mi interés de manera recurrente, desde
    que contaba con poco más de diez años. Como bien indicas Wagner es extraordinario, en mi opinión una de las cimas de la música clásica, pero esta cuestión no es sino secudaria, en el aspecto que tratamos. Pero como acertadamente apuntas, no en el caso de la opinión de Nietzsche, que demuestra inteligencia y valentía, pero también honestidad. El que tradicionalmente ha sido considerado como un pensador "contra el tiempo", considero que con el trancurrir de los años, cada vez más, se perfila y consolida más bien, como un pensador "sobre el tiempo".
    Efectivamente, lo que se percibe en
    el fondo, es miedo a tener unas preferencias estéticas, no diré ya éticas, autónomas, que susciten controversia y crítica. Y es que "El traje nuevo del emperador",
    parece tener plena vigencia...
    Gracias y un cordial saludo.

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  6. Te leo.
    Sería estupendo para mi, ir contigo a la libreria y a una exposición.

    No he leído a Spinoza. Lo buscaré.

    También me gusta que me hablen los pintores, de sentirme que yo soy la que pintaron.

    He disfrutado mucho las charlas de Pies diminutos y tú. Es una chica estupenda y concordamos que aprendemos a través de su juventud.

    Otra vez gracias mi querido Luis.

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  7. Gracias a ti, Clarice, porque se lo que ye ha costado poner este comentario. Bueno, ahora a ver si ha pasado el problema.

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  8. Breve apunte de Schopenhauer,sobre
    Descartes y Spinoza en relación a la existencia de "puros entes de razón": "El desarrollo de la cuestión en Descartes y su escuela lo he tratado ya como apéndice a mi apremiado ensayo El fundamento de la moral, en donde cité las palabras originales del cartesiano De la Forge, que vale la pena leer.
    Porque precisamente las falsas doctrinas de todo filósofo se encuentran por lo general expuestas, de la forma más clara, por sus discípulos, dados que éstos,no se esfuerzan, como el propio maestro, por mantener lo más
    oscuro posible aquellos aspectos de su sistema que podrían traicionar sus puntos flacos, toda vez que no tienen al respecto ninguna malicia. Ahora bien, ya Spinoza opuso a todo dualismo cartesiano su doctrina: Substantia cogitans et substantia extensa una eadequem est substantia, quae jam sub hoc, jam sub illo atttributo comprehenditur, mostrando así su gran superioridad(...)".

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  9. Muy interesante el post. Bonita (y merecida) dedicatoria. Es ahora, después de leerte mucho en bloj ajeno, cuando reparo en que estamos muy cerca, tú a un lado de la sierra y yo al otro.
    Me encantan ese tipo de librerías, en que puedes hablar con el librero (para empezar, porque algo sabe, cosa no muy frecuente hoy día) y aprender de los clientes. Por cierto, me impresionó la Wallace Collection, no me la esperaba tan buena.

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