viernes, noviembre 17, 2006

Realidad y verdad

La realidad y la verdad son cosas bien diferentes aunque haya quien, con éxito, trate de convencerse y de convencer a los demás que es lo mismo. ¿Cómo podría no ser verdad la realidad que percibimos? Bajo esta lluvia que cae torrencial del cielo y forma un charco de dimensiones lacustres donde césped y gravilla rosa se encuentran en mi jardín, los colores de ayer no son los de hoy y la realidad de ayer no era la misma que hoy veo. Ha cambiado, mudado de color y de forma, adaptada al ambiente y al clima, y a mi mirada, detrás de los cristales del ventanal.
Me doy cuenta de que la realidad nos acompaña siempre, como un escenario en el que actuamos nuestra propia vida, que es también la realidad del instante o del lapso del tiempo en que percibimos su discurrir. La realidad soy yo ahora mismo, y se extiende por el amplio universo en que puedo ir abriendo espacios con la imaginación, tomando de la memoria retazos de la imagen que vivida una vez hoy imagino igual, permanente y probablemente inmutable, cuando se bien que la realidad transcurre, se transforma, muda de color y de aspecto. Aunque no veo al mismo tiempo, la totalidad del mundo que habito, el mío, el de mis paisajes y mis figuras, percibo su realidad en torno a mi y se extiende por los lugares en que he estado y con las personas que me han acogido. Descubro que esa realidad es imaginaria en la medida en que no puedo afirmarla en este momento: ignoro quien vive y quien ha muerto ya, o que paisaje se ha convertido en otro. Me impresiona la imagen de recrear una realidad pasada uniéndola a la percepción de una realidad concreta: mi biblioteca por ejemplo, en la que escribo. Como si se tratara de un plano cinematográfico, salgo del más cercano y voy adentrándome en círculos concéntricos que ya no percibo, ni los miro ni podría verlos, llegando a confines lejanos. He abierto una brecha en el universo cerrado, irreal por cuanto antes de pensar en él desde este mi lugar, ni siquiera existían. Así pues, la realidad exacta que yo protagonizo es que escribo estas líneas frente a mi PC, en mi mesa de trabajo, rodeado por mis libros, algunos cuadros, algunas fotos enmarcadas, unas lámparas de sobremesa encendidas, la noche tras la ventana y el sonido de una voz que sale de una televisión en un cuarto vecino.
Hoy, el agua de la lluvia ha sido presencia absoluta y las horas han discurrido teniéndola a ella por protagonista. Sobre las 10,00 am han llamado a la puerta y era J..., un vecino de noventa años, parkinson y cáncer de próstata, habitante de este prado desde el principio de los tiempos, pienso yo. Ha venido a preguntar por Ana porque durante diez días no han visto el coche aparcado. Un día me dijo que "todo está aquí" y señalaba con tembloroso dedo su frente. En la imaginación, al vez. O en la memoria. No me lo aclaró y no le pregunté. Creo que los silencios interpretables son más fructíferos que las respuestas exactas, porqué modelan realidades diversas que penden de las interpretaciones. Cuando era más joven, no hace mucho, preguntaba siempre. Ahora no, prefiero tener que esforzarme por interpretar lo dicho. Cuando J... se ha ido ha encarado la calle cuesta arriba bajo la lluvia, con su paraguas abierto, su chaquetón de paño y una gorra descolorida del negro al gris, en la cabeza, sobre su cabeza pequeña. "Voy, me ha dicho, a echar un vistazo a casa de los chicos" e interpretaba su realidad bajo el aguacero.
Hoy pienso que la realidad que discurre en nosotros, y este nosotros es el espacio amplio que habitamos de paisajes y emociones, no es sino la distorsión de la realidad que hubiera debido ser. Doy por seguro que nada sucede a derechas y que siempre las cosas, deberían haber sido mejores, obedeciendo al impulso o al deseo, o a la necesidad que no siempre procede de los dos anteriores y que muy a menudo va por libre. Posiblemente sería este mundo inhabitable si la realidad de cada día, la suma de realidades de todos y cada uno de los habitantes, fuera la realidad objetivada por el deseo, construida por el anhelo. Inhabitable de dicha y por ello, por pura prevención , distorsionada. Al fin, concluyo para mi, la ´ñunica realidad habitable es la que está formada a partir del deseo y de una medida y controlada porción de desgracia: esa es la que nos humaniza.
En esta realidad que resumimos en el instante en que la percibimos, la primera distorsión somos nosotros. Nos coge el acontecer poco preparados para sobrellevar el peso de la percepción de las cosas. He oído afirmar a personas, en momentos trágicos de sus vidas, que "la vida es una estafa". ¿Porqué? Porque nada sucede como debe, porque creí ser feliz y mira que nivel de desventura. Nosotros distorisionamos la realidad porque somos los primeros en equivocar el paso y por lo tanto deformarla; perdemos el sentido de la orientación y acabamos dando tumbos en la pobre realidad que resulta de todo. Cómo decía J... con su tembloroso dedo apoyado en la frente "todo está aquí", pero no modifica nada.
Pero he escrito al principio que realidad y verdad no son la misma cosa y es así ciertamente. La realidad discurre, se transforma, es el presente que envuelve cada gesto, la proyección del yo, esa distorsión si gustamos de verla así, la emoción del momento o su alegría. La verdad, al contrario permanece, es inmutable. Y eso me hace feliz, porque al recuperar mediante la memoria la realidad pasada, puedo percibir con toda claridad, que agacha la cabeza y disimula cuando coincide con la verdad. Y aunque yo no esté seguro de discernir entre la una y la otra, o más que discernir, de saber diferenciarlas al fin para no confundir a quien me escucha o lee, si soy capaz con poco esfuerzo, en el caso de desear hacerlo, de poder afirmar que muchas realidades vividas, eran pura mentira.

7 comentarios:

  1. Decía Pla -y lo que decía este hombre, incluso cuando se contradecía a sí mismo, hay que tomárselo siempre en serio- que la realidad es aquello frente a lo cual siempre estamos en primera línea.
    Traducido a mi filosofía de bolsillo: La realidad se encuentra allí de donde proceden las hostias que es imposible esquivar.

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  2. Exacto, Luri, en el presente más cercano y pegado a cada uno.
    Coincidir con Pla y contigo es un exceso.

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  3. Puf! Siempre me haces ver las cosas desde un punto de vista que no tengo en cuenta casi nunca, me abres los ojos hacia la "realidad" de un modo sorprendente... quizá sea ese recrearse en los detalles tan tuyo, ese pensar largamente asuntos en apariencia nimios pero de una intensidad apabullante, la realidad, las realidades, la verdad, la mentira... leerte es discurrir contigo! Gracias y un abrazo!

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  4. Pies diminutos: te doy las gracias por lo sincero y entrañable de tu comentario. Yo resumiría todo esto en un ejercicio que hago hace unos años: desaprendo de todo lo que me ha sido dado como definido de manera absoluta y procuro explicármelo yo mismo. Deconstruyo, es decir, desmonto los principios y valores que se suponen absoluto. Desolvido, o mejor, recupero del olvido cosas que arrumbé en su momento.
    Y básicamente este blog me ha sido muy útil, para encerrado en la vida cotidiana, dedicarme a pensar.
    Te devuelvo el abrazo con mucho cariño.

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  5. Qué buen ejercicio! Sin embargo, para llevarlo a cabo, es necesario tener las ideas muy claras y una voluntad firme (es más cómodo quedarse en lo "ya dado", pero más reconfortante lo que haces tú, claro).

    Sí, exacto, en cierta medida eres un ejemplo palpable de deconstrucción, de esa teoría (teoría? hubiese él permitido este término?) de Derrida, tan difícil de entender si no vemos ejemplos reales. Ese darle la vuelta a las cosas, ese verlas desde el punto de vista contrario, pero no para que vuelva a estar una por encima de la otra sino para promover un ir y venir constante...

    Saludos y encantada de haberte conocido!

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  6. De niña me gustaba deconstruir el ¿exin castillos, se llamaba? Primero lo construía y luego lo deconstruía con la misma fascinación. Pero la realidad fue que algún día dejó de gustarme hacerlo. Quizás porque había perdido algunas piezas importantes.

    La verdad es que se crece.

    Otra hermosa reflexión, la suya. Para acostumbrarse a ''tenerle cerca''

    Le dejo un beso de buenas noches.

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