sábado, marzo 24, 2007

Emboscadura



Este hombre vino al bosque en busca de un lugar, sin saber cual ni como debía ser; igual que un peregrino, sustentaba la fe del reconocimiento: sabía que el paisaje esperado se desocultaría repentinamente. El bosque le ganó para sí cerrando sobre las ramas de sus pinos y robles (estos últimos en manchas menos extensas y amenazadas siempre, y le ahijó. El desocultamiento fue la revelación de la verdad, ambos se encontraron de frente y se supieron el uno para el otro. ¿Cómo va a suceder esto entre un paisaje y un hombre? Es en realidad una historia de amor: el hombre se rindió al mundo del bosque, de un bosque en concreto y se quedó varado en la tierra de pinaza donde habitan los corzos, las ardillas y los jabalíes.

Cabe decir la verdad, confiar en ella y no evitarla. la verdad se desoculta también, e igual que se deconstruye, desaprende y desolvida, las cosas esenciales suelen desocultarse, no aparecer que es otra cosa, sino desocultarse, salir de repente de la nada y formar ante uno el cuerpo de la realidad que puede llegar a percibir, claro está que se trata de la local realidad de cada uno. Pues la verdad fue que sin huir de nada hacía años que el hombre corría hacia delante. Es tonto correr si nadie te persigue, se puede pensar, pero es así, lo constata ahora que cree que observa con propiedad a su alrededor: mucha gente corre en pos de nada y nadie les persigue. Aunque el nada sea algo, o lo parezca. Correr tras un espejismo puede ser una ocupación ´ gratificante, pero hay quien corre sin siquiera tener el espejismo delante. Igual que a aquellos caballos de labor o acarreo que llevan enormes anteojeras que les impiden ver los lados reduciendo su mundo a la estrecha línea de un camino, nada más que un camino, el único camino que es el de la voluntad de quien le manda.

No corría por correr sino por vivir, que es también como corre la gente día a día, de esa carrera hablo. Ocupado en sus cosas se desocupó de sus cosas, que unas y otras lo eran pero en niveles diferentes, subterráneas las segundas, en la superficie las primeras. En la carrera esta de que hablo el hombre pierde la libertad, aunque probablemente nunca ha sabido que la tenía. Perder la libertad es olvidarse de ella, no estamos hablando de otras cárceles, que existieron en los tiempos de aquella carrera y fueron bárbaras. Perder la libertad es aceptar que el camino por el que discurre la carrera es la verdad y la libertad a un tiempo, y en esa amalgama todo se confunde y al final es solamente la vida, sumamente ocupada. Hoy, por el ayer reciente, vivir cuesta mucho y hay que ganar los medios y el sustento. "No toca otra" se dice.

Cuando el hombre percibió que tocaba otra porque el acontecer de la vida había borrado las huellas del camino y ahora la carrera era por un lugar desierto, colmado de corredores que entre si se saludan cordialmente pero a los que, como a las galaxias, una fuerza expansiva los separa inexorablemente, subió a su coche con su compañera y fueron a buscar un lugar, sin saber cual ni como debía ser. Habían decidido que llegado era el momento de cambiar, ahora si "tocaba otra". Es verdad que contaba con una ventaja y era que se había declarado tiempo atrás un ser sin patria, un exiliado, gozoso de desnacionalizar y hambriento de vivir entre personas. En cierta ocasión dijo, y se rieron de él escandalizados, que "no quería vivir en una país que tanto reconocimiento, fe y confianza le exigía". "¿No te irás a vivir entre los otros? le preguntaron y dijo que si. "¿Y podrás hacerlo?" Estaba seguro de que si. "Yo no me iría de aquí por nada del mundo" le insistieron. El si lo haría. Y lo hizo.

La carrera había sido satisfactoria, es cierto; durante ese tiempo de paréntesis entre los veinticinco y los cincuenta y cinco, consiguió medallas y diplomas, los suficientes, y vivió complacido entre los complacidos. Leía cuanto podía y visitaba ciudades, gentes y museos, y los otros cercanos, amigos todos, le tenían por culto y excepcional. Creían que leía para tener cultura, pero él leía para saber sin saber que era lo que quería saber. esta es una historia de ocultamientos que se revelan, leía mientras de su antiguo lugar le exiliaban de la opinión. "¿Cómo vas a opinar sobre nuestros problemas si ya no vives aquí? ¿Que piensan de nosotros? ¿Que dicen de nosotros?". Poca cosa, les decía, no están todo el día pendientes de vuestros actos. A veces si, se crispaban los ánimos, se gritaban insultos: aprendió a callar harto de defender a los unos y a los otros contra los otros y los unos. Ridícula neurosis, se dijo, paranoia tal vez. Y se exilio en el pensamiento: le quedó el amor al paisaje, los versos de los poetas, unas cuantas canciones y una lengua dulce y armoniosa, hermana pareja de la otra que hablaba.

Convertido en extranjero, poco a poco fue viendo como el mundo en torno a él, en círculos concéntricos, se alejaba y podía verlo mejor, con mayor detalle y precisión al excluirse los trazos groseros del primer plano. Seguía leyendo, lo que no había leído antes en la juventud donde le cambiaron la universidad por un lugar para trabajar. Seguía el hombre leyendo para saber lo que no sabía que era; intuía que más que saber buscaba comprender y puestos a ellos, buscaba comprender a todo lo demás. Se había convertido en una isla y ahora los otros que le rodeaban le llamaban sabio. Pero no lo era, no se puede ser sabio, se puede saber, ser especialista en algo o en mucho, pero ser sabio es una actitud y no una propiedad de cultura. Le llamaban sabio porque leía y él empezaba a comprender que la sabiduría, de llegar, sería cuando alcanzara su propio lenguaje con su propia palabra. Debía hablarse a si mismo, se dijo: eso hace el sabio.

Cuando fue el momento tomó una carretera que se abría a la izquierda, con un rótulo en el que se leía Al Bosque y este le acogió, magnífico, alzado sobre sus troncos, asentado en tierra fértil, protegida, con senderos por los que triscar a las cumbres. Construyó con su pareja una casa y plantó un jardín: sentía que había llegado a una patria que si podía exigirle amor y dedicación, fe y confianza, entrega. Es un país pequeño que limita al Norte con un campito de futbol de tierra que está justo donde el bosque deja que el pueblo ocupe su terreno. Por los otros cuatro puntos cardinales limita con cumbres cubiertas de pinos, azotadas por vientos, cubiertas de nieve o bañadas del sol y de la luz de Segovia.

Sentíase dueño del aire que le envolvía y abandonada la ocupación de ganarse la vida, empezó a ganarla de nuevo. Calculó el tiempo que podía quedarle de vida y se rodeó de libros y papeles. Olvidó que tenía vocación de extranjero. Creía que la vida le había dado una lección y la aceptaba con alegria. No sabía edxactamente lo que había ganando, pero tenía tiempo para pensar en ella. La realidad, la inevitable realidad era y es hostil, propensa al griterio y al odio convulso: piensa que se repite una historia en tiempos de desarme y eso le tranquliza. Piensa que de no ser así unos u otros vendrían algún día a buscarle en brigadas del amanecer. Piensa que las personas a las que llamamos gente, no se merecen la felicidad que tienen al alcance de la mano.

Y leyendo, cayó un día en sus manos un libro de Ernst Junger con un nombre extraño, "La Emboscadura". Lo leyó, y al llegar a esta frase que relato, sintió que la verdad se había desocultado:

En el hecho de irse al bosque, de emboscarse, esto es, en lo que en adelante llamaremos «emboscadura» contemplamos la libertad de la persona singular dentro de este mundo.

8 comentarios:

  1. M. Heidegger, "Tiempo y ser":

    "Ser, aquello por lo que es señalado cualquier ente como tal, quiere decir estar presente. Pensado por referencia a aquello que está presente, dicho estar presente se muestra como un dejar que se esté presente. Mas entonces procede pensar en propiedad este dejar-estar-presente, en la medida en que por él es dejado el estar presente. Así se muestra semejante dejar en lo que tiene de propio, que es sacar de lo oculto. Dejar estar presente quiere decir: desocultar, traer a lo abierto. En el desocultar entra en juego un dar: ese dar que, en el dejar-estar presente, da dicho estar presente, es decir, el ser."

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  2. Si, algo de lo que transcribes está en esto que escribo, pero intuido. Por cierto, el ejemplar que tengo yo es "Ser y Tiempo" y tu lo escribes al revés. ¿Por nada o por algo?

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  3. Son dos obras distintas, Luis: "Ser y tiempo" ("Sein und Zeit") y "Tiempo y ser" (cuyo título original es "Zur Sache des Denkens").

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  4. Luis,

    Gracias por.. ça vaut le détour!!, como dice la Michelin.. al Maestro Gregorio hace muy bien en insistir en la cosa heideggeriana, creo. Por mi parte, creo que la Emboscadura (traducción muy feliz de mi viejo amigo Andrés Sánchez Pascual) aporta otro matiz que se pierde con el título... en el original alemán, el Waldgänger.. habla del proscrito medieval, que encuentra refugio, soledad y libertad en el bosque.. a la manera del Robin de Michael Curtiz.. y en ese terreno del proscrito condenado al destierro donde yo veo el paralelismo con tu Bosque personal, como creo que te comenté en su día..

    Avanti!!..

    Q.-

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  5. Si, en el sentido que apuntas es el que tiene aquí el texto. El encuentro con la libertad es la plasmación del territorio privado como patria primera y emocional.

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  6. Hola Luis, aprovecho un descanso en mi viaje a ninguna parte, para hacer un breve comentario:
    Acabo de terminar la lectura de "Acerca del nihilismo", ya que Gregorio cita a Heidegger, cuanto menos interesante la visión de estos dos "titanes" del pensamiento alemán.
    Las siguientes son referidas a nuestro admirado Spinoza. Comienza Jünger su ensayo "La Paz": PARA MI QUERIDO HIJO ERNST JÜNGER. nACIDO EL 1 DE MAYO DE 1926. CAÍDO EN ACCIÓN DE GUERRA EL 29 DE NOVIEMBRE DE 1944 EN LAS CERCANÍAS DE CARRARA. I- LA SIEMBRA: "El odio que es vencido enteramente por el amor, en amor se trueca; y es por ello más grande que si el odio no le hubiera precedido". SPINOZA, ÉTICA, PROPOSICIÓN 44.
    La otra proposición, que releí el otro día me recordó instintivamente
    a Mishima: "Quien tiene un cuerpo apto para el mayor número de acciones, tiene un espíritu la mayor parte del cual es eterno".

    No olvido tu generoso ofrecimiento respecto de las películas de Mishima, que como sabes agradezco sinceramente. Tan sólo espero disfrutar de un poco de tiempo y poder conversar tranquilamente sobre Kawabata, entre tanto me conformaré con visitar, aunque sea furtivamente este bosque, que en cierto modo has conseguido también considere mío.
    Un abrazo de Careiro.

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  7. Careiro, me alegra sobremanera encontrate de nuevo en este bosque. recuerdo bien, ya me la citaste en otra ocasión, la cita de Spinoza en pluma de Junger.

    Como bien sabes, nos encontramos en territorios que no son mitomanía y que suelen confluir en corrientes de pensamiento que sin dominar enteramente, intuyo.

    En Heidegger, Junger, Spinoza, por citar los que has citado, y la espiritualidad oriental, encuentro un territorio que me place, como si de una síntesis se tratar.

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