viernes, julio 07, 2006

¿Pues que soy yo?



El hombre viene pensando hace un buen rato que mente, pensamiento, espíritu, conciencia, inconsciente, ser y otras tantas palabras más, o muchas más incluso, tienen significados varios entre los que resulta difícil, para un pobre sujeto con formación escasa, sacar un encadenado de conclusiones que le permitan sentirse seguro sobre su propia existencia; no es su caso, aunque tampoco lo es el de la sabiduría. Sabe, sin lugar a dudas, que a poca gente le importa sentirse seguro en su existencia sobre temas de tan variable interpretación y que la seguridad, tema que viene de la caza-recolección y de su transformación en agricultura, hoy se mide en euros y en vivienda propia, primera o segunda. Pero sabe también que mientras viva, seguirá dándole vueltas a los significados de las palabras y repara, la verdad es que ha reparado siempre, que los significados se ajustan a dos tipos de verdades: las reveladas y las hijas de la duda. En este mundo cristiano de profesión católica, la verdad revelada se transmite de padres a hijos como un esquema fijo, inamovible y dogmático; ya vendrán los tiempos de la vida en los que algunas de esas cosas rechinarán en sus propios cimientos. Siempre le ha asombrado la ligereza con que los progenitores inician en la ideología religiosa a sus hijos, manifestando con absoluta liberalidad que "de mayores ya tendrán tiempo de escoger lo que quieran".

Nuestro amigo piensa que se manifestará la duda y acabará generando una verdad que en si misma es hija de la duda. Entre derecha e izquierda, en el bosque, se acaba eligiendo el camino que lleva a una fuente o a otro camino a un cortada abrupta de la que desapareció el puente. Para eso sirve el bosque, para ejemplificar actitudes de manera inocente y hasta cierto punto parnasiana. El cree que las verdades que son hijas de la duda son más vulnerables en su misma esencia y siempre están sujetas a revisión porque se bifurcan de continuo hasta formar árboles de ramificaciones imposibles. Por eso una verdad que procede de la duda parece más humilde y frágil que la solemne verdad revelada: "Yo soy el que soy".

Espíritu es la potencia de pensar, inmaterial e insubstancial, singular, -"espíritus" es superchería-; espíritu es pensamiento, abocado a la verdad, al dolor o a la risa. Alma no es, se queda nuestro amigo con el espíritu al que le ha encontrado una cierta utilidad siempre que vaya de uno en uno y se atenga al suyo mismo, al propio; al alma no, no cree en el desfile de las almas resucitadas ni en las almas oscuras de los ángeles caidos. Las almas son frágiles imágenes de consumo, extrañas monedas para la eternidad, rehenes para el castigo infame del infierno. Aparcadas estupidamente en el limbo, ningún lugar en la nada. Quien inventó el alma estaba ciego de arrepentimiento. Con una buena alma no se necesita pensar. Pero pensar es algo que está ahí y que define. "¿Que soy pues?" se pregunta Descartes. Una cosa que piensa. Y ¿que es una cosa que piensa? Una cosa que duda, concibe, afirma, niega, quiere y no quiere y también imagina y siente. Al hombre le gusta mucha este fragmento de las Meditaciones. Todo ser que piensa se piensa, todo ser que sabe se sabe, y ahí está la conciencia. La relación de un ser pensante consigo mismo, el asombroso caer en cuenta de uno mismo; la conciencia, la ventana que ve, que es en si misma la que permite ver y ve y reflexiona. Y habla contigo que eres ella misma.

Así es que el hombre que piensa es un ser espiritual por que tiene la facultad de pensar, y la potencia de hacerlo, y al hacerlo se sabe y se interroga, y se genera la duda y la decisión. Estamos al cabo de la calle. La verdad revelada por el pensamiento es personal y sencilla, propia, de estar por casa si se quiere y seguramente no encontrará entusiastas seguidores, pero servirá para explicar a quien quiera saber lo que piensa este hombre de si mismo y de cada uno de los demás. Tantos años, se dice, para comprenderte como una cosa que piensa. Es verdad que ya lo sabía, pero ahora ha cerrado el círculo. estamos al cabo de la calle, se dice. nunca hablará de su alma, ni de las almas de los demás y no mencionará el nombre de dios en vano (¿de que otra manera se podría mencionar? se pregunta).

Mientras ha recogido el desayuno ha pasado frente a la ventana, que es la conciencia de la casa si conecta con el habitante, Jerónimo. este viejecito de casi noventa años sobrelleva un parkinson atroz con absoluta firmeza. Tiembla la mano y el garrote que en ella lleva, y la otra mano a la altura de la cintura en la que suele llevar una herramienta si a lo que va es a cuidar el cesped del chalé de su hijo. Se encara a la valla que limita la casa del hombre que está recogiendo el desayuno y avanza por la linde del seto caminando por la parcela deshabitada que da al sur. Nuestro hombre sabe que quiere saber y sale al jardín por ese lado de la cocina, que es donde está la puerta y se acerca al muro verde que deslinda las propiedades. "Buenos días, Jerónimo". Y Jerónimo se vuelve hacia él, ya llegando al borde de la marcha, justo donde el seto cae un poco porque el año pasado, en verano, Gringo, el caballo bayo de Juan ( el Pifo), empujó el alambre con el pecho y se metió en el jardín donde pació una noche a sus anchas hierba de la mejor calidad, tepe importado de Francia, para ser exacto. "Qué hace la señora?" La cara aguileña de Jerónimo, chupada, puro hueso con la piel pegada, enmarca dos ojos azules, ranuras, con una mirada fija, de acero, que le hacen a uno recordar la mirada sublime de Paul Newman. "Ahí andamos, contestá el hombre que ha salido de la cocina al jardín, ahí está. Día a día". "Vamos a ver, dice Jerónimo, esto es cosa de ir adelante con paciencia". "Eso es, con paciencia". "Le dice que hemos venido a preguntar". "Se pondrá muy contenta, Jerónimo". Se va por el senderito de la parcela vecina con su Parkinson a cuestas. Camina este hombre como una línea trémula hecha de orgullo y sabe quien le ve que está viendo a la vida tozuda de biología pura.

El día es elástico y repentinamente se afloja la tensión y estamos en la tarde. Nuestro amigo en el ordenador ha encontrado un mensaje de Galloso a su último post y lo comprende. Entre todas las verdades que nos han sido dadas para que las comprendamos, la de la crueldad permanece oscurecida por el disimulo. La crueldad infantil, de eso se trataba ayer, piensa el hombre que ahora teclea entre libros. José Antonio Galloso niega la falsa felicidad del olvido. Como una vocecilla infantil, alguien canta en la cabeza del que escribe con sonsonete de cascabeles

¿Qué soy pues?
Una cosa que piensa
¿Y que hace una cosa que piensa?
Una cosa que piensa duda,
concibe, afirma, niega,
quiere y no quiere
y también imagina y siente.
Y miente, y disimula, y acobardada se transforma, y disfraza, y se engaña... El hombre que escribe recuerda que se añadía faltas de ortografía en los dictados para no ser el primero de la clase, porque nadie creía que pudiera ser bueno en eso. Ni el maestro le permitía ser bueno en algo y le acusaban de tramposo; aprendió que la mediocridad no reconoce otro nivel que el suto propio. Ha cambiado la cancioncita y se la dedica a José Antonio Galloso, desconocido amigo:
¿Qué soy pues?
Una cosa que miente
Y que hace una cosa que miente
Se protege, se cuida, disimula,
se transforma y sobrevive.
El hombre que cuida de si mismo entre libros y flores, en el prado en el bosque, mira el reloj y decide que es la hora de servirse una copa: vodka con naranja sin azucar añadida y varios cubitos de hielo. Es una delicia para acabar el día si el libro es bueno. Si no lo es convendrá buscar otro.

5 comentarios:

  1. ¿Pero quién soy yo en realidad, una cosa que piensa o una cosa que es pensada?

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  2. Para mí Luis,esos viajeros espirituales que somos, debemos recorrer nuestro propio camino, a través de las circunstancias únicas de nuestra propia vida, hacia la meta de respondernos en algún momento de ella quienes somos y para dónde caminamos...las eternas preguntas de la humanidad.
    Un abrazo!!!

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  3. Luis, entre libros y humo debo decirte que hoy me resulta difícil comentar con la claridad de siempre, hoy sólo quiero agradecer profundamente que me hayas mencionado en este hermoso texto, y decirte que arranco esta hoja del libro y la guardo en el bolsillo de mis panatalones cortos de colegial.

    Un abrazo grande
    y brindo contigo con mi vaso de vodka con jugo de naranja.

    p.d. hoy he vuelto a hablar de política y tú sabes, siempre me interesa tu opinión.

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  4. ¿Pues que soy yo? buena pregunta sabatina tempranera donde el café tiene el aroma a todo su esplendor.

    Respondo con tu mismo pensamiento:

    "Entre todas las verdades que nos han sido dadas para que las comprendamos, la de la crueldad permanece oscurecida por el disimulo".

    Pero también me detengo en las dos cancioncitas y convencida de que a pesar de todo, de lo que se vive, es transformarse entre tantas mentiras en las que uno nace, vive, experimenta.

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