domingo, abril 22, 2007

El río que nos lleva



Amanece un día soleado, de cielo azul e inmaculado; de colores definidos; de volúmenes dibujados, cada uno con su zona de luz y con su zona de sombra. Diríase que el dibujo de la naturaleza es sencillo, se trata del plató de un gran estudio cinematográfico: basta decir "Luces" y todo se ilumina con presteza y acierto técnicos, pero también es necesario comprender que todo fluye y cambia incluso en lo perceptible. Ciertamente Heráclito y el Tao coinciden en "su todo fluye" que les lleva a asegurar que uno nunca se baña dos veces en el mismo río, incluso se puede afinando más, afirmar que uno nunca es el mismo que se bañó en ese río que ahora tampoco es el mismo: agua y células van camino abajo.

El presente es la única fuente de futuro que conocemos, y es en sí la única constatación de la eternidad, ya que al ser en sí presente, es una realidad continua llamada a ser permanente: el presente es el cauce del río de la vida, en frase afortunada que desde la literatura al cine de Renoir, trata de mostrar con ese título la fluencia de las cosas que somos nosotros. Ya lo escribió Horacio al sostener que el pasado no puede cambiarse y que de lo que el futuro nos traiga nada sabemos ni podemos asegurar. Quien creyó que Horacio, con su "carpe diem" aconsejaba disfrutar alocadamente del presente, lo que algunos hoy traducen por sexo, droga y alcohol, se equivocan. Lo que Horacio aconsejaba era cosechar el presente, recoger lo inmediatamente hecho y meditar lo por hacer en ese presente que nos lleva: era un epicúreo, y ya se sabe que a los epicúreos se les ha entendido muy mal siempre.

Si aspiramos a la eternidad, no lo será en el futuro sino en la parte del hoy en que nos toca vivir y hacer. ¿Quien puede aspirar a la eternidad en el futuro si es incapaz de saber si mañana no le fulminará un rayo. Una frase de Heráclito oscurece lo claro y aclara lo oscuro: Los inmortales son mortales y los mortales inmortales: los unos vine de la muerte de los otros y los otros viven de la muerte de unos. Ir y venir, fluir; a fin de cuentas una frase de Heráclita estaba inscrita en el pórtico de la cabaña de Heidegger en el bosque: "todo lo guía el rayo".

Si aspiramos a la eternidad sería conveniente hacer las paces con el presente; algo así como llevarse bien con él, comprenderlo y tratarlo con afecto familiar: es nuestro. A menudo oigo hablar del presente como un arco de tiempo limitado a lo posible y deseable. El presente se dibuja y vive como el camino al triunfo, y pierde, en la visión glorificada del objetivo, convertido en altar de la particular iglesia, el conocimiento de la realidad del edificio.

Cuando tomo asiento en la hierba o sobre una piedra, impulsado por la fatiga, junto al cauce de uno de los muchos arroyos que caen por la ladera de Aguas Vertientes, miro el cauce que soporta la afluencia torrencial de las aguas: espuman por la violencia de la caída, se remansan en pequeñas balsas y vuelven a caer al superar el obstáculo de las pequeñas rocas que allí, dispersas, motean el arroyo. A veces trato de seguir el agua en su ir hacia abajo, intentando no perder de vista el disgregarse de la mancha de espuma, siguiendo un borbotón que huye de mi vista y desaparece al desenfilarse tras un recodo. Imposible seguir el camino hasta el futuro de lo que tanto corre, de lo que con tanta celeridad es y deja de ser. Opto entonces por mantener la vista en el cauce, que ante mi, se mantiene aparentemente inamovible, aunque poco a poco soporta que el agua desgaje tierras de río, pequeñas astillas de la madera del bosque. La carrera del agua es el futuro que se trata de adivinar, me digo y este cauce es el presente por el que todo fluye.

Pues el presente es el único futuro que podemos acariciar, pienso también, ¿a que maltratarlo con la indiferencia? Si todo lo guía el rayo, todo muda, todo fluye, si constantemente dejamos de ser lo que éramos hasta que nunca somos o acabamos de ser -eso sería la muerte- pero vamos siendo en el acontecer ¿a que tanta prisa? Si este presente contiene además de aquello que es y que está sucediendo lo que sería posible que fuera o sucediera e incluso lo que debería suceder y cuya oportunidad ni siquiera hemos entrevisto. La riqueza de este presente es, además de su devenir eternamente, el hecho tan sencillo de que contiene todo lo que la vida es, o sería, o debería ser. Y me acuerdo de cuando, siendo niño, oía a algún mayor cargado de su ingenuidad un tanto imbécil, preguntarme sonriendo melifluo, ¿y que quieres ser de mayor? Marino, contestaba yo, quiero ser marino. Ya veo, me digo, ya entiendo: ¿porque nadie me escuchó en aquel presente que está aquí en lo acontecido? Lo que debería haber sido no lo fué y sucedió lo posible , y aún ahora que pensamos en ello, por vivido, aquel presente está aquí.

Es lo que tiene mirar el día cuando el sol lo pinta de colores puros o sentarse en el cauce del arroyo, llevado por la fatiga. La verdad es que mañana será otro día y algo habrá mudado en mi.

6 comentarios:

  1. Aprovechando el buen tiempo he dedicado la mañana a pintar. Todo fluye. El óxido también. Pero eso es la cultura, mantener al límite al óxido. ¿O no?
    Paso un momento, te saludo, y sigo.

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  2. Sospechosamente prosaicos, yo estoy recojiendo la hierba de los recortes de bordes en el jardín. Si, todo fluye. ¡Feliz pintura!

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  3. La inquietud por el futuro y la nostalgia del pasado -por lo que 'pudo haber sido y no fue'- no nos dejan, a veces, disfrutar del presente, que es lo único real i perceptible. Es cierto eso del pobre Epicuro, precisamente el marido de una compañera de trabajo ha abierto un bar con ese nombre y hace poco hablábamos de él y de la incomprensión que ha acompañado sus ideas.

    El inicio del post me ha evocado unos versos de Alberti 'se abrió la flor del cardón y todo se iluminó'...

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  4. JUlia: Creo que desconocemos el presente en todo su valor y riqueza, en toda su posibilidad. Creo que lo vivimos a través de los actos y de los gestos, y de lo aprendido, pero apenas ahondamos en él.

    Enc uanto al epicurismo, yo me reconozco en él, ya sabes: combatir el sufrimiento para alcanzar la felicidad, no temer a los muerte porque cuando ella está tu no estás y cuando tu estás ella no, no preocuparte por los dioses en la medida en que ellos, de existir no se preocupan de los hombres, cultivar la amistad amigos y no intervenir en asuntos públicos si no puedes tener la solución.

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  5. Estimado Luis

    Justamente el tema es cómo acceder a ese presente que aparece como erupción, que corta y se distingue del flujo de los eventos "institucionalizados" en las narrativas sociales. Acceder a ese presente tiene que ver con conectarnos con los materiales y procesos mismos de nuestra propia construcciòn psiquica como sujetos: los errores, la poesia, las palabras fuera de lugar, las preguntas y abismos que abren la tierra...en resumen, las piedras de sopa. (Ver segunda meditación)

    Agradezco tu reciente visita en el blog y te felicito por este rio.

    Saludos y exitos

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  6. Pierrot, solo cuando el presente no se concreta en un hecho instantáneo, sino que se desarrolla en si mismo, en su tempo para la comprensión. Despojado de eventos puntuales, al presente solo le queda mostrarse como es, un continum.

    Gracias por tu visita. Ebtré en tu blog para encontrarme con el asombro ante la prosa que muestras, ante el tono. Me parece muy bueno en todos los sentidos.

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