martes, mayo 09, 2006

Palabras, palabras, palabras...


Picasso dijo en cierta ocasión "para hacer... hay que hacer en contra". Lo cita Octavio Paz que es un brillante ensayista en español. Es cierto. enteramente cierto si lo que se pretende es hacer, es construir. Si no, lo mismo da ir en contra o a favor o no ir a sitio alguno. Hay quienes disfrutan del no hacer, en el sentido de la construcción en el mismo universo mínimo cuyo centro es uno , y tienen a gala desconocer cuanto se hace o se pueda hacer; no es mérito hacer, antes bien atrevimiento. Cultura común es desconocer nuestra propia cultura o citarla de continuo. Heine escribe con gracia: " No, no he leido a Auffenberg, pero sospecho que debe parecerse a D'Arlincourt, a quien tampoco he leido." Las palabras salvan con su máscara al ignorante, cuya principal ignorancia es desconocer que lo es. Personas hay que creen que la mayor sabiduria posible se encuentra en el nivel de la suya propia. Rellenamos el lenguaje de vaguedades que carecen de sentido y las llamamos magia. Y el mundo mágico se abre con metáforas al entendimiento. Una metáfora es un desafío, mejor será no aceptarlo, no es de buen gusto hablar sobre ella, podría ser no haberla entendido bien, correctamente. En teoría la cultura está en los libros aunque yo pienso que en algún momento deberá estar en el pensamiento. Dicen de alguien muy culto que "tiene muchos libros" y me pregunto yo si lo sería igual sin el balance numérico de sus volúmenes. Se puede mitificar al libro, tapas y páginas olvidando que su único interés está en el contenido impreso. Una pared llena de libros puede iluminar de hermosos claroscuros el retrato del dueño: piernas cruzadas, brazos en reposo y mirada al infinito, esta imagen ya no se da pero es aspiracionalmente objetiva. Es bueno haber leído para "hacer en contra" que diría Picasso, haberse enfrentado a las palabras y dar de ellas, en la lectura, la propia versión. Al final habrá que recordar a Bergamín cuando decía "pues no soy objeto no soy objetivo; como sujeto sí soy subjetivo". Tengo para mi que el mejor arranque de libro al que nunca me he enfrentado es el de la novela Pedro Páramo de Juan Rulfo y que dice así: "Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo". Guardo este libro en un ejemplar que contiene también los cuentos de El llano en llamas con la intención de que me acompañe de por vida. Leído hace años, a veces lo abro de nuevo y leo tan solo esa frase: yo nunca escribiré nada igual por mucha afición y empeño que ponga en ello. Hacer en contra, vuelvo a Picasso, es la síntesis expositiva de la creación. Pero crear ¿qué? Esta vida está hecha de monotonías y esfuerzos que desgastan el ánimo, tal es la fatiga que su nimiedad provoca. Un hijo, un libro y un árbol, sentenció alguien y repite todo el mundo. Frase de síntesis se la toma al pie de la letra. Un hijo: proseguir la especie (perpetuar es demasiado sobrecogedor para una paternidad o maternidad responsable y tranquila); un libro: aportar algo a la cultura: un árbol: colonizar el mundo creando vida en nuestro entorno. ¿ Quien está realmente preocupado por la especie, la cultura y su entorno? Amo a los libros pero no los idolatro. Amo a las palabras cuando me dicen cosas que me revelan verdades, estados de ánimo. "Para engañar al mundo, pareced como el mundo" dice Lady Maqbeth. "Maqbeth ha asesinado al sueño" escribe Shakespeare dando en cinco palabras un curso de literatura de prosa y de poesia.; nunca podré llegar a esa altura expresiva. La mayor de las banalidades es usar el lenguaje para no decir nada, y el mayor desprecio. Creamos cuando hablamos si sentimos el lenguaje unido al pensamiento; si así no es, ¡que hermoso es el silencio! Elias Canetti, al que dieron un premio Nobel, escribió un libro terrible: Auto de Fe; un hombre poseido por sus libros, esclavo de la existencia de su biblioteca. "De tanto leer vino a secársele el seso" cito de memoria a Cervantes. No creo que deba ser así. ¿Cómo se puede contestar a futilidades tales como ¿tu autor favorito? O ¿tu libro favorito? o mejor aún, esta famosa "¿que libro te llevarías a una isla desierta?" Si tengo que escoger un solo libro, me niego a la elección, iré con las manos vacias, poero no con el intelecto, con la memoria y el pensamiento. ¿Quien ha leido Madame Bovary y la ha olvidado? Pero no es posible llevarlo a una isla desierta.... sí, dentro de uno. ¿Y Absalón, Absalón, de Faulkner?O El Ruido y la Furia. Los libros llenan mi mesa de trabajo, que es grande y amplia superficie, pero no son ellos, si son sus ideas, sus palabras, sus frases. Cuando he leido Calígula de Camus, yo lo he escrito y cuando Las Criadas de Genet, he sido yo mismo, palabra a palabra, desesperación a desesperación: las de Claire y Solange. No hay que idolatrar a los libros, basta con leer sus palabras.

3 comentarios:

  1. Por eso, mi lema es: LAS PALABRAS SON MIS OJOS.

    Regresaré a saborearme de nuevo tu alfabeto. Es necesario volver a retomar este texto.

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  2. Sentir el lenguaje unido al pensamiento...


    Creo que nunca he estado más de acuerdo contigo.

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