jueves, octubre 19, 2006

De la libertad que no existe al hombre libre


Reconozco que no se bien que es la libertad; me pasa con esta palabra lo mismo que con otras, que a fuerza de convertirlas en genéricas acaban insignificando cosas concretas. Sé que un hombre muere por la libertad en cualquier lugar del mundo, podríamos decir cada pocos segundos y puedo saber a causa de que muere, aunque me pregunto si es por la libertad o si es por liberarse. No se lo que sabe él, pero me temo que cuando en o en su mente se forme la palabra libertad la pulsión rebelde que le empuja lo es por liberarse.
He sentido la libertad como una sensación, un mareo, un momento en el que un hecho se ha convertido en crucial y magnífico, a veces en soledad a veces en compañía, en grupo, en una gran multitud. La canción de la libertad suele ser coral, eso es cierto pero pasado el hecho resumo que aquello que creí ansia de libertad era una emoción exaltada y exaltante. Creo que la libertad como bandera, es una irrealidad y tengo por cierto que todo lo que necesita una bandera esconde algo irreal; también que en estas cosas de la exaltación, lo más aburrido y cotidiano salta a la vista y acaba flotando entre los discursos de una manera bien concreta y real.
Y sin embargo vivo en un ambiente de enfervorizada defensa de la libertad. La demanda de libertad es un lugar común, una permanente crítica al sistema de organización; una feroz reivindicación a la gestión de cualquier gobierno. Toda libertad está amenazada por el hecho simple de que el poder ejecutivo esté en manos de los otros. Me pregunto cual es mi libertad por reclamar y como no sé lo que es la libertad, mido su alcance mirándome al fondo del pensamiento y en la realidad de mis presunciones; rescato las palabras más hermosas y siento el fervor de las mejores causas, pero en el mundo en que vivo no necesito de más libertad que la que tengo, eso pienso, y de tener más, que no se cual sería, dificilmente sabría que hacer con ella.
Acomodar lo que se escribe a lo que se piensa es dificil porque no pienso en libertad sino secuestrado por un tema. He ahí una falta de libertad. Creo que nunca actúo, creo que nunca se actúa en libertad porque toda actuación está condicionada. Desciendo del significante genérico de la palabra libertad a un concepto más asequible; no se lo que es la libertad, no se si tengo libertad y creo que es casi imposible actuar en libertad, pero si se que tengo libertad para actuar, de una manera u otra, con unos condicionanes u otros. Voy abriéndome paso en este maremagnum de palabras que parece que si pero son que no. Hago un alto para resumirme: la libertad es una irrealidad cargada de emociones. No se tiene, no se posee, se actúa. No existe la libertad como facultad, pero si existe la "libertad para" como posibilidad.
Así podría llegar a definir a la libertad como un ámbito, un lugar de actuación o decisión dentro de nuestro potencial de actuar y proceder. En el ámbito de la libertad podemos escoger; podemos decidir; podemos afirmar o negar; podemos movernos, reir, maldecir, escuchar, hablar, mofarnos y entecernos. Así pues el problema no es querer la libertad sino ambicionar vivir en libertad; una casa común, porque de nada me sirve vivir en libertad entre una sociedad que vive cautiva. ¿Cómo puedo ejercer mi proceder en el ámbito de mi libertad si nadie me acompaña porque no puede? Ved que en una sociedad donde existe un solo ámbito individual de libertad, este es el del tirano. Si uno es normal, persona de relativos y bienintencionados carácter y tolerancia, vendrá a convenir conmigo en que actuar en libertad entre una sociedad cautiva, o es peligroso o es aburrido. No puede ser otra de esas dos cosas.
Así pues la libertad que no existe, que es una irrealidad, es en realidad un ámbito, un lugar para vivir en compañía, para convivir y por lo tanto solamente puede darse en una sociedad en que todos los individuos compartan el ámbito de libertad para proceder y actuar, para decidir, para ejercer de seres libres. Por lo tanto estamos hablando de un bien social, del resultado del contrato que hacen los hombres para vivir en común, para defenderse y administrarse, para sustentar una vida social. El ámbito de libertad es pues un bien común que se gesta en la sociedad y se distribuye entre los individuos que la forman. Cada uno de ellos participa del ámbito y por lo tanto puede ejercer como hombre o mujer libre, decidiendo en libertad.
Me mueve la pasión por la libertad pero voy poco a poco estableciendo límites, vallando el campo, no vaya a creer que se trata de un ámbito ilimitado; hay líneas rojas que no se pueden cruzar y en contrapartida hay caminos de recorrido infinito. Comprendo que toda demanda de libertad, así en abstracto, debe reconvertirse a una plantilla de derechos y sus correspondientes deberes limitativos. La libertad, que dudo que exista, que es una irrealidad, ahora resulta que es algo concreto y esencial en la vida de los individuos que forman la sociedad: la libertad son derechos y deberes individuales. Esa libertad de la que he dicho tantas veces que no exista, no es sino el telón de fondo de la actuación del hombre libre.
No nacemos libres e iguales; esto es un absurdo. Tal vez nosotros, en occidente podamos pensar en ello y engañarnos con una cierta satisfacción autosuficiente, volveré a ellas. Pero en otras latitudes no, no se nace libre e igual porque no se nace individuo sino parte de la comunidad, no es lo mismo; la escala de valores termina en ese inmenso conglomerado humano que representa ideológicamente el mismo mensaje de sumisión o el mismo disimulo sumiso. No hay ámbito de libertad sino ámbito de representación ideológica, un escenario delator y aleccionador, un mensaje único en una sociedad de clones.
No nacemos libres e iguales, eso es ciereto y no hay que esforzarse mucho en argumentarlo: desde las diferencias físicas hasta las del propio nacimiento, escala social, posibilidades de futuro, la desigualdad está clara en todo, salvo en un hecho indiscutible: la sociedad que nos ahija, que nos apadrina, nos garantiza porque puede hacerlo, tiene poderes y posibilidad de ejercerlos, los derechos, el ámbito y los deberes. Un individuo libre es un individuo con derechos: los derechos son personales, son para él, uno no puede ceder su derecho a la cultura o a moverse por el mundo,a sus convecinos, por ejemplo, porque es absurdo ceder a otro un derecho que tenemos todos por igual. En el más puro sentido igualitaria, los derechos nos igualan independientemente del nacimiento y de la situación, y no tienen precio, no pueden enajenarse porque tenerlos no es un acto de voluntad personal sino una decisión social. No nacemos libres e iguales pero nacemos con derechos y deberes, todos los mismos.
Observo que en el devenir de la Historia, los pueblos no han luchado por la libertad primigenia, sino por liberarse del hambre, o de la servidumbre, o de la esclavitud, de la enfermedad, de la miseria; liberarse es la actitud, y el ámbito de libertad el lugar conquistado por esa continua guerra de liberación que el ser humano riñe contra toda suerte de acechanzas y peligros.
Quien en el ámbito de libertad mantiene sus derechos y cumple con sus deberes alcanza la dignidad de un hombre libre, y comprende que no se lucha por la libertad, sino contra las miserias. No se pelea por la libertad sino por salir de la cautividad. Esta sociedad occidental nunca ha vivido en libertad, pero se ha liberado tanto que ha creado seres humanos libres y dignos.
La libertad no existe: existe la ausencia de cautividad.

3 comentarios:

  1. ¿La libertad es algo más que la fe en la libertad? Veo claro que tengo ante mí diferentes opciones y creo que al elegir una lo hago porque soy libre. He querido elegir una. ¿Pero soy libre para querer lo que he querido? ¡memudo tema!

    Lo sugieres muy bien: la libertad es la posibilidad de ponerme limites. Yo añadiría que es la convicción de que puedo ponerme a mí mismo límites. Y esos límites son los que me conforman a mí mismo como persona responsable.

    Repito: ¡Menudo tema!

    Biográficamente mi relación con la fe en la libertad ha cambiado de manera importante. Hasta hace pocos años entendía la libertad de manera práxica, como libertad de hacer. Ahora quiero, cada vez más, poder ejercer mi libertad de oir más allá del ruido y ver más allá de las gesticulaciones. Quiero ser libre para escuchar el silencio.

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  2. Como bien dices es un tema muy complejo y amplio, pero prefiero sintetizar: la libertad no existe. Si existe un ámbito de elección libre, dentro de unos condicionantes, facultad dada al individuo por el cuerpo social. Esa es nuestra suerte.

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  3. Había obviado tu último párrafo que me parece importante y me afecta de pleno. Escuchar el silencio, como dices, es haber crecido, abandonando ansias de libertad externas y ampliando un ámbito mayor de libertad interna.

    En cualquier caso además, yo más que hablar de libertad prefiero hablar del ámbito de la misma.

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