jueves, noviembre 02, 2006

De la música y su conocimiento

A veces pongo música para escribir, o para leer, o para estar. Durante una época de mi vida, hace años, cuando los domingos eran días reconocibles porque al día suiguiente me esperaba el trabajo alimenticio, ponía óperas los domingos por la mañana; reconozco mi enorme gusto por ella, más que gusto, adoración. No puedo dejar de emocionarme cuando escucho la Casta Diva, sobre todo si es por la voz de la Callas; también Wagner, la obertura del Parsifal donde parece que las ondas sonoras puedan llevarte lejos, a un río de humedades románticas en los remansos del Rin; y de Verdi, es mi gusto personal en el que coinciden pocos, Simón Bocanegra, con ese arranque donde la música viene de lejos, en golpes sordos, y te envuelve. Ahora sigo poniéndola pero menos y junto la audición de la ópera y de la música mal llamada clásica, escucho jazz, al que conocí en mi infancia, en mi casa de entonces, cuando mi padre me explicaba las diferencias en Duke Ellington y Louis Armstrong, o la banda de Glen Miller.: fuí al estreno de Sonrisas y Lágrimas y aprendí lo que era una banda donde el solista podía ser un trombón, en lugar de una trompeta. En el mundo del jazz, conocí de joven primerizo a Tete Montoliu tocando su piano en un lugar mágico que era Jámbore, al que luego convirtieron en Los Tarantos, un corral flamenco aunque creo que ahora vuelve a ser lo que era. Llevar a ligues intocables a aquel lugar acababa propiciando acercamientos discretos frente dos rafs (ya se sabe, ginebra con coca cola, hielo y una rodaja de limón) y un par de besos con lengua)

Meterte en el jazz y descubrirlo es cosa de paciencia y de oir como si no fuera contigo, lo mismo que la ópera. Como soy incapaz de identificar una nota, y mucho menos cantarla en su lugar natural, la música ha sido mi banda sonora durante casi toda mi vida, ajena a mi personaje, envolviéndolo. Saltar de Mozart sin abandonarlo a Charlie Parker, era cosa de sentir la música en torno y en ocasiones dar al cuerpo el movimiento del sonido, si no había nadie alrededor o si quien estuviera era persona de confianza. A David, mi hijo, le daba verguenza que yo dirigiera una orquesta clásica frente al ventanal del chalet acosado en que viví unos años: Mahler es relativamente fácil de dirigir, basta conocer la pieza habiéndola oido un par de veces. Pero dirigir un LP con la versión de Solti del Adagieto de la 5ª es sublime y lo recomiendo a los desencantados de la vida, para empezar de nuevo.

Otro salto: el flamenco. Siempre estuvo junto a mi, y con él la copla. Esta última en la radio, desde niño, oyéndola y entendiendo esa poesia trascendente que es la poesía coplera que cantaban unas señoras con cara de polvos de arroz y ricitos en la frente. Cuando he madurado lo que he podido, y he visto mucho cine y oido mucha copla, no puedo por menos de emocionarme doblemente cuando escucho "Tatuaje" e imagino una película de Fassbinder, que fué un director de cine asombroso que cometió el acto irreversible del suicidio. En esa canción hay un aire de puerto de Cádiz con reflejos del de Hamburgo que convierten esa copla en mórbida sudoración de taberna y prostíbulo, lo que de inmediato me lleva a La bien pagá: bien pagá, le dice él, te llaman la bien pagá. Sobra decir más y no se puede decir menos.

Jazz y Flamenco son para mi músicas primordiales, exposición de un sentimiento nacional de la nación del hombre desposeido, de un llanto que no se resuelve con planes de expansión, con obras públicas o con políticas de progreso. El Jazz y el Flamenco son lugares más que culturas, como la ópera puede serlo, pero de otro cariz, melodramático y lejano en el tiempo. Jazz y Flamenco están aquí y no hay manera de alejarlos, progresan, se mueven. Había en mi niñez mucho flamenco en Barcelona, en la ladera del Somorrostro, nombre prestado, en los muelles del carbón, en el barrio chino, en Sants, mucho cante gitano y mucho cante payo y mucho baile. Y había mucho flamenco en la radio y la voz de Manolo Caracol, o la Mairena, o la del Príncipe Gitano, o la de Juanito Valderrama, se adueñaba de un canto esencial del hombre de su tiempo. Poesia en estado puro, música del alma del mismo calado que la que entonaba Billie Holiday o la Jackson, por ejemplo.

Ahora en el bosque pongo flamenco. Tuve la suerte de ver a Camarón en vivo, en un concierto producido por mi que ya he contado en este blog hace unos meses; y de oirle en vivo, que eran dos experiencias diferentes que se podían unir como en estereofonía: ver y oir, sentir y sentir. Aquí en el bosque pongo jazz, ópera, sinfonías y flamenco: flamenco de siempre, flamenco fusión, todo lo que suena a flamenco y recoje el aire, el sol y el olor del Mediterráneo de punta a punta, que eso es el flamenco. Aquí en el bosque, lo oigo escribiendo o sin hacerlo, oigo oyendo y de repente percibo que las yemas de mis dedos buscan encontrar el compás del palo. inencontrable a veces, porque no soy experto, pero me pide el cuerpo que algo de mi se incorpore al canto de la tierra y la gente, y eso me hace feliz.

¿A que viene esto? se va a preguntar alguno de los escasos lectores que tiene este blog, y por ello merecedores de más cantidad de mi cariño, por cuanto son menos. Se lo diré desde el profundo asombro que me inspira un artículo de un estatuto de un Autonomía de este país, España y de esa realidad nacional que es Andalucia: el 68. No pretendo hacer en este blog y los que lo siguen lo saben, actualidad política y procuro no hablar de mi absoluto descreimiento de raiz epicurea en otros blogs, desconsideradamente si se quiere, pero esta lectura me lleva a un territorio que no puedo calificar. Dice así un fragmento del artículo: Corresponde asimismo a la Comunidad Autónoma la competencia exclusiva en materia de conocimiento, conservación, investigación, formación, promoción y difusión del flamenco como elemento singular del patrimonio cultural andaluz.

No soy filósofo en el sentido del conocimiento del sentido de las palabras, tan ajustado como deben tenerlo ellos, lo confieso, pero me pregunto que es lo que quiere decir "competencia exclusiva en materia de conocimiento", y reconozco que no comprendo lo que quiere decir; no se si puedo !"conocer" sin comunicarlo a la Comunidad Autónoma, o si puedo promover o formar sin hacer lo mismo; ¿que quiere decir conocer? Camarón, Linares, Lebrijano, Valderrama, Farina, Mairena, Caracol, ¿cómo conocieron? Pienso si no son conscientes estos políticos exquisitos que salen de nuestra entraña mediante nuestro voto, de que no pueden apropiarse, literalmente, de lo que no es suyo ni de nadie sino de los que lo hacen y de los que lo oyen.

Me siento desencantado ante tanta, tanta, tanta, tanta....

18 comentarios:

  1. Es que con la hiperbole no se puede razonar, Luis. Te acaba cayendo encima y te deja dialécticamente lisiado. Uno o es amable o dialéctico. Pero hablar de verdad sólo se habla con aquellas personas, muy pocas, con las que no hay que estar continuamente justificando los aprioris. Es decir, que el diálog no crea las condiciones de posibilidad del diálogo. Pero a lo que iba: cuando la hipérbole se convierte en moneda corriente, es que estamos a punto de quedarnos mudos. O eso, o buscar la manera de hablar sin necesidad de pedir perdón por discrepar de los esencialismos.
    Por cierto: ¿Y "Ojos verdes"?

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  2. Ojos verdes es esencial en la memoria.
    Para hablar sinceramente sin necesidad de pedir perdón por discrepar de los esencialismos, conviene cambiar radicalmente de interlocutor. Porque, y no se si has reparado en ello aunque en tu blog he hecho una mención, los interlocutores políticos transforman el tamaño del esencialismo a medida que se sienten más crecidos y el espectador olvida que le están engañando hasta creer que todo ha estado siempre allí. Es magia.
    Da lo mismo que sea lo esencial la nación o el flamenco, acaba siendo siempre propiedad del poder, que es el único que puede nombrar a las cosas, como solía decir Quin Shi Huang Ti.

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  3. Cuando vaya a tu bosque, llevaré música brasileña y mi Caetano nos servirá el vinito.

    PD. Movie llora cuando escucha ópera. Es algo hermoso.

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  4. Casta Diva... me condujo hasta cierta carta de una novela de Tabucchi. Y cuando las palabras se tienen que medir, porque también suelen gastarse en las bocas, entonces llega la música.

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  5. Clarice: ya decía yo que Movie era un compañero cultivado. Luis

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  6. Omar: que gusto verte por aquí. Un abrazo muy fuerte, operístico si te parece.

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  7. Omar, después de contestar a tu comentario me llega una frase que me parece que complementa mejor tu comentario: la música es la reina de nuestro silencio.

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  8. Yo me paseo por Shibuya escuchando a Camarón y a Lole y Manuel.
    Por cierto, recomiendo por aquí a Dorantes.

    En cuanto a lo del artículo...no acabo de entender exactamente las intenciones, inflingirán dolor y amargura?, para que los cantantes sean más auténticos, ¿eximirán a los niños de ir a clase, para fomentar la escuela de la calle y crear nuevos cantautores?¿distribuirán gratuitamente castañuelas?
    será el palmeo asignatura obligatoria?
    No, mejor, podrás elegir entre religión/etica/cante jondo)

    utiliza ése artículo para envolverse un cucurucho de camarones fritos.

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  9. he intentado corregir lo del usted, pero se me ha escapado al final una forma verbal
    mil perdones
    :p

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  10. esrimada señorita: lo del artículo 68 del estatuto de Andalucia, me temo yo que va por otros derroteros de los que tu pauntas. Imagina: Director General de Flamenco. Director/a General de promoción del flamenco. Departamento de Promoción internacional del flamenco / Juanta de Andalucia. Yo creo Cel.lia que todo va a acabar por ahí. Un abrazo. Por cierto, este año tenía proyectado y apalabrado el viaje a Kioto (Desde que hace más de 30 leí El Pabellón de Oro) y cuestiones de salud me lo han impedido. El próximo estaré ahí y cerraré uno de mis ciclos lúdico-místicos.
    Un abrazo

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  11. Lo de esrimada quiere decir realmente Estimada.

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  12. Los caminos del Jazz y del Flamenco en tu vida y te pregunto...
    ¿Y el jazz hecho flamenco? o viceversa.
    ¿Los flamencos haciendo jazz?
    En la primera pregunta pienso e Jerry González, en su big band o en los Piratas del Flamenco, incluso en su promesa de reconstruir las canciones flamencas de Miles Davis.
    En la segunda lo hago en el último disco de Niño Josele y su visita a Bill Evans

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  13. Javier: No te olvides de Paco de Lucía tocando con las mejores guitarras del jazz (he olvidado quienes, pero me acordaré o buscaré la cinta). A mi me gusta mucha música, pero nis referencias al jazz y al flamenco son arquetípicas en cuanto a un tipo de música que ha acompañado mi infancia y juventud.

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  14. Hola Luis.
    No cité a Paco de Lucia porque pensé que se hablaba de lo humano, no de lo divino :-)

    "Friday Night in San Francisco"
    y
    "Passion, grace and fire"

    con los guitarristas: Al Di Meola y John McLaughlin

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  15. Exacro javier, había perdido los nombres, que no recuerdo. S, ciertamente es lo divino lo que sucedió ahi, en los conciertos y en las grabaciones.

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  16. Hoy me estoy dando un sosegante paseo por este bosque mientras me hace el efecto el antipireico y me vuelvo a la cama.

    Ya estuve una vez aquí y le disfruté mucho. Contaba usted una historia con un hombre que atendía una gasolinera y con el que mantuvo una conversación de esas donde el otro está más predispuesto a escuchar a uno que al otro mismo...

    Hoy ha vuelto a ser lo mismo. Y a mí sí me parece usted un filósofo. Me habría gustado tener un padre que me hablara así, destripándome las concepciones de su música.

    Me gusta casta Diva. Me flipa Mozart. El adagietto de Mahler toca mis fibras como pocas músicas. Creo que un concertista en un libro de Gonzalo Moure explica su por qué que coincide bastante con el mío.

    El flamenco es otra historia. Quizás porque queda muy lejos de mis raíces. Y sin embargo me llega más cuando lo veo bailarlo y miro esas manos y ese torso que se mueve a su compás. Hay mucho llanto en el flamenco. Mucho sentimiento. Creo que podría llegar a gustarme casi tanto como el Jazz que se escucha en un concierto en la calle.

    A veces me ha parecido que el jazz es música para escuchar en compañía. No de multitudes si no de otro, u otros con los que se comparte una mesa, en una terraza al aire libre. Al club nunca he llegado.

    Voy a seguir leyéndole un rato, que hoy el café de Ocata se me ha quedado chiquito :)

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  17. Kasandra querida: hija ya tengo, pero con esos halagos se gana usted el lugar que quiera en mi corazón. Salvco que lo considere imprescindible, yo apearía el usted, que no es respeto lo que nos falta y las ideas pueden tutearse sin menoscabo. El párrafo senil es intencionado.
    Gracias en cualquier caso, Kasandra. Yo leo a veces tus estupendos textos y me embeleso.

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