lunes, abril 20, 2009

Abrir los ojos



Goyerri se ha negado a extinguirse y con ayuda de la cortisona, una dieta de potitos y ternura, ha levantado un vuelo cuya duración se desconoce, pero que ha tomado de nuevo aquel trote simpático y desvergonzado que tiene por costumbre. Ya se sabe lo que hay y en eso estamos, se dice el Hombre del Prado, y también lo dice Ana, pero existe una voluntad de dotar al tiempo que reste de calidad de vida, que está compuesta de dos cosas simples: alegría y ausencia de dolor.

Hace solamente seis o siete días, una nevada grande sorprendió al bosque y sus alrededores. Fue intensa, larga, alcanzó a cubrir más superficie y altura que todas las anteriores, pero las temperaturas, más altas ahora, hicieron que en menos de 24 horas desapareciera todo rastro del blanco y frío cobertor dejando lo que había sido en un sueño. ¡Afortunada época en que existe una cámara fotográfica en la que dejar el sueño congelado! Las mortecinas lámparas que se alimentan del sol, lo que en si tiene un aire de mitología, fuego del astro tomado a lo largo del día, son la única cálida alegría que deja en el paisaje blanco y azul una mota de color. Este sendero del jardín, que conduce al ángulo del este, adquiere una lobreguez transilvana y mientras el Hombre del Prado veía caer la nieve y la sentía en su piel, envuelto él en una burbuja helada, hacía por reconocer el pequeño parterre del fondo en el que reposan los bulbos de las dalias.

Ningún paisaje es eterno en su inmovilidad y esa es una gran fortuna. En los últimos tiempos sin embargo, una cierta inmovilidad en el paisaje del alma ha dominado los días de los habitantes de este jardín. Hay tiempos buenos y tiempos malos, avatares de la vida, miradas hacia dentro que no alcanzan a ver otra cosa que fatiga. Ahora es ya cuestión del sol que ha aparecido entre espacios de lluvia arrasadora, por entre los jirones de la niebla matinal. Nada prende en el alma como este desasosiego del clima, esta monótona sordidez de la mañana sin luz, de la tarde sin luz, de la noche sin luz, y vuelta a empezar.

Ahora ha salido el sol y cabe abrir los ojos y calentarse por dentro.

6 comentarios:

  1. Me alegro por Goyerri!!! Extraño misterio el de la nieve, lleno de silencios.

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  2. Julia, de parte de goyerri que muchas gracias.

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  3. como Júlia me alegro por Goyerri i por vosotros, però sobre todo por Goyerri, en cierto modo forma una parte de nuestro paisaje y sin conocerle físicament es ya una parte nuestra. Dile que se porte bién y te haga caso...

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  4. Gracias, Francesc. Se lo diré al pequeño, que parece no inmutarse por nada.

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  5. Vaya con la nieve. Gyerri habrá alucinado y querrá ser esquiador...

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