El anochecer le ha sorprendido adormilado en la silla de lona, entre las dalias, con el libro caído en el regazo y un ropaje de frescor ocupando el espacio que dejaba el sol, marchando hacia el oeste. La luz en el horizonte le ha parecido hermosa y ha subido a buscar la cámara, y en la terraza del piso alto, ha disparado algunas fotografías. La noche ganando la batalla de cada día al sol, los últimos rayos rojizos, la oscuridad que vuela a ocupar su lugar, una enorme luna casi plena y algunas estrellas que empiezan a asomar sus destellos lejanos en el espacio/tiempo. Es tarde, se ha dicho, pero tarde ¿para qué?
Es cierto que al jardín le falta un repaso, un recorte de cesped nada más y perfilar los setos, si se quiere, pero no es urgente. Sin ganas de leer, perezoso, ha vuelto a sentarse en la silla de lona, conveniente arropado con una sudadera recogida al vuelo. Es hermoso ver ponerse el sol, más, cree, que verlo salir apuntando por el horizonte; y más aún aquí, que se pone hacia el llano y eso permite una mayor duración del instante del ocaso; en cambio la salida por el este se produce desde detrás de las montañas y cuando llega es ya en cierta plenitud. Como duerme con las ventanas sin cubrir por cortinas de ningún tipo, amigo como es de la claridad más absoluta, cuando el sol apunta en la mañana, entra por la ventana de la biblioteca, atraviesa el estudio y se cuela por la puerta del dormitorio que también está abierta hasta darles a él y a Ana en la cara; se desliza por las almohadas y repta por el cabezal de la cama hasta depositarse en la pared donde el camino está libre de obstáculos y altibajos; allí, se refleja en la colección de espejos y rebota de unos a otros dando a la habitación un toque de calidoscopio. De entre esos espejos, el más querido probablemente, lo compró hace años en León, en un anticuario frente a la Catedral, aprovechando para curiosear antiguedades en un tiempo vacío de ocupación, entre cita y cita: de caoba con latones dorados en los vértices, de puro art decó, tiene un espejo original ligeramente dorado que llena de calidez a las figuras que en él se reflejan. No quisieron hacerle descuento, pero le regalaron una pequeña talla de un san Antonio medio carbonizado, del siglo XVIII, probablemente, que cuelga trágico y minúsculo de una pared del salón. Cuando el sol irrumpe en el dormitorio, Goyerri abandona el sofá en que duerme y se mete debajo de la cama buscando la penumbra; no está hecho el pequeño para despertares luminosos.
Sentado en el jardín mirando el ocaso, recuerda una conversación tenida al mediodía con una amiga por teléfono. La referencia era el conflicto Israel - Hezbollah, aunque su amiga se empeñaba en mencionarlo como "judio-palestino". Ha tratado de corregir la denominación y ella le ha contestado que daba igual, que era todo lo mismo. Le hablaba de la muerte de los niños y él, repentinamente ha reparado en que ese es el tema que, por lo que oye y recibe, se está convirtiendo en el leit motiv del conflicto: "los tanques israelies matan niños palestinos". También ha tratado de explicar a su amiga, mujer de inteligencia liberal y probada tolerancia, moderna desde siempre, que todos los niños están amenazados y que también mueren niños israelies. "Pero más. palestinos" ha dicho ella. Ha vuelto a hacer incapié en que no son palestinos, sino libaneses. Bueno, le ha contestado ella, ahora vas con los judios. No es así, él lo sabe y lleva días intentando explicarlo: no va con nadie porque se niega a ser parte en la matanza, en cada bando la mínima suma de muertos es equivalente a los del otro bando. Al niño israelí, ha recibido unas fotos acusatorias, que en una excursión escolar va a firmar en los obuses que caerán sobre los barrios donde se ocultan las posiciones de Hezbollah, le corresponde el pequeño libanés, incluso palestino, que con diez u once años, enarbola un fusil de asalto o un lanza granadas.
Una ola de inmenso fervor propagandístico, piensa, se está extendiendo entre la sociedad que le rodea, alzando un dedo acusatorio contra el estado de Israel y por extensión contra los judios, y eso le preocupa. Sabe que no se trata de la piedad por los niños muertos sino de una toma de posición clara en el conflicto de David frente a Goliath, cuando ahora Goliath no es filisteo sino israelí y David es el niño palestino. ¿Porque no pensar, se dice, que el horror de la guerra alcanza a todos y que culpables habrá en cada lado? ¿Cómo puede alguien pensar en la existencia, hoy en día, de inocentes absolutos? Cuando se toma partido por la emoción de una sola muerte se hace uno cómplice de parte. Le lee a su amiga el texto que ha recibido con las fotografías de los escolares israliés y ella reconoce que es zafio y grosero. Lo lamentable, coinciden, es que quien lo ha escrito ha dogmatizado sin conocimiento y con buena voluntad. Lo transcribo al pié: cuando lo ha leído se ha sentido molesto y dolido, cree que no se merece estar en la lista de receptores de lo que hoy en día equivale a aquellas cadenas de preces por una virgen o un santo milagrero.
Le viene al pensamiento el nombre de un historiador francés que acuñó una teoría de la historia: Ferdinand Braudel, muerto no hace demasiados años y autor del espléndido "El Mediterráneo en la época de Felipe II". Dice Braudel que existen dos ritmos, dos velocidades en la historia: la de los hechos que forman el día a día y que por la vertiginosidad de los acontecimientos y la presión de los medios de comunicación, que los sitúan en fila categorizada para que desfilen por los titulares a medida que van apareciendo y son sustituidos por los acontecimientos siguientes; y la que denomina "de larga duración" y nuestro amigo llama " la historia tozuda" y que hace que los hechos sigan un camino trazado en función de constantes geográficas, sociales, económicas y políticas. En esta historia de larga duración se van produciendo las transformaciones que la historia digiere como permanentes y quedan para la memoria aquellas que producidas "contra historia" sucederán sin alcanzar el nivel de permanencia universal que se ha proyectado: nazismo, comunismo soviético, imperios, y cuantos proyectos de transformación de la sociedad no han tenido en cuenta la tozudez de la marcha del hombre en cada rincón y hogar de este planeta.
No está todo escrito, nada lo está, pero sí existe una dirección que por el momento no se ve convergente entre las diversas partes políticas en que está dividido el planeta. Ni toda la buena voluntad del mundo, ni el peso de la más rigurosa coación internacional, conseguirán que cambie nada en Oriente Medio sino se desarman las milicias de obediencia religiosa de Hamás y Hezbollah. Se lo ha dicho así a su amiga y ella le ha contestado que también Israel debe desarmarse, y entonces nuestro amigo ha comprendido que ella no, que ella no ha comprendido nada.¿Para qué hablar más? Han quedado en verse pronto y en darse un abrazo, como corresponde a dos viejos amigos.
Ha sido mirando la hermosa puesta de sol cuando ha decidido que en el artículo de hoy introduciría, en contra de su costumbre, un tema de actualidad con una declaración de principios: a él le duelen horriblemente todos los niños muertos, y sus madres, y sus padres, y sus abuelos, todos, sin que sea necesario hacer distinciones entre ellos.Pero no va a hacerse cómplice de un miliciano armado con un lanzagranadas y cohetes, sino está convencido de la pureza de sus intenciones. Y no lo está.
"TEXTO RECIBIDO EN UNA CADENA, ACOMPAÑADO POR FOTOGRAFÍAS:
Del mismo modo que en USA se levantan a las 4 de la mañana para ir alaeropuerto a firmar las bombas que se arrojaran sobre Irak, las escuelas hebreas llevan de excursión a sus niños judíos al frente para que firmen dedicatorias a sus vecinos libaneses y palestinos como estas:"muere con amor"
Pasa este mensaje para que la gente que se cree las mentiras que salen porTV, sobre la bondad de un estado que si ha secuestrado 10.000 mujeres yniños en sus carceles, (un soldado no se secuestra se le hace prisionero)donde la tortura y la ejecución en una comisaría es legal.Pero sobre todo, para que la gente sepa que el objetivo de esta guerra es un ataque nuclear contra IRAN y por el sistema económico actual, que esta en peligro por el cenit del petróleo (Peak Oil)"
Es cierto que al jardín le falta un repaso, un recorte de cesped nada más y perfilar los setos, si se quiere, pero no es urgente. Sin ganas de leer, perezoso, ha vuelto a sentarse en la silla de lona, conveniente arropado con una sudadera recogida al vuelo. Es hermoso ver ponerse el sol, más, cree, que verlo salir apuntando por el horizonte; y más aún aquí, que se pone hacia el llano y eso permite una mayor duración del instante del ocaso; en cambio la salida por el este se produce desde detrás de las montañas y cuando llega es ya en cierta plenitud. Como duerme con las ventanas sin cubrir por cortinas de ningún tipo, amigo como es de la claridad más absoluta, cuando el sol apunta en la mañana, entra por la ventana de la biblioteca, atraviesa el estudio y se cuela por la puerta del dormitorio que también está abierta hasta darles a él y a Ana en la cara; se desliza por las almohadas y repta por el cabezal de la cama hasta depositarse en la pared donde el camino está libre de obstáculos y altibajos; allí, se refleja en la colección de espejos y rebota de unos a otros dando a la habitación un toque de calidoscopio. De entre esos espejos, el más querido probablemente, lo compró hace años en León, en un anticuario frente a la Catedral, aprovechando para curiosear antiguedades en un tiempo vacío de ocupación, entre cita y cita: de caoba con latones dorados en los vértices, de puro art decó, tiene un espejo original ligeramente dorado que llena de calidez a las figuras que en él se reflejan. No quisieron hacerle descuento, pero le regalaron una pequeña talla de un san Antonio medio carbonizado, del siglo XVIII, probablemente, que cuelga trágico y minúsculo de una pared del salón. Cuando el sol irrumpe en el dormitorio, Goyerri abandona el sofá en que duerme y se mete debajo de la cama buscando la penumbra; no está hecho el pequeño para despertares luminosos.
Sentado en el jardín mirando el ocaso, recuerda una conversación tenida al mediodía con una amiga por teléfono. La referencia era el conflicto Israel - Hezbollah, aunque su amiga se empeñaba en mencionarlo como "judio-palestino". Ha tratado de corregir la denominación y ella le ha contestado que daba igual, que era todo lo mismo. Le hablaba de la muerte de los niños y él, repentinamente ha reparado en que ese es el tema que, por lo que oye y recibe, se está convirtiendo en el leit motiv del conflicto: "los tanques israelies matan niños palestinos". También ha tratado de explicar a su amiga, mujer de inteligencia liberal y probada tolerancia, moderna desde siempre, que todos los niños están amenazados y que también mueren niños israelies. "Pero más. palestinos" ha dicho ella. Ha vuelto a hacer incapié en que no son palestinos, sino libaneses. Bueno, le ha contestado ella, ahora vas con los judios. No es así, él lo sabe y lleva días intentando explicarlo: no va con nadie porque se niega a ser parte en la matanza, en cada bando la mínima suma de muertos es equivalente a los del otro bando. Al niño israelí, ha recibido unas fotos acusatorias, que en una excursión escolar va a firmar en los obuses que caerán sobre los barrios donde se ocultan las posiciones de Hezbollah, le corresponde el pequeño libanés, incluso palestino, que con diez u once años, enarbola un fusil de asalto o un lanza granadas.
Una ola de inmenso fervor propagandístico, piensa, se está extendiendo entre la sociedad que le rodea, alzando un dedo acusatorio contra el estado de Israel y por extensión contra los judios, y eso le preocupa. Sabe que no se trata de la piedad por los niños muertos sino de una toma de posición clara en el conflicto de David frente a Goliath, cuando ahora Goliath no es filisteo sino israelí y David es el niño palestino. ¿Porque no pensar, se dice, que el horror de la guerra alcanza a todos y que culpables habrá en cada lado? ¿Cómo puede alguien pensar en la existencia, hoy en día, de inocentes absolutos? Cuando se toma partido por la emoción de una sola muerte se hace uno cómplice de parte. Le lee a su amiga el texto que ha recibido con las fotografías de los escolares israliés y ella reconoce que es zafio y grosero. Lo lamentable, coinciden, es que quien lo ha escrito ha dogmatizado sin conocimiento y con buena voluntad. Lo transcribo al pié: cuando lo ha leído se ha sentido molesto y dolido, cree que no se merece estar en la lista de receptores de lo que hoy en día equivale a aquellas cadenas de preces por una virgen o un santo milagrero.
Le viene al pensamiento el nombre de un historiador francés que acuñó una teoría de la historia: Ferdinand Braudel, muerto no hace demasiados años y autor del espléndido "El Mediterráneo en la época de Felipe II". Dice Braudel que existen dos ritmos, dos velocidades en la historia: la de los hechos que forman el día a día y que por la vertiginosidad de los acontecimientos y la presión de los medios de comunicación, que los sitúan en fila categorizada para que desfilen por los titulares a medida que van apareciendo y son sustituidos por los acontecimientos siguientes; y la que denomina "de larga duración" y nuestro amigo llama " la historia tozuda" y que hace que los hechos sigan un camino trazado en función de constantes geográficas, sociales, económicas y políticas. En esta historia de larga duración se van produciendo las transformaciones que la historia digiere como permanentes y quedan para la memoria aquellas que producidas "contra historia" sucederán sin alcanzar el nivel de permanencia universal que se ha proyectado: nazismo, comunismo soviético, imperios, y cuantos proyectos de transformación de la sociedad no han tenido en cuenta la tozudez de la marcha del hombre en cada rincón y hogar de este planeta.
No está todo escrito, nada lo está, pero sí existe una dirección que por el momento no se ve convergente entre las diversas partes políticas en que está dividido el planeta. Ni toda la buena voluntad del mundo, ni el peso de la más rigurosa coación internacional, conseguirán que cambie nada en Oriente Medio sino se desarman las milicias de obediencia religiosa de Hamás y Hezbollah. Se lo ha dicho así a su amiga y ella le ha contestado que también Israel debe desarmarse, y entonces nuestro amigo ha comprendido que ella no, que ella no ha comprendido nada.¿Para qué hablar más? Han quedado en verse pronto y en darse un abrazo, como corresponde a dos viejos amigos.
Ha sido mirando la hermosa puesta de sol cuando ha decidido que en el artículo de hoy introduciría, en contra de su costumbre, un tema de actualidad con una declaración de principios: a él le duelen horriblemente todos los niños muertos, y sus madres, y sus padres, y sus abuelos, todos, sin que sea necesario hacer distinciones entre ellos.Pero no va a hacerse cómplice de un miliciano armado con un lanzagranadas y cohetes, sino está convencido de la pureza de sus intenciones. Y no lo está.
"TEXTO RECIBIDO EN UNA CADENA, ACOMPAÑADO POR FOTOGRAFÍAS:
Del mismo modo que en USA se levantan a las 4 de la mañana para ir alaeropuerto a firmar las bombas que se arrojaran sobre Irak, las escuelas hebreas llevan de excursión a sus niños judíos al frente para que firmen dedicatorias a sus vecinos libaneses y palestinos como estas:"muere con amor"
Pasa este mensaje para que la gente que se cree las mentiras que salen porTV, sobre la bondad de un estado que si ha secuestrado 10.000 mujeres yniños en sus carceles, (un soldado no se secuestra se le hace prisionero)donde la tortura y la ejecución en una comisaría es legal.Pero sobre todo, para que la gente sepa que el objetivo de esta guerra es un ataque nuclear contra IRAN y por el sistema económico actual, que esta en peligro por el cenit del petróleo (Peak Oil)"
Comienza a ser agotador este esfuerzo diario por caer en la razón partisana. Todo el mundo parece tan lleno de certezas que no se tiene inconveniente en utilizar los argumentos como si fueran balas. Pero sigue siendo necesario defender que el primer mandamiento de la razón es aceptar la complejidad de la real.
ResponderEliminarsiguiendo el hilo de lo que dices: ¿Israel se crea "con la historia" o "contra la historia"? y más que Israel, la forma concreta del estado israelí, precisamente en aquella zona del planeta.
ResponderEliminarEvidentmente no propugno la desaparición de Israel, cosa que me parece descabellada, solo hablo del movimiento histórico.
Yo creo que el movimiento histórico de larga duración muestra una zona en crisis vulnerable a continuas invasiones e influencias de grupos propios de ella misma o fronterizos. Muestra una inestabilidad que es histórica en busca siempre de un gendarme dominante y la aparición colonial no favoreció aquel orden natural. Desde este punto de vista parece que lo que no es natural es la paz y la demostración (si lo que escribo es cierto) está en la influencia de Siria en Líbano, al que considera el gobierno de Damasco una provincia sobre la que tiene derechos, o la invasión de Kuwait por parte de Irak.
ResponderEliminarLa existencia de movimientos totalizadores, globalizadores o integradores se ha producido desde las invasiones hititas, pasando por el poder sasánida, los partos en la frontera imperial de Roma, el Egipto de Mehmet Alí, el Imperio Turco, la RAU de Naser o el intento de hegemonizar el poder en la zona por parte del Baas.
No creo pues que la presencia de Israel sea "contra" la historia. Si espero que llegado el desorden a un cenit insoportable (y hay que ver lo que es insoportable) se produzca una reconducción por parte de los protagonistas reales hacia un desarrollo estable, que quiere decir alcanzar la paz.
La presencia de Irán como factor desestabilizador no es nueva y aunque me remonte muy atrás, no hay que olvidar que la presencia shií procede del primer enfrentamiento civil (terriblemente sangriento) entre los inmediatos herederos del Profeta asentados en esa zona y los aspirantes al poder, asentados entra Damasco y Bagdad. Esa intrahistroria permanece en la memoria y en la cultura escolar del actual Irán.
La existencia de un islam globalizador e integrado, contradice al estado moderno, pero es un sueño que de una manera más o menos activa, está en el imaginario de futuro de una inmensa mayoría de ciudadanos de esa cultura.
No soy expoerto, vaya por delante, en estos temas, pero espero en cualquier caso haber contestado a tu pregunta. Y añado otra consideración: aún desapareciendo el estado de Israel (lo que me parece un disparate histórico y funcional) la inestabilidad seguiría en la zona.
Así es Gregorio, si he escrito este post ha sido porque la conversación de la mañana acabó con mi paciencia, obligado a demostrar que no soy pro judío para estar a la altura de las circunstancias. Y la verdad es que a este paso de irracionalidad acabaré siéndolo.
ResponderEliminarQueda contestada, aunque faltan detalles. Supongo que dentro de doscientos años tendremos (o tendrán) la respuesta con todos los detalles.
ResponderEliminarTendrán, o seguirán con lo mismo.
ResponderEliminarVaya usted a saber.
ResponderEliminarEn cualquier caso, se perderán tu ocaso, el que la foto pálidamente evoca y tu relato me hace envidiar (hasta la sudadera he envidiado desde esta Barcelona sucia y bochornosa).
A la que añoro de vez en cuando, con intensidad.
ResponderEliminarOjalá enseñaran en los colegios iraníes, sirios, palestinos, israelíes, europeos, americanos, africanos -bueno, para empezar tendrían que construir colegios- a vivir con amor, no a matar con amor...A mí todo esto...se me escapa, no lo entiendo, ni comprendo. Me quedo con las mil y una noches. Soy una ingenua, ya, ¿y qué?
ResponderEliminarAh! olvidaba...la foto me ha parecido preciosa y que el anticuario leonés no quisiera hacer descuento...muy de aquí.
ResponderEliminarPara que los colegios enseñen algo, Ana, los adultos tienen que proponérselo. Y claro es, es difícil. La foto es real, tal y como viví la puesta de sol. Y en cuanto al anticuario leonés, no olvides que me regaló una talla medio carbonizada, con restos de escayola. La froté bien y le apliqué cera y queda muy bien (bonita iba a escribir) en una pared. Yo no me quejo del anticuario leonés, sinceramente.
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