miércoles, noviembre 29, 2006

Una tontería sobre el yo

Lo que realmente resulta difícil no es ser yo, sino saber que se es yo; no siempre, desde luego, sino en las ocasiones en uno es genuinamente "yo" y sabiéndolo se reconoce.
A las adherencias que la vida va produciendo en el trazo limpio del individuo y de su ser, hasta ocultar el perfil, hay que añadir el desconcierto. Estamos habitados por innumerables parásitos que no reconocemos de la misma manera que el abeto soporta al acebo, y aún más, este embellece al primero y le aporta cierta belleza, una luminiscencia de otro verde más cálido, cierta transparencia en el fruto, cuando el otoño aplaca al bosque hasta adormecerlo. Ciertamente estamos habitados por parásitos que hemos ido acogiendo creyéndolos propios; no solamente les hemos creído propios sino que incluso hemos creído en ellos con la fe de la certidumbre. Ahora, corriendo el tiempo, los vemos como he escrito antes, como adherencias que han tomado el contorno de nuestra silueta y por esa razón al verlos no los vemos ya que creemos percibir la silueta de siempre, que es otra. De los demás tomamos ademanes que nos aportan seguridad frente a lo incierto, que es el desconocimiento del efecto de las cosas que acontecen.
Ese yo esencial con el que debiéramos mantener un trato consecuente, respetuoso si se quiere, el único que necesita de esa descarnada sinceridad, se esconde debajo de un yo multitudinario, hechos de trozos de los otros, pegados los pedazos en una masa descontrolada. Se trata de que nuestro yo acepta dejar de serlo para asumir lo que admira en los otros y se pone a la moda, o al modo de los demás cambiando el paso, tanto le asusta la soledad de su propio ser independiente. Sin percibirlo en su exacta dimensión, cada vez que se cree aprender algo puede perderse una parte esencial de uno mismo.
Conviene saber donde está el yo, reconocerlo, ya no reconocernos sino reconocer al yo que se dejó abandonado en un momento de este azaroso ir y venir, recorriendo el camino otro yo artificial, no hijo de las circunstancias sino de la fácil adaptación a lo impropio, a la fe conveniente, a la credulidad desbocada, a la autosatisfacción y también, naturalmente, a la vanidad y al miedo, a la cobardía y al irresponsable arrojo. ¿En que lugar me equivoqué en mi vida? me pregunta un amigo insatisfecho y le contesto "ahora". Ya, le digo, es tarde parta verbalizar una insatisfacción que has hecho tuya. Tal vez no te hayas equivocado nunca, sino que tu seas exactamente esa equivocación que ahora buscas. Has llegado hasta aquí mudándote desde la inocencia hasta una circunstancia que te sobrepasa.
Conviene recordar que lo que suele acontecer al yo perdido, es que se enfrenta al absurdo, cuando reconoce que el camino soñado no ha sido el caminado durante largo tiempo. Vocación, por llamarlo de alguna manera, y realidad, no coinciden y eso produce un desgarro. Dice, quien lo dice, que en algún lugar se equivocó y lo que es más probable es que no sepa discernir que la felicidad perdida, si se trata de eso, no ha sido nunca un tangible alcanzable sino el tesoro escondido en el corazón de la utopía. Uno es lo que es y los deseos son una parte esencial de la transformación que sufre, por la propia asunción del fracaso y por la pérdida de las ilusiones. Y en ese devenir, pierde su propio rastro y se pregunta donde quedó aquel yo, que tanto le ilusionaba.
Por todo ello pienso que conviene, proceder a la deconstrucción de la silueta de cada uno hasta llegar a disponer las piezas de manera más apropiada, sin miedo a tirar algunas inservibles, desde siempre inservibles.

14 comentarios:

  1. Esta reflexión,recuerda al Ortega de "Apuntes sobre el pensamiento: su teurgia y demiurgia", eso sí con un cierto poso existencialista,
    la búsqueda de la certidumbre...,
    la utopía.... Es intresante respecto este último concepto, ver la evolución de su significado a lo largo del tiempo. Si observamos obras precedentes, como Utopía de Tomás Moro, La nueva Atlántida de Bacon, La ciudad del sol de Campanella, o la obra de los socialistas utópicos, comprobamos como el optimismo anejo a este concepto, se torna pesadilla. Concepción que predominará a partir de este momento, y que de modo magistral reflejarán ,entre otros, tanto Huxley, como su compatriota, Orwell en 1984...
    Tal vez, sea una obviedad, pero creo que esta transformación del concepto utopía, no es una anécdota, sino más bien el síntoma de una categoría.
    El comentario, puede parecer que poco tiene que ver con el artículo,
    nada más lejos de la realidad, claro que la pregunta subsiguiente
    sería ¿qué realidad?...
    Enhorabuena por esta excelente "tontería"

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  2. Cuando era pequeña había una pregunta que me obsesionaba y que no dejaba de plantearme: "¿Por qué yo soy yo? ¿Por qué no soy otra persona?". Tu texto me ha recordado a los momentos en que me hacía esa pregunta.

    A menudo me he visto renunciando a una de esas "adherencias" que comentas, y dudando, al mismo tiempo, si lo que estaba haciendo no sería una involución a un estado de "egopureza" absurdo.

    Es evidente que necesitamos a los demás para ser nosotros: por asimilación, pero también por oposición. ¿O es que el ermitaño es más "él" que cualquier otra persona?

    En fin... Saludos.

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  3. Menudo tema, Luis. Es el esencial de la filosofía.

    1) "Yo"
    2) "Yo digo "yo"
    3) Yo estoy seguro de que "yo digo yo"?

    ¿Son todos estos yoes el mismo o diferente?

    ¿Y cuando estoy en desacuerdo conmigo mismo, quien disiente de quién?

    Me voy, pero me quedo. A ver.

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  4. Cereiro: reconocer en esta entrada en mi blog un aroma a Ortega trufada de existencialismo, es lo que más feliz puede hacerme, puesto que creo que ese es mi lugar en la reflexión.

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  5. Umla2000: yo me he preguntado muchas veces porque yo soy la casualidad de un espermatozoide ganador en carrera alocada. Este "yo" es de tan frágil concepción y génesis que si no se llena de adherencia no llega a copnseguir una entidad, seguramente.

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  6. Luri, Cuando yo digo yo, ¿que estoy diciendo? ¿Cómo proponer a los demás un yo que desconozco?

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  7. ¿Detrás del reflejo: ¿te refieres a "algo irreal" o "aquello que nos determina a ser lo que somos". Entelequia es el ser en acto por oposición a ser en potencia, según Comte-Sponville. Como puedes ver son dos cosas totalmente distintas, ¿a cual te refieres? Yo supongo que a la primera y que lo que quieres decir es que "el yo es algo irreal" y desde luego me parece evidente que no puede ser cierto, porque de ser así ni tu hubieras escrito el comentario ni yo estaría contestándolo.

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  8. El yo es una ideología, esto se sabe desde hace mucho tiempo. Ahora bien, es una ideología insistente, constantemente reforzada; invencible, como si dijéramos.

    Sabemos también que lo que llamamos "nuestro cuerpo" está habitado por millares de parásitos -más aún, que nuestros órganos son parásitos que han olvidado que lo son-, y que nuestro cerebro y nuestro "yo esencial" es una unión endeble de múltiples complejos, muchos de ellos contradictorios entre sí.

    Nuestro diseño está lejos de ser inteligente. Pero la idea de no equivocarme nunca, sino de ser yo la equivocación en persona no es nada trágica; supongo que es solo la humana comedia.

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  9. Eduardo: hace mucho tiempo que pienso que somos un error en un orden relativamente equilibrado. Y desde luego no me parece nada trágico, antes bien, me explica muchas de mis perplejhidades.

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  10. Todo esto me recuerda a "Gattaca", cuando Uma Thurman le pregunta alarmada a Ethan Hawke: "¿Pero eres hijo de Dios?", como si sólo por el hecho de no haber sido seleccionado y manipulado genéticamente para ser perfecto, su sola presencia en el mundo fuera un error terrible e irreparable.

    Perdón por la intromisión cinéfila.

    Y saludos.

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  11. Toda intromisión cinéfila es bienvenida, Umla. Somos hijos del cine y pàrientes cercanos de la literatura. Por lo menos yo. Y claro, imaginas la cara de algún judio de a pie al escuchar a Cristo contestarle "soy el hijo de Dios".
    ¿Quien eres? ya es de por si una pregunta que aboca a la perplejidad y que merece una respuesta clasificatoria: ¿en que sentido?

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  12. La primera vez que me pregunté dónde me había quedado yo... tenía unos 23 o 24 años... Desde entonces he ido encontrándome conmigo y he ido recobrando muchas de mis ilusiones. A veces, por periodos, claro, tengo y tuve crisis de fe en mí. La soledad. El yo te aleja de los otros que no son tan Su.

    Pero no me quiero extender porque hoy he entrado aquí después de muchos días y he visto que hay mucho que leer y disfrutar y quiero seguir avanzando.

    A mí aquí no me conteste por favor Don Luis. No quiero bajar de mi camino ascendente (muy poco tiempo) y sé que por simpatía siempre busco sus respuestas.

    Le sigo
    Besos a toda la familia
    A veces (no conozco nada) he sentido que ustedes sólo eran tres de familia. Una compañera, una amiga animal y usted. ¿Tienen hijos? ¿o el jardín fue esa tierra?

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  13. Los parásitos que tan bien describes Luis, yo los asocio en Informática, me explico, tenemos un disco duro nada más nacer que está limpio de programas y poco a poco vamos cargandolo para satisfacer necesidades, con el tiempo llenamos nuestro duro de programas inútiles y que casi no utilizamos pero que están ahí y ahogan espacio y ligereza a nuestro disco.

    Existe una tendencia en psiquiatria que se denomina PNL (Programación Neo Lingüistica) y no es más que eso, enseñar a desprogramar lo que NO es util a nuestro cerebro para programarnos a nosotros mismos, dificil no???

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  14. No, Medraina, nada difícil si piensas que siempre he pensado que entiendo a los Pc's porque los asocio a circuitos humanos. Nosotros tenemos RAM y ROM. La PNL de la que se algo, pero muy poco, yo la he convertido y en este blog me refiero a ello, sobre todo al principio en deconstrucción, que es identificar todo aquella certeza que nos ha sido dada, verla, leerla, analizarla y volver a ponerla en su lugar o definitivamente prescindir de ella. Este post me ayuda a hacer justamente eso.

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