lunes, febrero 19, 2007

Del mal...

Hanna Arendt establece tres ámbitos propios del individuo y trata de ceñirse a ellos cada vez que tiene que ejercer el análisis crítico: el ámbito privado, el ámbito social y el ámbito político. Esta es una de esas afirmaciones ante las que cualquiera exclamará mirando a quien la haga con ojos de asombro "naturalmente" en un tono de reprobación por la simpleza del enunciado. Pero con la misma naturalidad, en la continuidad de la conversación, mezclará los tres ámbitos, "sus tres ámbitos" estableciendo sin percatarse de ello una plataforma de pensamiento totalitario en la cual "lo que yo pienso deberían pensarlo todo, y ser por ello leyes de obligado cumplimiento". Quien cínicamente afirma que en tiempos de totalitarismo no necesitó de democracia alguna para ser como era, convierte su ámbito privado en rehén del político y envía órdenes al ámbito social para parecer de acuerdo a las normas fijadas. Quien no necesita de la libertad para saberse siendo (no se si esta expresión es la adecuada pero si me lo parece) se adentra en el mal como cómplice y antecede a un mal mayor que no es capaz de reconocer.


Existe el mal, probablemente ha existido siempre. El mal tiene dibujos y palabras, ha sido convocado por la imaginación y la imagineria y está en el imaginario, curioso juego de irrealidades que han acabado convirtiéndolo en una hecho real, consistente en si mismo. Existe el mal y el infierno, en nosotros mismos, como aseguraba Sartre en "Huit Clos" y solamente nosotros somos capaces de ejercerlo. Sin la humanidad, el mal no existiría, ni siquiera en eso que se llama permanencia oscura, ente real al margen de la humanidad que al no ser percibido por ella no existe para nadie y es por lo tanto nada. Ni ahí estaría el mal. Basta que nazca la humanidad para que el mal tome forma, primero en el ámbito personal, luego en el social como prejuicio, como identificación del enemigo, como ciencia del mal regenerador y finalmente en el ámbito político. Son las Leyes las que convierten al mal en la legalidad vigente.


Cuando el mal se extiende se le acepta. El mal siempre tiene inductores que lo agitan como mal necesario, como catarsis: la historia o la naturaleza han creado los caminos del mal para las ideologías terribles del siglo XX que han terminado en totalitarismos. Derrotadas al fin, han dejado sembrado el mal y las semillas germinan. Conviene no engañarse: el mal es patrimonio de los hombres, un bien de la humanidad. Creo que relativamente fácil pasar de ser bueno a ser malo, se necesita una ideología que le dote del necesario protagonismo dentro de la masa y un uniforme que siente bien. Quien se adentra en el mal anda realmente en busca de compañía, de amigos que eliminen de él la sensación de ser superflúo en la sociedad. Los malos requieren un centro de acogida desde el que odiar a la sociedad y preparar su castiigo.


Una vez le comentaron a la Arendt lo duro que debía ser ver al mal terrorífico, al enemigo frente a ellos, los judíos, cuando el nazismo se extendió en Alemania. No, dijo, no es el enemigo lo terrible, ya que sabiendo que está ahí y que existe, le conoces y aislas; es la defección de los buenos, la conversión al mal de aquellos que son los tuyos. Es la desaparición de tu círculo de aquellos de los que nunca esperarías que fueran tus enemigos. Tenía razón, lo terrible es descubrir que los buenos se convierten en malos. Los cómplices son los peores, y los conversos deseosos de agradar. El mal atrae con su maldad terrible y con su parafernalia gregaria que viste los ropajes de la uniformidad.


Creo que lo más difícil en esta vida para los seres que en ella habitan y tratan de actuar coherentemente, es mantener los principios claros, tener una plantilla que poder aplicar a los hechos que acaban atropellándonos. Escucho decir a mucha gente, es cierto lo que digo, "oigo a unos y a otros y me parece que tiene razón" o afirmar que el dictador tal, que poco importa ahora el nombre, era seguramente una persona bien intencionada a quien engañaron sus más cercanos colaboradores. Parece como si no fuera importante la maldad, cosa irrelevante en un mundo agitado, olvidando que el mundo se agita por la maldad, sobre todo cuando esta adquiere los rasgos normales de la banalidad.


En este país, en este bosque en el que habito, existió el mal, la vesanía, la traición y el asesinato. Cambiaron propiedades de mano porque unos vencedores ajusticiaron a unos vencidos. Las trincheras siguen en las montañas, no es tan lejano el tiempo de hierro en que las escuadras de la muerte o del amanecer, sean de donde fueren, visitaban los hogares para llevarse a la gente y ejecutarla en las cunetas. De tanto ver el mal y convivir con él hay quien lo ha olvidado y no se debe. Porque existe el mal los tres ámbitos deben mantenerse separados y las ideas claras.


Como el día de ayer fue uno de esos grises y sucios, lleno de frío y viento, con nubes opacas, ventarrones desapacibles, me acordé del mal y me dije que escribiría este artículo sin prepararlo, tal y como saliera, porque me pareció ver el mal en algún rincón del lugar en que vive agazapado, como las alimañas que solamente existen en la imaginación hasta que bajando de las cumbres se nos aparecen terribles y demoledoras.

3 comentarios:

  1. Algunos optimistas,herederos, quizás, de Plotino, afirman que lo que llamamos mal es en realidad ausencia de bien. Yo, sin embargo, en modo alguno me atrevería a decirle a un calvo que lo que llama calvicie es únicamente ausencia de pelo.

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  2. Cierto, Luri. Y creo que el análisis del mal es una asignatura pendiente, concretamente en españa y desde nosotros.
    Más allá del mal no hay nada y de ahí su banalidad (Arendt dixit y lo creo) y la instalación entre la gente de bien contamina. De 1939 en adelante por lo menos. Y encunetro a faltar un análisis de ello y una adjetivazión concreta. No será correcto o no hay intelectuales o yo estoyu desquiciado. Cualquiera de las 3 cosas es factible.

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  3. qué mirará Goyerri? qué sentirá?

    ...y que el bien sea vencedor con todas las luchas. Aunque no siempre.
    Creo que eso ya se quedó en las letras.

    Abrazos con mucho bien.

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