domingo, noviembre 19, 2006

La realidad domada

Siento el prejuicio de la realidad, la constante sensación de conocerla ya y de, además, poderla ir descubriendo a cada instante. No se trata solamente de que me llegue la noticia de la lluvia o del sol, aquí en el bosque, o en cualquier otro lugar en que me encuentre, pero es más predecible en el bosque o en la playa, por mi mismo, porque son los lugares que por habitados menos sorprenden. ¿Quiere esto decir que la realidad sorprende?
La realidad externa poco puede hacerlo, porque viene anunciada como una profecía: mañana lloverá por la mañana y se abrirán claros por la tarde. Con la lluvia, ya sabemos, podemos profetizar una mayor lentitud en el tráfico, el crecimiento de los accidentes de tráfico, los colores diluyéndose en la retina y probablemente una mayor exposición a la nostalgia. Mañana, con la lluvia, crecerá el número de melancólicos con tendencia la nostalgia y también a la irritabilidad. Mañana, ya de por sí mañana es la premonición de la realidad que será, repetiremos la vida en todas sus dimensiones íntimas: sonará el despertador a la misma hora y el agua caliente en la ducha manará el mismo tiempo sobre el cuerpo, y el desayuno será otra vez la misma realidad, solamente cambiada por el color del día, si es que cambia, más allá de los cristales.
A lo largo del día sucederán las cosas, que si ajustamos el punto de mira a una observación casi microscópica, mostrarán apenas ninguna variación, pero si los miramos así, en general, con una mirada universal, serán la repetición exacta de una realidad que se transforma por períodos de veinticuatro horas. No importa que la relación con A o con B no sea exactamente la misma, pero la realidad es que A y B están ahí, y las relaciones con ellos, pudiendo ser variables, están prefijadas por el orden de las cosas y suelen moverse siempre en los mismos parámetros de relación humana. A y B son lo que son y no es mudable ni su naturaleza ni su situación, hasta que uno de ellos, o los dos, asalta a la realidad y la cambia: se marcha, cambia de lugar, abandona el paisaje en que se había encastado y deja, por unos segundos tal vez, el hueco de su forma, el vacío de su sonido, el rastro de afecto o de su hostilidad. He aquí, que esa rotura que se produce en la realidad dura apenas un tiempo corto, cicatriza, vuelve a su estado actual como si se tratara de un tejido indestructible.
La realidad interior deviene en profecia: convertida en pesimismo solemos avanzar cualquier acontecimiento por su final previsible. Se trata de nuestro punto de vista, de nuestro adelantarnos a los hechos preveyendo que todo puede ir peor, que el margen de error es una autovía de doble dirección. Ya lo sabemos porque ya lo decíamos y la verdad es que de la realidad exterior poco puede esperarse. Hay personas a las que conozco que pronostican siempre un problema nada más comunicarse una noticia, por buena que sea.: les toca la loteria, dios mio, ¿y en que se van a gastar ese dinero? Interpretan la realidad en clave de catástrofe y, posiblemente, no les falte razón. Tampoco conviene errar por optimista.
La pantalla de cine continuo en que habitamos proyecta un guión con pocas variaciones; hoy, en los lugares en que se mueve este mundo satisfecho de si mismo, el decorado de la realidad se monta cada día para producir el espectáculo personal de cada uno, que viene a ser el mismo siguiendo un calendario. La realidad del miércoles es CSI y la del Jueves Gran Hermano y la de los sábados y domingos es otra, siempre acomodada a un divertimento confortable. Un día, no hace mucho tiempo, comentaba esto con Mario F..., y me decía que lo que a él le resultaba fascinante en que la realidad siempre era cambiable, puesto que a él, seguidor fiel de una serie televisiba, le asombra siempre la variedad de los guiones y de las situaciones. Es cierto, pensé, todo depende de lo mucho que te acercas a mirar el detalle, y de tu fascinación por las cosas.
Pero yo encuentro que a lo largo de la vida vamos adaptando el guión de la serie televisiba de nuestro vida. Mario F... no es un pobre hombre, todo lo contrario, es joven y se preocupa por los temas de la sociedad y de la política más allá de lo que suelen hacerlo otras generalidades. Mario F... cree, no ha traspasado el tejido de la pantalla, sino que todavía de este lado cree en lo que dice el líder de su partido político y se incorpora al guión con el convencimiento de haber comprendido la verdad. Joven como es porque no llega a los treinta, trata de comprender al mundo integrándose en él y me dice "intento entender las cosas y saber de lo que hablo" y es bien cierto. Lentamente, porque la realidad, para mudarse necesita tiempo, va dejando las series televisibas por los documentales de la 2. Su realidad pasa justamente por eso, por aceptar las cosas que se encadenan cada día de manera similar, creyendo con fe casi religiosa en que abarca y comprende la realidad social y en que el mismo transforma su escenario. Y es verdad, relaticamente tal vez, pero es verdad.
La realidad de cada día es la de ayer y la de anteayer y solo varía, realmente varía solamente, cuando no comprendemos un horror que el noticiario nos pone ante los ojos, una gran horror, naturalmente: un tren que vuela, dos rascacielos que caen. La interrupción de la realidad profetizada por aquella que no podemos asumir, que nos detiene el paso y nos dice ¿ahora qué?, tiene la fuerza de lo inesperado y del descubrimiento de nuestra persona a la que habíamos olvidada en la serie de horas y minutos que vamos habitando con lúcido despiste. Ante el horror nos comprendemos de nuevo y miramos a la realidad de cada día para acomodarla a nuestro paso, hasta domesticarla.
Pero hay pequeños indicios de que se producen cambios sutiles, por ejemplo en las noticias: ayer, sin ir más lejos, una locutora en televisión decía que se iba a remover un parque público, (tal vez por "remove") y hace unos días se hablaba también en televisión de "colapsar" un hotel construido ilegalmente (collapse: derruir, derribar). Si, si estamos atentos veremos como la realidad va transformándose.

11 comentarios:

  1. A veces si estamos atentos, pero muy atentos, se escucha hasta el crepitar de nuestra propia transformación. Suena como una caída.

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  2. Si es verdad, pero no estoy seguro de que sea una caida o una mineralización lenta en el paisaje.

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  3. Depende -en mi caso- de si el día ha amanecido o más sartreano o más spinoziano.

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  4. Basta un segundo para que algo o alguien desmonte la propia realidad.

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  5. Claro, espia, es la realidad imprevista; pero generalmentre, tozuda, vuelve a crear su propia rutina repetitiva.

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  6. ¿Sabe cuál es mi realidad? Vivo al margen del gran hermano pero me he montado uno mi manera.

    ¿Sabe cuál es mi primera realidad? Siempre he preferido los documentales de la dos. Será porque con dicieciocho años mi rodilla me anunciaba las tormentas. Luego a los 23 comenzó a ser la espalda. Y mi penosa realidad es que como casi todos los días no puedo de dolores y malestar con ella. Eso sí, procuro ignorarla, ya que es indomesticable. Apagar la tele (eso fue hace ocho años) y correr al campo a mojarme.

    Un saludo :)

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  7. Kasandra: reconozco los síntomas aunque tal vez con algunos años más. Llegué a la deseperación de no poder caminar más que de cincuenta en cincuenta metros, y, dinámico como soy, trabajar era un suplicio. Me encorvé y algunos médicos me decían que mejor no operarme, porque uno nunca sabe. Encontré uno que me dijo que me operaba en una semana: fueron dos intervenciones, apenas nada, en serio, comparado con lo que padecía y hace diez años casi, que veo el mundo de pié, camino y no recuerdo los tiempos del dolor.
    Elk primer principio del epicurismo es sombatir al dolor para combatir la sufrimiento, porque no sufrir es el principio de la felicidad.
    Lo mío era una doble hernia de disco lumbar.

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  8. Es verdad, la realidad va transformándose, pero no por ella misma o, por decirlo vulgarmente, "a su bola", sino por la acción que nosotros ejercemos sobre ella, no? O es que no somos los hombres los que para bien o para mal cambiamos lo que nos rodea? De hecho, si dejásemos actuar a la naturaleza, eso que llamamos realidad cambiaría mucho más lentamente que cambia ahora, con los seres humanos de por medio, acelerados e impacientes, ávidos de cambio.

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  9. Ciertamente, Pies Diminutos, pero yo centro la atención en el hecho de que lo que llamamos realidad es un acto repetitivo con pocos cambios a los que probablemente no les damos más importancia que la poca que tienen. Siempre sabemos cual es la realidad en la que habitamos y cuando se transforma, en lo que a nosotros nos afecta, es por un accidente. Da lo mismo que sea trágico como feliz, por ejemplo: conocer a una persona. El marco de la realidad siempre es el mismo.

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  10. Una canción de los Pixies, aplicable a la realidad, este disco
    tenía una marcada impronta surrealista, desde la referencia a "un perro andaluz", a la estética gráfica conseguida por Vaughan Oliver...

    TAME


    got hips like cinderella
    must be having a good shame
    talking sweet about nothing
    cookie i think you're
    tame

    i'm making good friends with you
    when you're shaking your good frame
    fall on your face in those bad shoes
    lying there like you're tame

    uh huh huh

    tame

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