sábado, junio 03, 2006

Sobre la magia, con perdón


Hace 25 ó 26 años, no tengo la fecha exacta y no voy a buscar archivos, pero alrededor del 15 de mayo, en Madrid, mi compañía tenía que producir una serie de conciertos para el Ayuntamiento de en el Palacio de los Deportes, para celebrar las Fiestas de San Isidro. Eran 7 ú 8 noches y en una de ellas estaba programada una velada flamenca. No se el cartel, pero Meneses, la familia Montoya, Carmen Linares y varios más de igual nivel y además Camarón. El cartel era excelente y fuera de serie, pero entre estar Camarón y no estar Camarón, radicaba una diferencia abismal para un público entregado que hizo cola durante horas por las entradas y después esperando que se abrieran las puertas para ocupar las localidades.
Los prolegómenos de un concierto son siempre tensos porque hay mil detalles que no encajan y que hay que encajar, mil ajustes que se desajustan, mil quejas que atender y cien mil problemas que pueden caerte del cielo sin esperarlas. Los que estamos en la producción, aunque tengamos la lección aprendida y todo parezca ir sobre ruedas, estamos en vilo y al concierto, propiamente dicho lo que es al concierto, aún estando en el escenario, no asistimos. Al día siguiente se leen las críticas y se recupera la voz. recuerdo que dos años después, en la gira de rock más importante que se produjo por aquellas fechas en españa, de más de 35 conciertos durante todo un verano, sucedió algo curioso: me sabia todas las canciones pero no había estado en un solo concierto completo.
En este eppezaron a pasar cosas desde veinticuatro horas antes. Camarón estaba, y todos lo sabíamos, metido en un mundo muy malo y llevaba una larga temporada anulando conciertos sobre la marcha. Malo era lo que le estaba pasando al cantaor y por lo que estaba pasando y malo era lo que nosotros nos temíamos, así que desde el día anterior todo eran llamadas a Sevilla (Pulpón, que creo recordar que le llevaba nos debía maldecir) y allí nos juraban que Camarón estaba bien y que vendría el día del concierto. Nuestro temor era tener a 10.000 personas en el Palacio, en sus localidades y tener que anunciar que Camarón no estaba allí. La pasión y la expectación que se formaba en torno a su figura y a su cante estaba allí corporeizada por familias enteras, con niños de pecho incluídos, vestidas de gala y preparadas para su mejor momento.
Por la mañana llegó la noticia: Camarón estaba "malito, muy malito". Nos dijeron que nos iban a enviar el parte médico por fax. "Malito, muy malito": no olvidaré esas tres palabras en la vida. Ellos no podían convencerle. Conversación tras conversación, surgió la idea de ir a buscarlo y en Sevilla opinaron que eso era una posibilidad que Camarón tal vez atendiera. Ramón Serra, entonces del Área de Cultura del Ayuntamiento se fué a primera hora de la tarde en un viaje de ida y vuelta que estoy seguro que no olvidará nunca en su vida. No habían teléfonos celulares, no había tren de alta velocidad, volaba Iberia y poco. Íbamos con la hora justa, pero sabíamos desde que llegó a Sevilla que era posible, que se le estaba convenciendo, que estaba muy malito pero que quería, que tal vez, si... Empezó el concierto y acababa de subir al avión. El público andaba metido en sospecha porque por la mañana, la prensa me había preguntado -recuerdo al periodista, su cara al recibir mi respuesta- si era seguro que Camarón venía. Contesté como piensa uno que debe contestar, con palabras medidas. "Si, seguro no hay nada, pero si, hombre... No fué un si entre admiraciones, sino precautorio. Pero la prensa hace bien en sospechar y entiende que la respuesta es evasiva y empieza a correr el rumor y llega al público, y el público es 10.000 públicos. El público ama a Camarón, quiere a Camarón, quien no ha estado en un concierto de Camarón no se puede imaginarr lo que es un mito flamenco. Nada que ver con otro arte, porque la comunión es auténticamente personal. No son fans, son compadres del maestro. Empieza el concierto y Camarón está en el aire y sigue el concierto en la misma situación, así que alargamos un poco los descansos, pedimos a los artistas que hagan bises y más bises y desde el aeropuerto de Barajas suena el teléfono para decirnos que han llegado y vienen, con escolta para acelerar el camino, de motoristas. Empieza la gente a removerse en las butacas y contenemos el aliento; estamos totalmente fuera de hora. Voy a la puerta de entrada de artistas y llegan los coches. Baja Ramón, baja la gente que acompaña a Camarón y baja este, hecho un desastre: casi no camina, musita un hola, tropieza; Lo que baja del coche es un hombre destruído cabalmente y por el largo pasillo de camerinos le veo irse, en la espalda de un acompañante flota la bolsa de su ropa, una bolsa oscura y veo que sale a recibirlo Tomatito, su guitarrista para este concierto y otros muchos más.
Me fuí al backstage con Ana. Tenía la sensación de desastre inminente, y ese desajuste no podía arreglarlo ni yo ni mi equipo de producción. Recuerdo que nos reuniomes Angel Quesada, Jesús Ibañez, María Jesus, la gente de apoyo y alguno de seguridad a los que hubo que reexpedir a sus sitios, apoyados en el borde del escenario, frente a las sillas de los actuantes, entre la prensa gráfica y la otra, que con sus acreditaciones colgando en el pecho afilaban bolígrafos. Se le anuncia, se apagan las luces y encienden las de escena, los dos focos y allí solitarias las dos sillas sobre el fondo negr: el micrófono de Tomatito a media altura para la guitarra y el de Camarón a la altura de su cabeza. Un aplauso cerrado me hizo levantar la mía, entraban los dos, Camarón delante, Tomatito, respetuoso detrás. Camarón una máscara delgadísima, un perfil afilado, el puro canto de la desgracia visto de frente; Tomatito guapo, era muy guapo, ahora no sé porque no le veo hace tantos años como estos. Se sentarón y en los conciertos de flamenso hay un momento dramático cuando se hace el silencio y empieza un acomodo de instrumento, instrumentista, cantaor, su voz y las palmas. Se miraron: verlos juntos era ver una historia de amor y de amistad entre dos enamorados de la misma cosa, se miraban a los ojos, sus cabezas encaraban el cante y yo me preguntaba cómo iba a poder cantar aquel hombre que no se aguantaba de pie. No puedo explicar el momento porque necesita una cámara, pero Camarón probó las palmas y en un gesto de resurreción, literalmente dicho, resurrección, levantó la cabeza, levantó el torso, miró al público con unos ojos negros y brillantes y abrió una boca que era una caverna, que ocupaba todo el frente de su cara, un enorme agujero negro al vacio del alma, y salió la voz, y se hizo el cante. Y la gente supo, porque rompió a apaludir con una pasión desbordada, que Camarón había vuelto. Rehecho el silencio quedó allí el sonido dividido en cinco elementos reconocibles uno por uno: la voz inmensa y el cante del alma, la guitarra del amigo, las palmas trágicas y el silencio hehcho fisicidad, envolviéndonos, porque Camarón cantaba sobre él silencio trágico y este le acompañaba. Empezó el concierto y se hizo magia; abrió la boca y se hizo magia y el equipo de producción se quedó al pié sin moverse hasta que todo acabó: por vez primera abandonamos nuestros puestos y oñimos un concierto entero.
La realidad se hace magia; la magia no puede hacerse, nunca, realidad.

11 comentarios:

  1. La capacidad de transmitir, la posibilidad de percibir los sentimientos de otro ser humano, una empatía elevada a la enésima potencia... Si ese ser humano se multiplica por diez mil...quien lo recibe resucita, sí, silenciando todo lo demás.

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  2. Luis: vengo leyéndolos conversar sobre la magia desde el post anterior, y no se porqué presiento que hay un acuerdo entre todos...
    Para mí lo mágico es lo que en un momento no me sé explicar (y que seguramente tiene alguna explicación)...es mágico encontrarme con alguién a quién no veía hace años y hace unos días recordaba...es mágico encontrar un libro en Perú que busqué por años en librerías de Santiago y que ya había desistido de buscar...quizás sólo empleo la palabra para describir lo inesperado e inusual,quizás intento llenar de magia esta vida para compensarla de momentos de tanto dolor...
    Un abrazo!!!!!

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  3. Una de mis magias:

    Luis, José Antonio y Omar conversando entre el humo, el vino y la risa.

    Ana C, VB y yo escuchándolos atentamente.

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  4. Si, VB, creo que ese es el significado para todos, por lo que entiendo.

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  5. Clarise, tu imaginación me traslado a una situación un poco abtigua. Dudo que Ana C y VB callaran.

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  6. Claro, estoy de acuerdo contigo.

    Ellas no se callarán. Lo sabía. Sólo que no quería romper la magia....jajaja

    La muda seré yo.

    Me quito la pamela ante ustedes.

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  7. De acuerdo por completo, esto es magia.

    Clarice, magia es esto, ahora, esta discusión fabulosa entre individuos que se encuentran en realidades distintas y lejanas y que son capaces de juntarse en este espacio y crear esta nueva realidad.

    ¿No es acaso mágico el hecho de habernos encontrado?

    Saludos

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  8. Querido José Antonio, pues no se, yo diría que no. Es una feliz casualidad.
    Un abrazo.

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  9. Pónganse de acuerdo y me dicen, ¿o es magia o es casualidad o es destino o qué?

    Yo lo único que sé es que estoy FELIZ.

    Tenía tiempo que no lo era.

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  10. Yo pienso más bien, en todo el camino recorrido desde le día en que cada uno de nosotros nació, todo lo que hemos hecho, y de pronto todo deviene en este encuentro.
    Es maravilloso, ¿no?

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  11. Hombre, José Antonio, para algo más este largo camino espero, yo sobre todo que te doblo la edad o más incluso. Pero entiendo que este es un encuentro afortunado, que es lo que pasa con muchas casualidades.

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