Pienso que un descubrimiento importantísimo, probablemente de los fundamentales para el mundo práctico de la humanidad y para el mundo del pensamiento y de la filosofía, ha sido la geometría. Ha evolucionado desde el desorden visual, y ella misma con sus manos y su pensamiento, ha dominado lo informe hasta dar con las relaciones básicos en que toda realidad puede descomponerse. Desde su formación a base de realidades convcretas y definibles, el paisaje que viene rodeando al hombre adopta un aire abstracto, desordenado, irregular. Diríase que todas las realidades vienen a formar una irrealidad para los ojos que debe ser comprendida en su conjunto para identificar componentes, tan irregulares como el mismo conjunto. Un bosque es una masa de sombras y verdes, grises, ocres, negros; a la vista atenta, al enfoque objetivo, se concreta en árboles, formas determinadas y delimitadas y al final deviene un arbol y otro, y otro, en una serie reconocible. No podemos imaginar como sería abrir los ojos por vez primera a un paisaje sin el conocimiento anterior del mismo y sin el reconocimiento de sus componentes: el caos, el terror, la mirada penetrando en el abismo.
Pero la humanidad imaginó la geometría y con ella la medida del hombre; no del dibujo de Leonardo, tan discutible en si y en sus proporciones, sino la medida del hombre en su cubículo, la medida del hombre en la transformación del espacio, la construcción del volumen encerrado, la captura del aire, la apertura de la cueva por medio de la ventana, la puerta al exterior para que penetren las sombras y nos hagan dudar: la geometría en sí es la (pienso yo con toda modestía: lo escribo seriamente) piedra fundamental del reconocimiento de sí misma por la humanidad.
No importa el tiempo, la geometría queda y permite formar en la memoria el significante para el reconocimiento. Es difícil recordar en detalle eun cielo estrellado, pero es sencillo guardar en la memoria la bóveda del Panteón. Y si la recordamos, nos recordamos a nosotros, significantes en nuestro minúsculo tamaño, hombres al fin que miramos hacia lo alto en busca del cielo, más allá del oculo por el que vuelan las palomas. Toda geometría tiende a medirse con el espacio abierto, con el cielo iluminado por si mismo, con la línea del horizonte; la geometría se mide en el espacio abierto para encontrar su total y absoluto significado a los ojos del hombre: la forma, el volumen, la dimensión, el reflejo sagrado del constructor en el universo. La medida del hombre de su tiempo. A la construcción de dios del universo, el hombre enfrenta su propia construcción con sus manos e ingenio; su propio universo que aspira a un orden de formas regulares y equilibradas a sus ojos: descubre el equilibrio y la armonía (y en eso supera a dios en su propia construcción del universo) y trata de ganarle la batalla del tiempo.
Todo constructor, humano al fin, mínimo en sus posibilidades, tiene el don de alcanzar el poder de transformar el espacio, apoderarse de él y entregarlo a los hombres que conviven con él como un regalo único. Lo enterga a su admiración, a su poropio orgullo, a la vanidad de la propia especie. Habitadlo, les dice: entrad, orad, amad, odiad, usadlo como el enorme escenario que reclama la vida para reconocernos; porque se vive en un escenario humano de dimensiones margníficas. No hay descripción del hombre sin encerrar al paisaje vital en el recuadro de la descripción: he ahí al hombre, he ahí al templo, he ahí la casa, el hogar, el foro . Caminad por ello y encontrareis a los hombres dispersos en su geometría, encuadrados en su civilización: humanidad al fin que ha encontrado el hogar para sacramentarlo, proyectarlo al futuro, soñar que las piedras que emergen de las cuevas, aguantarán mil años o más para mostrar a los que han de venir que el aliento de la eternidad está en la captación de la medida del hombre y de su obra. Nada queda sino la memoria de sus actos y el rastro de su construcción. El segundo es el acto vivo y permanente, prodigioso al despertar emociones en el nuevo hombre que le visita. El hombre de hoy.
Pienso en el prado, en mi biblioteca desde la que Cabeza Reina se enmarca en una ventana por la que entra la imagen, que los niños juegan con cubos y formas en la arena como pequeños constructores de un universo instántaneo y que en mis tiempos jugábamos los niños con construcciones de madera que nos proponían formas a partir de arcos, círculos, rectángulos, triángulos, todos de colores diversos; levantábamos palacios imposibles (eso fué mucho antes del Lego) que probablemente se nos quedaron en el recuerdo y reencontramos en la primera visita al Panteón de Roma.
Efectivamente, Luis, en la geometría está todo: nuestros sueños de sistemas axiomáticos deductivos y las aporías de la irracionalidad del teorema de Pitágoras. Geometría y música son, en el fondo, lo mismo, la primera es la medida de la tierra y la segunda la medida del tiempo. No es casual que cuando Aristófanes escribe en "Las aves" la primera gran antiutopía de la historia, se imagine en una escena a un geómetra midiendo el aire para parcelarlo. Ahora bien -y no sé si estarás de acuerdo con esto- la geometría es la ciencia del límite regular y en nuestros tiempos, cuando todo límite parece una imposición nos queremos soñar libres de todo impedimento, la geometría no es una ciencia de moda. Lo actual es la deconstrucción, que, por lo visto, se practica hasta en la arquitectura.
ResponderEliminarSi estoy de acuerdo contigo, parece que el límite se rompe y es la forma en sí la que se abre paso: supongo que se debe a que ya dominamnos a la forma con la aplicación de las herramientas de que disponemos. En el fondo la geometría regular deja paso a una construcción imaginativa y libre, pero no creo que esto represente algo diferente.
ResponderEliminarEn cuanto al pesonaje de "Las aves" he de decirte que siempre lo he visto como el antecesor del constructor de urbanizaciones. Recuerdo "Esa pareja feliz" de Berlanga y Bardem, en que la pereja va en tranvía a ver el edificio en que se construye su piso y fabulan en el espacio con los volúmenes del salón, el dormitorio, etc.
¡Tienes razón! ¡No había caído en Berlanga! ¡Y el mes próximo tengo una conferencia sobre esta obra aristofánica en un coloquio titulado "Arquitecturas celestiales". ¡Aprovecharé tus palabras!
ResponderEliminarBuen provecho y éxito.
ResponderEliminarLuis:
ResponderEliminarIsabel Romana me recomendó tu blog y no me ha defraudado...
La geometría es la medida del hombre¡ has pensado alguna vez en la forma de los fractales??? para mí un fractal el geometria pura.
Salud,
Medraina: los fractales son construcciones dinámicas que resumen la modernidad. Son, para mi, antes una visión en desarrollo que una equilibrio geométrico.
ResponderEliminarGracias a Isabel por su recomendnación y a ti por venir por aquí. Luis
Medraina: los fractales son construcciones dinámicas que resumen la modernidad. Son, para mi, antes una visión en desarrollo que una equilibrio geométrico.
ResponderEliminarGracias a Isabel por su recomendnación y a ti por venir por aquí. Luis