viernes, octubre 13, 2006

Noticias de última hora

Goyerri y su amiga la perrilla en el corazón del bosque.

Para mantenerme informado en el bosque necesito conectarme al exterior. No basta con bajar al pueblo y entrar en un bar a tomar un café con leche, por la mañana, o entrar a ver a algunos amigos en sus comercios. Hay que comprar el periódico y volver a casa con él. Si no se baja al pueblo basta con conectarse a internet y leerlo allí, conectar la televisión o poner la radio. Un paseo por el pueblo, la contemplación del bosque o del tiempo que hace, la visión de las nubes cerniéndose sobre Cabeza Líjar o el estado del jardín, no me informan de la actualidad que nos interesa a todos: lo que pasa en el mundo en círculos concéntricos, desde lo medianamente cercano a lo más lejano. Tengo la certeza de que nadie vive desinformado de esa actualidad, independientemente de que la absorva a través de noticiarios, debates o programas del corazón aunque dudo de que esa información sea exaustiva; no lo es, pero si continuada.
Cada día que pasa nos queda pendiente un problema por solucionar y despertamos expectantes por saber cual ha sido el derrotero tomado: incluso durante el día estamos pendiente, ¿como si no entender que además de leer uno o más periódicos, veamos y eschemos uno o más noticiarios en televisión al mediodía y por la noche? Lo cierto es que en lugar de encontrar el final de la noticia, nos encontramos con su continuadad o el relato repetido de los mismos hechos y los comentarios que a cada medio se le antojan evidentes.
De los sucesos del pueblo en que vivo, si es que suceden, uno se entera por comentario rumoroso, siempre de pasada, nunca abocado al escándalo. Cabría pensar que pase lo que pase en este lugar nunca será importante ni alterará la paz reinante, no solamente aquí sino en el resto del país o incluso del mundo. Puestos a sincerarnos, el unico comentario que aquí se repite cada día es el que se hace acerca del tiempo y que está perfectamente ensartado en una serie de reflexiones comunes: aquí el verano es muy fresco; aquí el invierno es muy largo; aquí nieva a menudo; aquí hace mucho frío; esto es muy bonito: cuantas combinaciones puedan hacerse de los escenarios anteriores es todo lo que hay para comentar.
Esta mañana hemos visto pasar la larga y lenta caravana de coches que desde Madrid se dirigen a pasar cuatro días en cualquier lugar, siempre mejor que en casa; ha durado horas, pero ya no es noticia de ningún interés, salvo que si queremos ir al pueblo en coche, mejor recorrer la senda del bosque, que aunque bacheada nos introduce directamente en el corazón de aquel en cuatro o cinco minutos. La carretera, mejor dejársela a los que están de paso. Esta caravana que veo pasar la veré al mediodía en televisión, pormenorizada por autonomías, carreteras, puertos de montaña y carreteras nacionales, autovías o autopistas. Añadiré el número de accidentes y el de muertos, la estadística referida a la misma fecha del año anterior, y el número de puntos que llevamos perdidos en esta perversa contabilidad del incivismo.
Yo siento escribirlo, pero creo que no hay noticias y debe procurarse que parezca que las haya. No voy a pedir que el encuentro de Goyerri en el bosque con su amiga la perrilla blanca y canela (ver la foto arriba) salga en primera plana, pero me da exactamente lo mismo que un perro muerda a una señora o a un señor a dos mil kilómetros de distancia; a cincuenta no, me parece una noticia local y merecerá mi interés, porque sería posible conocer a alguien involucrado en el hecho y eso le da interés al acontecimiento. Sin embargo algo nos obliga a sentarnos cerca del televisor al mediodía para escuchar lo que ha sucedido, el buen o mal fin de una noticia, la insospechada novedad de un acontecimientos sorpresivo. La verdad es que no suele suceder nada y sí que muchas cosas están sucediendo a la manera lenta y complicada en que suelen suceder todas las cuestiones que nos preocupan. Y de esa lentitud nos da cuenta el noticiario: la noticia es la falta de noticia final. A fuer de sinceros querríamos que las cosas pasaran de golpe sin arrastrarse en ese terrible desgaste de la novedad: hablo del Proceso de Paz tan castigado por unos y por otros, o de la probable bomba en Irán o del malvivir de la selección española de fútbol. Cuantos tienen razones para enmendar la plana a los acontecimientos saben bien que todos esos problemas tienen la fácil solución que ellos propugnan; no hablo por mi, que no es nada de eso lo que pienso, pero si por la generalidad de las personas con las que cambio impresiones, que además de comentar su desasosiego están siempre dispuestas a culpar a los otros de la falta de solución. No hay noticia pues del desenlace, pero si de los avatares que tan prolijas y complicadas cuestiónes plantean a los numerosos grupos que deben encontrar una solución que contente a todos para tener al fin la fiesta en paz.
Me he hecho el firme propósito, mientras esté en el prado, entre los árboles, de dejar a la actualidad reposar y asomarme solamente una vez al día a la tediosa sucesión de nada que nos envuelve. La única noticia que me interesa es que ayer vimos un corzo en el bosque y mañana vendrán unos amigos a vernos después de comer.

5 comentarios:

  1. Hombre, Luis, aunque este sea tu blog y sólo tú tengas derecho a decir qué es lo que te interesa y lo que no, estoy convencido de que a más de un lector nos interesan, y vivamente, los pormenores del encuentro en el bosque de Goyerri y esa altiva señorita.

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  2. Por mi parte, esta vez, repetiría todo lo que has dicho palabra a palabra. Y también estoy de acuerdo con Luri, también me interesan los pormenores del encuentro en el bosque de Goyerri y esa perrita blanca y canela.
    Me guardo esta fotografía, me gusta mucho.

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  3. Gracias Luri por tu cariño para con mi buen amigio.
    Roma, te agradezco tus palabras. Temo que la relación ha venido a menos, auqnue tengo fotografías de ayer por la mañana y no ha llegado aún a la indiferencia.

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