miércoles, agosto 02, 2006

Es hora de volver al camino de tierra

Si lo es; ocasionalmente pierde el sentido del paisaje que le rodea y se embebe demasiado en cosas más profanas; se trata de los libros que le empiezan a invadir de nuevo, o de los comentarios a los blogs tertulia a los que suele acudir, o al cuidado del jardín que ahora, ya agosto, requiere esporádico cuidado de recorte, limpieza y riego; también del no hacer nada contemplando (ya es algo contemplar si se ve consncientemente) como acaban de construir en un chalé vecino una piscina y la estrenan entre chapoteos de los niños. Una cuadrilla cuidadosa de trabajadores del este cubre el borde de la piscina con un amplio recuadro de cesped.
Al caer la tarde, sentado en la silla de lona, deja que el libro repose sobre sus muslos y mira a la cina de Cabeza Lijar. Le resulta fácil reconstruir el camino de subida y contemplarse a si mismo en la imaginación igual que desde abajo contempla la línea que divide cielo y pionos. Vista desde lo alto de la montaña, la casa de cualquier hombre es diminuta.
Piensa que es hora de volver al camino de tierra que asciende entre pinos, pero agosto no es mes agradecido para entrar en el bosque; zumba todo tiepo de insectos y el calor es sofocante. Las torrenteras están secas y en algunos remansos quedan fangos que guardan larvas para el nuevo año. El mismo olor se ha vuelto dulzón y pesado como un jarabe y los corzos, jabalies y zorros se esconden a la sombra; saldrán de noche solamente. El cielo es demasiado azul y las nubes demasiado blancas y se ansía una lluvia de vez en cuando que devuelva el olor a la tierra que se ha dispersado desde la última vez. Una buena tormenta nos cogería, piensa, en el jardín, y me entrarían ganas de quedarme bajo ella, a descubierto, hasta que la camisa se empapara y en la piel del pecho y de la espalda sintiera el frío abrazándole.
Así pues está prisionero, sintiendo que ha llegado el tiempo de salir y aceptando que no es el tiempo de hacerlo en buena hora. Algunos veraneantes se acercan a saludarle y a preguntarle por como van las cosas y eso le distrae agradecido; aparece Chema a traerle unos cubos enormes de grava menuda y roja que le pidió para tapar áreas en las que se ha aclarado y hablan de las futuras vacaciones y de las razones por las cuales Chema no empuja su vivero para hacerlo más competitivo. Samuel ha comprado un terreno en La Estación para que su hijo se construya una casa y le cuenta como es, y desde la Residencia asoman en el prado caminantes de verano que excursionean por ahí metiéndose por caminos que no saben ni hacia donde van ni de donde vienen. Acaban preguntando; siempre van por parejas en grupos de dos, tres o catro; son de edad avanzada y se les ve planchados y limpios como corresponde a veraneantes de lugares de montaña.
El pueblo no tiene tradición, nadie la conoce, no sonsigue encontrar un solo detalle que le confiera presencia en la historia, salvo que en el vecino El Espinar acuertalaban tropas Don Enrique y Don Juan para ir a presentar batalla a los Infantes de Aragón. Eso lo leyó en una biografía espléndida de Don Juan II de Aragón escrita por Vicens Vives, y entiende que la cosa es natural, porque en los pastizales, ricos en agua y pasto para los animales, así como ganadería, se puede acampar compañías de a pié o a caballo para esperar a cruzar los puertos. Pero nadie que viva aquí y que el conozca sabe nada, salvo de la existencia de una Carta Puebla que se quemó en la guerra civil y de la que queda una fotografía. "¿Y aquí de historia, qué? suele preguntar a los que son del pueblo y presuumen de ello por generaciones. "Hombre, le dicen, aquí la Carta Puebla". De ahí no se les saca y es casi seguro que ni han visto la foto.
En fiestas, en San Rafael, se celebran competiciones de tala y arrastre de troncos, y esto es porque la industria aquí fué, y algo queda, de una serrería que trataba la madera de los hermosos bosques que son ahora monte real. De la calzada no queda nada, auqnue cruzaba por aquí en dos direcciones. También las típicas fiestas de toro que a él tanto le desagradan por el sufrimiento que reciben los animales en la plaza desmontable que s einstala al pié de la pista forestal, por debajo del campo de futbol.
No hay tradiciones, alcanza a pensar; no hay en este lugar de El Espinar y San Rafael, que son dos partes de la misma cosa, tradiciones que se cuenten por la gente; la memoria ha olvidado los acuertelamientos de Don Juan, el paso del Condestable de Castillo Don Alvaro de Luna e incluso la presencia de doña Isabel, que se hartó de trotar por esta Castilla que harta de describirse a si misma olvidó lo que era. No hay tradiciones y le pesa, porque le gusta saber donde está y de donde vienen las cosas aunque ya se sabe que van a por una globalidad indiuscutible e incluso requerida. Se pregunta si el hecho de que no hayan tradiciones tendrá que ver con el hecho de que vea que tampoco parece haber mucha identidad, poco más allá de tener un orgullo serrano a flor de piel y el sacro convencimiento de que como esta tierra ninguna, cosa por otra parte tan común que ha sido el primer peldaño en muchas crueles ocasiones para desencadenarlas. Hoy losm orgullos generan competencia y tiene El Espinar un torneo de Tenis de gran nivel, que se celebra a primeros de agosto cada año.
Se dice, pensando que va a salir a dar una vuelta por el bosque, que no encuentra ni un solo atisbo de mediterraneidad en esta sierra a caballo de Madrid y Segovia, él que tan orgulloso se encuentra de su Mediterráneo, y por comparar apenas, que ya sabe que es cosa que mejor no debe hacerse, quiere señalar sus rasgos mediterráneos, los de quien nació en Barcelona y la vivió tantos años. Asombro siente al no saber donde están, ni cuales son: a lo sumo le sale la dieta y el aceite de oliva, y el queso de cabra y las olivas, y los toros, claro está, y piensa que el flamenco que él tiene por una de las expresiones musicales de mayor pureza y calado que nunca ha oído. De repente no sabe cual es la mediterraneidad, salvando la lengua que habla, dos para ser exactos, que son hermanas hijas del latín. Pero le sigue faltando algo que sea total y absolutamente diferenciador y cree al final que será mejor tal vez cosa de mitos y de vanidades, y que es como decir "yo nací allí". Escasa identidad si solamente se trata de una vanidad para comparar.
Entre no pensar en nada y pensar en esto de la identidad, tan confuso y extraño, se le ha ido la tarde entera y empieza a refrescar. Ya no saldrá al camino de tierra, mañana tal vez, que sigue siendo hora.

4 comentarios:

  1. Querido Luis, tal vez tu mediterraneidad (y permíteme que juegue con las palabras inventándome una etimología que no existe) continúa en "meditar sobre la tierra que pisas de manera divina" MEDItarTERRAN(tierra)EIDAD(relativo a los dioses)

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  2. Tú y tus diccionarios imposibles. Creo que en mi las dos primeras partes, pero la tercera me sobra una provincia entera, por lo menos. Me gusta mucho verte popr aquí.

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  3. Luis:
    Me permito invitarlo a la cadena de Tankas por la paz. A la que fuí invitada por nuestro amigo José Antonio.
    le paso mis frases "pivot" la 3 de cada tanka mio que debería ser la primera suya, pero mejor cree lo que le guste, je!

    "NIDO PROFANO"
    "SANGRE ARENADA"
    "FRIÓ DESAMOR"

    como sabrá son 2 estrofas de 5.7.5.7.7. sílabas
    Si le gusta la idea y sin obligacion, por supuesto,
    pero queria darme el gustito de invitarlo a participar

    esta es la página

    http://blogtanka.blogspot.com/

    ahi se explica mejor
    y puede leer toda la cadena de Tankas.

    Gracias y Saludos Argentos

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  4. Marcela: acabo de leer este comentaryo y voy a intentarlo. Devuelvo saludos serranos.

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