martes, noviembre 14, 2006

´La luz, mi luz

Estoy escribiendo y escucho una música cuyo título y autor desconozco: es tan hermosa que no siento ningún interés por averiguar más; escucho y escribo. Por la ventana ha caído la noche y el mar es una cueva de oscuridad en las que el cabo lejano se distingue por un fogonazo lento que sin llegar a deslumbrar se hace bien patente. Arriba hay ruido de muebles, deben estar haciendo cambios, pero no alcanzan a molestar. La paz es un estado de animo, comprendo que eso es lo que sucede.
Mañana cogeré el coche y volveré al bosque por unos días, pero estos cielos radiantes del otoño, esta luz del mar tan blanca sobre los fondos azules que destellan, estos vastos espacios que abre la bahía y el horizonte en un abrazo gigantesco protagonizado por la luminosa nada en que todo permanece quieto, todo esto que narro con palabras incapaces de expresar lo que los ojos ven, me pide que vuelva.
La luz es un lugar para habitar y el Mediterráneo mi privilegio. Me lo dijo una amiga francesa hace muchos años" vivir en el Mediterráneo es un privilegio"; ella se había asentado en Barcelona, que no tiene esta luz brillante de Alicante, sino que mucho más envuelta en calimas parece acariciadora y dulce, sobre todo en los otoños. Su matrimonio se rompió y la despidieron de la compañía en que trabajaba, que dirigía él. No hay canallada que por bien no venga, se podría escribir, porque decidió quedarse en el hogar de la luz en lugar de volver a su París; con el tiempo conoció a un barcelonés y ya nunca más supe de ella.
Esta luz de Levante se ha quedado viviendo en los lienzos de Sorolla, en la arena de la Malvarrosa, en los niños que juegan donde rompen las olas, en las señoritas que pasean, en los bueyes que tiran de las barcas mar adentro, en los lienzos de tela, en las velas. A mi, cuando miro esos lienzos me viene a la cabeza el sonido del Tango de Albéniz, las notas que van rodando entre silencios. De mis abuelos cartageneros me ha quedado una nostalgia por algo que nunca me explicaron pero que vi de nuevo y me quedé como de siempre mío cuando me asomé al mar de Cartagena.
En el ADN de cada uno debe de haber un trozo de paisaje, un cachito minúsculo que crecerá hasta ser inconmensurable si se da con la clave genética, si se repite el milagro de llegar a la luz inicial, al estallido primigenio en que los ojos se abren y ven. Aunque me gustan las luces silenciosas y azulonas de Galicia, que también allí tengo abuelo, como abuela en Aragón, ya todos muertos, muertos desde siempre de mi vida, pues aunque me gustan los azules mórbidos y disimuladores del Cantábrico, prefiero la luz que estalla desvergonzada y recorta el aire como si fuera nada, un espacio de transparencias entre tú y yo, entre todos y todo.
Esta bien, en el Génesis, escribir aquello de "hágase la luz" y se hizo, como si de un pintor se tratara en un lienzo de negrura insondable. ¡Que momento imposible! Sobre una oscuridad negadora se derraman de repente los millones de kilovatios de la creación y el hombre alcanza a conocer y a reconocerse. Zurbarán derrama luz desde su paleta en los pliegues de los hábitos de estameña o lino, como si fuera dios haciendo la luz en esa penumbra en que se mueven las figuras piadosas. Los ventanucos de la pintura española del barroco tienen una única función: dejar entrar la luz que ha de dejarnos ver y el pintor hace el milagro y los abre para nuestros ojos.
Cada mañana, al levantarme, me asomo al mar que se extiende a unos cientos de metros y veo la luz y el agua, y la silueta de la isla de Tabarca que se levanta un poco en el horizonte para que se repare en ella, y el cabo de Santa Pola. Habitamos geograías y es bueno conocer los nombres de las mismas, saber por donde nos ha de herir el norte o aniquilar el sur. Millones de desventurados miran la luz y no ven la maravilla, absortos en su desesperación. Un dios de modernidad ha dividido a los ángeles en buenos y malos y los luciferinos están al sur. Como no escribo de sociología ni de política, me vale decir que así lo veo y siento. Nosotros tenemos la luz y ellos la desesperanza, y mientras desayuno en mi terraza, pienso, que conviene no olvidar un cúmulo de cosas que probablemente vamos mineralizando en conceptos. Cabe defender nuestra belleza, pero no olvidar que como escribió Camus, "en el fondo de la belleza late algo inhumano"
En Nápoles, al otro lado de este espacio inmenso que s eme ofrece a la vista, asomado como estoy a la terraza, bien es verdad que girando un poco la cabeza hacia el este, vi la luz del ocaso que se derrama en la ciudad, recibiéndola como una amante las caricias ya algo ahitas, ya algo satisfechas. No es la misma luz, que aquí es la de la mañana la que llega del este y acaricia un despertar lascivo e ingenuo. La diferencia en el mensaje de la luz es clara: aquí en el levante que recibe el sol cuando amanece se nos anuncia el esplendor del día por llegar, y en la otra vertiente, el sol que acaricia cuando atardece nos resume la hermosa noche hacia lo que nos encaminamos.
Olor de jazmín y buganvilla cuando se van los soles que nos iluminan. Me pongo dos dedos whisky en cuatro cubitos de hielo y me asomo a la terraza y pienso en lo hermoso que sería este mar, cuando en vez de maquinas flotantes, las velas lo habitaban, silenciosas y restallando los cabos se movían por el horizonte o se acercaban a la playa y al fin la voz del patrón se hace reconocible.

13 comentarios:

  1. Mis ojos se han bebido toda tu luz...parece que estoy ahí.
    Acá la tarde inunda la lluvia otoñal y las montañas se colorean de magenta.

    ¿Ante tanta belleza postrada, así dan ganas de regresar al bosque?
    La otra belleza también es necesaria. Quizá.

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  2. Regreso al bosque por unos días por obligación, Clarice. Tengo que hacer unas cosas allí. Pero volveré aquí a primeros de diciembre hasta Navidad, que las pasaré en el bsoque entre la nieve, como corresponde. Y por supuesto, todas las bellezas son necesarias.

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  3. Es casualidad que yo diera ayer tarde un paseo por la playa y captara esa imagen del mar mediterráneo que puse luego en mi blog.
    Yo encontré la imagen que tú no pusiste, y tú las palabras que yo no supe.

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  4. Perfecta simbiosis, Roma. Me alegro.

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  5. "Pleomen epi oinopa ponton", dice El poeta. Y estuve buscando un mar color de vino durante años. Hasta que di con él, justo donde tenía que estar, en el Egeo. Pero el color de vino sólo se muestra cuando es convocado por cierta luz del atardecer. De la misma manera que el negro del Mar Negro. O esas escamas titilantes de mica que rompen en la playa de Ocata algunos amaneceres. "Liz, más luz"

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  6. Todos tenemos nuestro mal, Luri. Para ver, para navegar o para acercarnos a la orilla. Y nuestra luz.

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  7. Luri, quería decir "ma2 y no "mal"; pero la frase errada queda muy sugerente.

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  8. Caca vez me parece más evidente que nuestros errores nos corrigen, Luis.

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  9. Luis, visito tu blog por recomenación de la magnífica y cantarina Isabel Romana, la de prosa fluida y fresca que nos lleva a las blancas praderas del Olimpo donde la vida es un sueño poblado de hermosos dioses y bellas deidades. He leído "Todos los días banales" y "La luz, mi luz" y descubro una gran sensibilidad y la inquietud de un hombre cultivado en las letras, pero siento no compartir tu visión seria y compleja de la vida. Hace ya algunos años, tengo 66, decidí que como no podía rehuir el último paseo con la Parca, a su debido tiempo, claro, pues prefería hacerlo en plan festivo en lugar de abrumado por el dolor y la desesperación. Y con esta filosofía de mesa camilla sigo caminando procurando no amargarme la vida con reflexiones que otros muchos antes que yo las tubieron y no sacaron ningún provecho de ellas. Prefiero la ironía, el sarcasmo y el humor negro para andar por lo que me quede de vida y, de momento, me va bién. No quisiera que malinterpretáras estas palabras, que no son críticas, pues cada uno en su blog es muy libre de exponer su pensamiento y su filosofía particular, seguramente debería haberlas escrito a Isabel que es la que me condujo hasta tu blog con la mejor intención de que compartiera tu forma de expresión literaria. De todas formas te aseguro que volveré a leerte con mucho gusto pues siempre se aprende algo de personas sensibles y cultas. Saludos cordiales.
    Juan

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  10. Juan: lamento que malinterpretes mi blog. La reflexión que hago de manera continuada no quita un enorme apego y disfrutte de la vida, un buen, creo, sentido del humor, y un amor por las cosas cercanas y bellas. Si leyendo "La luz, mi luz" te doy la sensación de amargado, o yo he escrito o tu has leído mal, por lo que hay en ese post es un enorme júbilo por un mediterráneo al que acudo a menudo y que es una pura maravilla, vamos, alimento para los ojos.
    En cualquier casom estoy encantado de tu visita.

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  11. Estremecedormente Vivo, Don Luis.
    Estremecedoramente Hermoso una vez más.

    (menos mal que beta blogger ha tenido a bien callarme la boca en lo que le escribí antes y que no me dejó publicar, porque había sido después de leer al tal Juan)

    Saludos, con Mozart sonando en mi reproductor.

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  12. Pues yo también voy a poner a Mozart para que suene la 40. Me has dado una buena idea.
    Gracias, Kasandra por los halagos. Nada que escriba podrá describir lo hermoso de ese cielo azul y de esa luz que vi el otro día. Ahora, de vuelta por unos días en el bosque, espero que nieve. Otra forma de belleza.

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  13. Gracias por el aviso. Merecía la pena pasar por aquí. Esperaba descubrir un paisaje desconocido, ya que no he vuelto a pisar aquellas tierras desde que era muy, muy pequeña. Pero resulta que lo conozco como la palma de mi mano. Será cosa del ADN.

    Saludos.

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