sábado, febrero 03, 2007

Cuentos de lluvia y de la luna (II)


En la biografía de Hanna Arendt que ha escrito Elisabeth Young-Bruehl (y que recomiendo fervorosamente) se cita un proverbio chino que dice: "es una maldición vivir en tiempos interesantes"; es uno de esos proverbios que al leerlos de primeras cree uno que son rotundos y acertados y por eso mismo es de fácil recuerdo. Se podría decir, "caramba, cuanto saben los chinos" pero en segunda lectura el proverbio hace lo que tiene que hacer, entrecerrar sus aparentes puertas francas y retarte a entrar y a circular por él a través de los muchos senderos que ofrece. ¿Maldición: que es en el sentido en que se nos ofrece el texto una maldición? ¿Tiempos interesantes: cómo podríamos describirlos? ¿Y definirlos? ¿Vivir? Vivir no es solo vivir sino en tiempos interesantes, así que conviene pasear primero por los tiempos y por su descripción. Cómo la biógrafa, que la conoció, cita que la Arendt gustaba de este proverbio y de repetirlo, conviene no dar por baladí al mismo; si la pensadora lo citaba, su complejidad tendría. Probablemente era pura pincelada que mostraba la dificultad de experimentar a un tiempo la pasión de vivir y la pasión de pensar en momentos en que la historia no hace sino trastabillar toda posibilidad de calma y pone en peligro desde la existencia de una raza hasta al mundo entero, en el simple y corto lapso de tiempo de 25 años.
Ignacio de Loyola, del que existe una interesantísima biografía psicológica, obra de un jesuita psiquiatra y psicoanalista, que más bien parece endemoniada mezcla y es W.W. Meissner, solía decir que "en tiempos de tribulación no hacer mudanza" . Estos tiempos de tribulación, y el sustantivo me parece de exquisita propiedad, pueden ser esos tiempos interesantes a los que se refiere el proverbio chino y en el que trastocar las cosas para mejorar el estado suelen acabar en contrariedad.
Es cosa curiosa pensar que fueron los jesuitas los que llegados a las costas de Japón, y concretamente a la región aledaña de Nagasaki, consiguieran consolidar allí una cabeza de puente cristiana, católica, que creció en libertad hasta que los responsables del shogunado convinieron en el peligro que aquella extraña modernidad podía dar al traste con su tradicional estructura vital. Japón, que había extraído de China cuanto era y posteriormente había creado un trazo personal a modo de diseño, sentía que el cristianismo entre los campesinos y los comerciantes, era capaz de abrir una brecha entre la relación dominante / dominando sobre la que se basaba su sistema feudal. Es también curioso, y nunca he encontrado explicación a ello, el porque a la hora de arrojar dos bombas atómicas como ejemplares castigos al pueblo de Japón, se eligiera como segundo objetivo la ciudad en que la proliferación cristiana había sido mayor, y cuya presencia era francamente apreciable, y todavía lo es. Un buen amigo mío japonés, el señor Shiwa, de Nagasaki, me hablaba de esto a menudo con consternación. Es sabido que el mando USA en la guerra del Pacífico dejo algunos lugares al margen de los bombardeos por sus especiales valores tradicionales: Kioto, la capital imperial histórica. ¿Porque no Nagasaki? ¿O porque si?
Naturalmente es lícito preguntarse por la razón del preámbulo si por la imagen que encabeza el escrito y por el mismo título voy a acabar hablando del Ugetsu Monogatari, de Ueada Akinari y de su relación con la película de Kenzi MIzouguchi del mismo título. El enorme catarro que me ha tenido baldado durante los últimos días no me ha hecho perder la razón, o por lo menos el uso de ella, sino que, incapaz de escribir si podía pensar y tras la lectura de los cuentos lo primero que he querido hacer ha sido situar el tiempo de los acontecimientos. Y llego a la conclusión que se trata de "tiempos interesantes" puesto que encuadran todo un movimiento violento que perdura siglos, desde la época en que suceden las historias, siglos XII y XIII hasta cuando Akinari lo escribe, a mediados del siglo XVIII, en una era de paz y calma, dentro de los tiempos cargados de tribulación.
Estamos ante una historia de amor. Estamos ante una historia de seres vulgares. Estamos en el para mi más tierno y hermoso cuento del Ugetsu: "La cabaña entre las cañas esparcidas". De él sacará Mizouguchi la inspiración para su película y a partir de él desarrollará todo un argumento lleno de personajes y de trama, al que el cuento en si sirve de base argumental. Esta es historia es bella, parece que se pudo decir el director de cine, hagamos con ella algo completo, total, llenémosla de vida; mostremos al amor y la desesperación, la irresponsabilidad y la inconstancia, la fragilidad de la vida en paz y la violencia desmesurada que arrasa la vida como una tormenta; mostremos a personajes que aman y a los que amar, a personajes que trabajan y sobreviven, a personajes que se desvanecen. Hagamos de esta leyenda una historia real, partamos de la leyenda y caminemos hacia lo que se esconde tras ella.
Para Akinari, la leyenda es también un pretexto para mostrar la imagen del hombre, segun Kazuya Sakai, y en esa imagen añado, conviven la violencia y el odio, que dejan rastro con la lo que no lo deja y que es la placidez, la belleza, el amor. Tienen los relatos japoneses de la tradición literaria, una capacidad de síntesis para comprender que el hombre obra por impulsos irresponsables o por un profundo sentido del deber. Como casi todas las narraciones y cuentos que han llegado hasta nosotros son hijas de la tradición china, pero claramente transformadas por una sugestiva meditación zen, cuando leemos leemos el rastro de épocas y de culturas. Nada es lo que parece: porque ni la historia original lo es, que fue anterior y extraña, ni el mundo de aparecidos lo es, porque solamente se muestra como una referencia sentimental. Claro está que yo no puedo, de ninguna manera, saber lo que había en el mundo emocional de Ueda Akinari cuando escribió el Ugetsu Monogatari, pero si puedo palpar, estremecido casi, por una cercanía que no tiene tiempo, la emoción de Mizoguchi cuando empieza a pensar en la historia de amor y en la tragedia de la guerra, que arrasa a las buenas personas hasta convertirlas en fantasmas de verdad, o en fantasmas de si mismos. Akinari exhibió su magistral capacidad intelectual de filólogo, para mostrar una síntesis del tiempo que fue: sin nostalgias o con ellas. Ueada escribió desde la sabiduría de haber leído, de haber comprendido, de haber sintetizado. No se, porque no puedo saber, la emoción de Ueda Akinari. Pero si intuyo respirando ante la pantalla de cine, la emoción de Mizoguchi.
Se me dirá, con razón y propiedad, ¿todo esto a que viene? ¿Cual es la historia? La historia es en si sencilla y simple: la hemos vivido u oído tantas veces, que no vale la pena entrar en ella. la hemos oído en el Mediterráneo: la muchacha que vuelve a su noche de bodas en nel cuarto de una fonda de mala muerte, porque, muerta, no pudo vivirla. La del hombre acongojado que ante el ataúd que guarda a su mujer muerta, después de largos años de compañía, le quita los zapatos, porque dice una tradición que los muertos vuelven a buscarlos. La del acanto que crece bajo una maceta que deja una criada en la tumba de su señora en Corinto, y adoptan las hojas caprichosas que, fijandose en ellas el arquitecto, alcanza a dibujar el capitel corintio. Los fantasmas que vuelven lo hacen para insuflarnos el recuerdo de nuestra vida. En el Ugetsu Monogatari, el amor de una mujer, conservado por su espíritu, aguarda años y años a la vuelta del irresponsable esposo, que en tiempos de tribulación se perdió en otras ciudades mientras 3el mundo y los vecinos cambiaban por causa de la desgraciada guerra, impenitente y estúpida aventura de los hombres.
"La cabaña entre las cañas esparcidas" del Ugetsu Monogatari, y "Cuentos de la lluvia pálida después de la lluvia" son las dos caras de la leyenda: amor y sufrimiento, resignación y espera, raíces de las personas que no saben de las exquisiteces del ser, y son. Al final la imagen del carácter del individuo, hombre o mujer, que se convierte en eterna imagen de la desdicha y por eso mismo, imagen del triunfo. Si, es una maldición vivir en tiempos interesantes y al fin, disfrutar de ella.

6 comentarios:

  1. Gracias, Muxica. Vuelvo de ver tu blog y me ha gustado, me ha llenado de esa cosa gallega que es indescriptible... un tempo lento.

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  2. perdón, me he perdido...
    quien está en japón?

    Luis, cuentos japoneses muy interesantes son también la recopilación que hizo Lafcadio Hearn...

    esta noche dudaba que película ponerme, está claro, me pondré ugetsu monogatari...

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  3. Celia, en Japón estás tú, y bien que te envidio.
    Lafcadio Hearn escribió unas memorias (o algo similar) de su estancia en Japón, que son estupendas, teniendo en cuenta el enorme esfuerzo que hizo él para comprender y asimilar. Desgraciadamente presté el libro a persona de confianza que ha dejado de serlo, claro.
    El Ugetsu Monagatri de Mizouguchi es algo más que una obra maestra.

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  4. si, pero a parte de las memorias y de sus ensayos sobre cultura japonesa, también se dedicó a recopilar cuentos tradicionales Kwaidan creo que se llaman.

    aquí todavía no ha nevado :(

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