viernes, mayo 05, 2006

Otra vez Mayo.


Acabo de ver una película de Bertolucci: The Dreamers. Me sorprende una frase pronunciada por un joven rebelde, hijo de un poeta en París del mayo del 68: "todos tenemos un padre, pero que Dios no exista no quiere decir que tenga que tomar su lugar". La película me ha gustado, me ha llevado de nuevo al cine de ideas, al análisis de la sociedad burguesa que tan bien se le da al director. La película enfrenta a un idealismo pre hippy americano con la praxis revolucionaria de aquella Europa juvenil y burguesa que quiso hacer una revolución desde las universidades. Es mayo y es bueno recordar el 68 por lo que fué, que no por lo que pudo ser. Hay un momento en The Dreamers en que el joven revolucionario manifiesta su admiración por los guardias rojos, "todos con un libro, la cultura en la mano" viene a decir. Su antagonista, el joven americano idealista le responde "eso es lo que me da miedo, es un solo libro, todos llevan el mismo libro, pequeño..." Es cierto, era un libro de consignas de pocas páginas. En la mente de Mao no se necesitaba mucho más para dar una vuelta de tuerca a la tortura que atenazaba a su pueblo. Queda muy poco de aquella admiración, ni la nostalgia, lo que en si es buena señal. Al cabo de los años el Libro Rojo del Presidente Mao ha pasado de verdad al basurero de la historia, al que tantas cosas se han tirado y han vuelto a la superficie porque nunca habían muerto: pienso en principios éticos, en ideales solidarios, en práctica democrática. Fué Churchill quien dijo que la democracia era el menos malo de todos los sistemas políticos. El Churchill político tiene poco interés para mi, pero no así el líder que encabezó en Inglaterra en "no pasarán" al nazismo.; no fué solamente por principios éticos, conviene recordarlo, que hubieron principios e intereses geoestratégicos y económicos. Pero conviene volver al 68, ¿qué podía pasar en Europa a finales de los sesenta para que los jóvenes universitarios burgueses arremetieran contra la democracia formal que les permitía ser oposición y trataran de derrocarla en busca de un asambleismo rompedor o de una dictadura maoista o del algo que cambiara lo que juzgaban un anquilosamiento de la sociedad en pleno. Los jóvenes se sentían dentro de un fósil, a la sociedad burguesa se le habían soldado las vértebras y a duras penas podía caminar. Asustaron a sus padres y a sus vecinos y a los sindicatos y a los partidos; aquello no era un revuelta racial ni económica ni laboral, el poder no podía entenderla; los jóvenes tenían que estar ligando, fumando, yendo al cine, bailando, estudiando, y metiéndose solos en la cama a las doce. La universidad era académica, seria, tradicional; no se podía andar pintando las paredes con consignas de escasa comprensión. Probablemente los hogares burgueses no eran los paraisos de paz y amor que preconizaban y un cierto tufillo a falsedad flotaba en el ambiente; escepticismo, ironía y cinismo formaban la base de una cultura mentirosa y acomodaticia. Y para los jóvenes el enemigo estaba cerca, en casa. ¿Qué clase de sociedad nos ofreceis? No nos gusta. Nos enviais a estudiar sociología a Nanterra o la Sorbone, bien, ya hemos estudiado y no es esto, debe ser otra cosa. Aquella cosa era la revolución, ciertamente sin armas y sin voluntad de armarse a no ser con adoquines. Cuando los CRS cargaban contra los manifestantes en París los chicos les gritaban "fascistas". Nadie sabía como iba a acabar y lo resolvió De Gaulle, un hombre de orden, con prestigio y autoridad. Viajó una noche a Alemania y se entrevistó con el jefe de las fuerzas francesas de ocupación en aquel país; se jefe era Massu, un general fogueado en la guerra de Argelia, un hombre de mirada adusta, uniforme de campaña y grueso y feroz mostacho. No se sabe, que sepa yo, de que hablaron, pero el viaje fué elocuente. El General De Gaulle, como presidente, podía reclamar a las tropas de ocupación en Alemania que estuvieran atentos por lo que pudiera pasar; hay gestos contundentes, basta que la prensa los aireé para que se carguen de contenido y de significado. La revolución quedó en desilusión y consignas: Que paren el mundo que me apeo, Prohibido prohibir. De aquellos jóvenes quedó mucho, que no se piense que no, la democracia se enriqueció, y se llenó el baul de las nostalgias. Aún sin la revolución, salimos enriquecidos todos porque aquello venía de largo y de lejos: Berkley y otras universidades americanas, la universidad italiana, la juventud alemana, los movimientos de estudiantes en Japón... Quien crea que las cosas no cambiaron no tiene que hacer otra cosa que repasar la historia. Y algo conviene no olvidar: quedó el faro aglutinandor de Viet Nam, la guerra inútil, los movimientos pacifistas, los conciertos de paz y flores, las deserciones. Mereció la pena no apearse del mundo en aquel después del mayo del 68. Mao siguió su camino abyecto hacia el panteón de la plaza de Tien An Men; ni como literato se le valora, ¿quien recuerda sus poemas? ; doy fe sin embargo que en traducción, claro, de Maspero, algunos tenían su encanto. Quedaron los jóvenes del 68 que se han hecho adultos y luego han llegado los otros jóvenes agrupados en generaciones. En algo no ha cambiado el mundo, no ha parado ni ha dado marcha atrás. A los jóvenes no se les puede exigir coherencia, es absurdo pedir a adultos de 20 años lo que no tienen los adultos de 50. Pero es cierto que se exige a los jóvenes que sepan más que nosotros y que se comporten con mayor seriedad y rectitud. Su crimen es el botellón, dicen algunos. Nuestro crimen es la falta de sus oportunidades. Si no somos capaces de crear una sociedad en la que encuentren trabajo, ¿que nos puede importar que se tomen una cerveza en medio de la calle? ¿Es cuestión de principios? ¿Los suyos o los nuestros? ¿Desde cuando el botellón es un atentado a los principios? Resumamos: el botellón es la cruzada última que después de haber ganado la del tabaco, nos proponemos ganar en aras de ordenar estéticamente una sociedad que guste o no es más fea que bonita. Reconozcamos que estas cruzadas son más benéficas que las que emprenden otros; esta guerra es interna e incruenta, es un juego de niños y es además un juego de palabras porque casi niños son unos antagonistas en esta batalla. Los mayores estamos por otras cosas más serias, aunque no puedo hacer una lista de ellas porque ahora mismo no me viene ninguna a la cabeza. Se dirá que este post es menos suave y poético que los anteriores y que el bosque no me ha estimulado la dulzura hoy. No es verdad; he paseado por el bosque esta tarde con mi amigo Samuel y su perro Togo. Goyerri venía también con nosotros. Yo creo, a estas alturas de la vida, que un amigo es una persona de quien se aprecia tanto la conversación como el silencio y el simple hecho de caminar un trecho juntos es, cuando menos, consolador. Caminando hemos recordado geografías extrañas: Zurich y Ginebra. Caía un ligero chiri miri que le sienta bien al bosque y a la tierra, que los empapa y llena de frescura y verdor. Goyerri y Togo son amigos. Togo es un pastor alemán de dos años que me quiere mucho aunque no sea su dueño. Es alegre, trotón, exuberante; cuando te ve salta sobre sus cuartos traseros y se pone a tu altura buscando el abrazo. Goyerri tuvo celos, pequeño como era no soportaba la juventud del pastor. Con sus diez años y mucho sabiduría, Goyerri desconfía de los perros jóvenes y de su espontaneidad. La urbanidad entre perros requiere cierto sentido del decoro y de la contención. Mi amigo gruñe bien, por lo bajo, mirando de lado, presto a salir corriendo si conviene, pero tratando de atemorizar. Togo comprende la amenaza y se queda quieto, se aparta; le han educado a respetar a los mayores. Finalmente su amistad se basó en olisqueos pausados y puntuales y paseos entre la indiferencia, eso si, muy cerca siempre el uno del otro. Ahora Togo no corre ni salta ni intenta abrazarte, se le están soldando los discos de las vértebras y está condenado a la inmovilidad, al dolor y a la eutanasia. Ya se que tiene otro nombre: sacrificio; pero es a fin de cuentas, tratándose de un ser querido, una eutanasia. Caminando por el bosque no puedo evitar ver el lomo arqueado y la dificultad que tiene para girar cuando va al trote. Lo siento mucho, tanto que no quiero expresarlo con palabras. "Pienso en que cada vez que saltaba efusivamente para saludar a alguien, me dice Samuel, yo le regañaba y le obligaba a bajarse al suelo. No quería que molestara a los demás. Ahora, que no puede saltar, preferiría que andara molestando a todo el mundo; lo hacía solamente por cariño". Pienso para mi que es Mayo, que hace ya treinta ocho años de aquel Mayo en París y que algo habremos aprendido, no somo tan inútiles. ¿Verdad?

9 comentarios:

  1. Qué cosas más duras cuentas Luis. Casi se me antoja verte cojiendo el traje de provocador y provándotelo, no digo que lo seas eh!, mucho cuidado.

    Me acuerdo del mayo del 68, me acuerdo estar viendo la TV, sentado en el telecuarto de la cas de mis padres, la casa familiar, que ya no existe. Me veo con 16 años recién cumplidos, me acuerdo deseando intensamente que ganaran los estudiantes, deseaba intensamente que fuese cierto todas esas pintadas que se veían en las paredes de Paris, ese Paris con los adoquines levantados, esas noches de fuego, chorros de agua, carreras y escudos de plástico. ¡"levantemos el asfalto, los adoquines, debajo está la playa"!
    Mi mayo del 68 lo pasé en 1971-1972 recién conocida la universidad, ese mundo tan atractivo, las largas fustas de los grises a caballo, las 300.000 pts para sacar de Carabanchel a los compañeros, los sociales¡¡"cuidado, cuidado, que hay sociales"!! susurabamos...De todo me acuerdo, todo aquello fue como las primeras películas en Tecnicolor y pantalla grande. Todo aquello fue juventud y fogosidad, ganas de hacer el mundo, mejor dicho de rehacerlo. Aquella época clandestina, de miradas en todas las direcciones, de miedo, de represión...pero de inmensa libertad, libertad de pensamiento, de ideas, de futuro. Pura contradicción entre la vida interior y la vida exterior. Fueron años que aún los recuerdo con cierta exactitud de lo intensos que fueron.
    ¿Habremos aprendido algo?...puede, quizás hayamos podido aprender que "los sueños , sueños son", puede que nos hayamos dado cuenta de que la vida sigue su curso a pesar de que nosotros queramos cambiarla, puede que hayamos aprendido a que ese pasar de las estaciones, verano, otoño....cause "el olvido", que la lluvia contínua acabe por borrar todo tipo de huellas.
    No sé pero ante mi se me presenta, como una terca y machacona realidad, el hecho de que cada vez soy más viejo.

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  2. Jody: provocador no. La mia es otra historia. Para mi Mayo del 68 en París era una cuestión lejana, más problemas teníamos aquí. Sintetizo lo que pienso: yo creo que ha quedsado mucho de aquello, que el mundo ha cambiado mucho desde entonces y gracias en parte a esos sucesos y los que lo rodearon todo; y creo que ha cambiado para bien. Al final observo que la historia progresa a paso sostenido, sin digerir las prisas de las revoluciones ni los estreñimientos de las reornos al redil. Eso es lo fascinante, que irremediablemente progresamos en libertades y en conciencia. Últimamente oigo hablar del mayo68 como de algo folclórico, la batallita del abuelo. No es así, esa no fuñe una batallita sino que aújn aburguesándonos salimos diferentes y mejores de lo que habíamos entrado.

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  3. En Mayo del 68 yo no era, ni siquiera, un proyecto, nací en Diciembre del 69. Mi mayo revolucionario fue el del 98, dije no a la mentira, sí a creer en mí misma... la libertad cuesta. Algo aprendí de aquellos jóvenes del 68.

    "y me hablaron de futuros
    fraternales solidarios,
    donde todo lo falsario
    acabaría en el pilón.
    y ahora que se cae el muro ya no somos tan iguales
    tanto tienes, tanto vales,
    viva la revolución
    reivindico el espejismo
    de intentar ser uno mismo,
    ese vieje hacia la nada que consiste en la certeza
    de encontrar en tu mirada
    la belleza..." (L.E. Aute)

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  4. Asi es, anace, al fin y al cabo todo lo que es bueno tiene algo sospechoso y todo lo sospechoso tiene algo de bueno. Se llama historia.

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  5. Perdón por la atómica falta de ortografía!!

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  6. Vi la película y me gustó.

    Me tocó el 68 siendo una niña y lo recuerdo con dolor como otros años.

    Te leo y duelen tus letras. Hay tanto en tu alfabeto y hasta acá me llega tu respirar.

    Gracias por presentarte.

    Te beso ¿puedo?

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  7. Clarice: claro, y te lo devuelvo. No quiero que mis letras duelan, si que alguien las piense. Luis

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  8. ¿Cómo explicar el dolor? Es eso: pensar. Causa efectos, cambios, sueños, esperanzas, suspiros, latidos, sonrisas, lágrimas, recuerdos.

    Te vivo.

    No, creo que no me puedo explicar. Cada letra que fabrico me cuesta y aún no tengo la capacidad para explicar.

    Besos sin dolor, al menos, uf.

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  9. Cl: Uf... Gracias por tu comentario. Lo entiendo. Luis

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