lunes, marzo 06, 2006

Algún día escribiré una novela


Mi amigo perro camina siempre delante mío, tira de mi. Conoce los caminos y elige los más conveniente para su paseo.
Siento la obligación de llenar cada día unas líneas en este blog de la misma manera que cada mañana paseo un rato por el bosque o por su linde con él. Ambas cosas son un placer. He escrito muchas páginas a lo largo de mi vida y las he roto aprovechando traslados, cambios de escritorio o momento de humor certero: ¿de que me sirve saber lo que escribí hace tantos años? Ese ya no soy yo; se dice que dejamos de ser los que éramos cada cinco años que es el tiempo que tardan nuestras células en desaparecer dejando el sitio a otras nuevas; afirmo que también cambiamos en el terreno de las ideas. Desconfio de entrada de aquellos que dicen que siempre han pensado lo mismo y más todavía de aquellos que están orgullosos de ello. Para empezar, ¿cuanto es desde siempre? ¿Y desde cuando? Para mi un ser humano normal tiene la obligación moral, estética e incluso práctica de cambiar. ¿Para qué sino tiene ojos? ¿Para que sino a aprendido a escuchar? ¿Para que sino usará el lenguaje?
Tengo pendiente escribir un libro pero me niego a ello. No me siento especialmente pedante, es madrugada y quiero irme a dormir, no estoy para ejercicios de estilo en solitario. Me niego a ello desde que hace muchos años caí en la cuenta de que había dos tipos de libros: los que valía la pena leer y aquellos que daba exactament lo mismo. Ya no leo novela, casi nunca. No encuentro buenas novelas, de hoy; de ayer, es inmensa la biblioteca. Buenas novelas, es decir, aquellas en las que el estilo y el autor no tapan la narración ni esconden a los personajes. Hoy los novelistas quieren escribir películas. Prefiero ir al cine aunque la verdad es que tampoco voy. Bien, yo no escribiré una novela sino sé lo quiero decir y como lo voy a decir. Y cuando lo sepa tendré que decidir como poder escribir una novela con la intención de que forme parte del primer grupo.
Así es que mientras camino los senderos del bosque le explico a mi amigo perro mis ideas acerca de mi novela, (ideas si hay, ciertamente, y alguna página encarpetada) o le hablo del blog y de mi disciplina diaria. Y le expongo mis dudas, soy perezoso y dubitativo.
Imagina, le digo, que aunque creas que no tienes nada que decir, siempre acabas poniendo un par de palabras en hilera y luego sale todo. Todo depende del arranque y del estado de ánimo. Que no me entiende está claro, pero le gusta oir mi voz mientras caminamos. También a mi me gusta oir mi voz. Y me gusta ver su mirada húmeda cuando se para harto de caminar y vuelve todo su cuerpo en dirección a casa. Ya es hora de volver.
Cuando no se que pensar pienso en los cuatro principios epicureos. 1 / no temer a la muerte. 2/ luchar contra el sufrimiento. 3/ cultivar la amistad. 4/no entrar en asuntos públicos en los que no podamos garantizar el bien común para todos (y todavía) Camino un buen rato bajo los árboles. Y me asalta el recuerdo de una frase de Cioran: "Extraviado aquí abajo, como si me hubiera extraviado, sin duda, en cualquier otro lugar".

4 comentarios:

  1. Es curioso, sé que algún día escribiré un libro. Sé lo que quiero contar, leo para aprender cómo; novela, de antes y de ahora.
    Es curioso, pensaba que las células, y casi todo lo demás, cambia cada siete años. Mi vida ha ido cambiando de siente en siete (no me he equivocado, he puesto siente)
    Es curioso, a menudo procuro acordarme de las cuatro virtudes ¿aristotélicas? cierto monopolio de-fé-nestrado quiere agenciárselas: Justicia, Fortaleza, Prudencia y Templanza.
    La vida es curiosa, afortunadamente.

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  2. Olvidé una cosa, respecto al libro que algún día escribiré, no sé en qué categoría será incluido. Me gustaría tener lectores como tú, intentaré que sea en la primera.

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  3. Pero, y no es un pero crítico, pero ligeramente escéptico, esas cuatro virtudes, en bloque, me suenan a estoicas y de eso desconfio un poco. En bloque, digo. Una por una es otra cosa. Si te fiujas un poco, los principios de Epicuro nos enfocan el arte de la convivencia con los demás y con uno mismo.
    En cuanto a los años de las células, es posible que me haya dejado dos en el tintero. La verdad científica importa poco frente a la metáfora. La verdad es que nunca somos el mismo, y el mismo ¿quien? Porque cuando nacemos ni siquiera somos.

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  4. Luis, en bloque no he sido capaz de ponerlas todas en práctica. De una en una, depende del momento. Soy perfectamente imperfecta, afortunadamente. De acuerdo con que vamos cambiando, de aspecto interno y externo, el externo queda reflejado en los álbumes de fotos, el interno...ni idea, tal vez si escribiéramos un diario y no se rompieran las hojas, tal vez.

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