miércoles, junio 21, 2006

A mi no me gusta Marilyn, con perdón.

A mi no me gusta, ni ahora ni antes, Marilyn; lo siento mucho, y me atrevo a decirlo a estas alturas de la vida en que me da lo mismo que me tachen, no de algo sino simplemente que me tachen de la lista de "todo el mundo". Supongo que cuando Hawks la dirigió, por ejemplo en "Me siento rejuvenecer" se encandiló con ella, sería la cercanía, puede que en Hollywood, al natural, resultara algo electrizante, pero en mi trayectoria humana, desde adolescente hasta su final, reconozco que no fué para mi ni un mito erótico, ni un sueño húmedo ni un deseo inalcanzable. De niño la ví en Life, la revista de fotografías maravillosas que entraba en mi casa cda mes; recuerdo sus fotos de la guerra de Corea y su boda con Miller; se su matrimonio con elb dr5amaturgo me quedo con él: "Las Brujas de Salem", "Todos eran mis hijos" o "Muerte de un viajante" si fueron mitos para mi. De la muerte de Marilyn me ha quedado lo obsceno en dos fases: la primera la muerte real hecha de una cotidianeidad soez; la segunda el espectáculo teñido de crítica progresista y unido a la piedad reveladora por una chica del montón, muerta como tantas chicas del montón, que ni alcanzan a la necrológica reivindicativa. Ahora reconozco que me gusta en Niáraga, pero seguramente porque su compañero de reparto es Joseph Cotten y este siempre me ha resultado un hoimbre amargo. La muerte de Marilyn nos convierte en víctimas cómplices o cómplices victimarios, por cuanto acabamos pensando que esta vida es cruel: tienes tanto y mueres con nada. Puestos a horrorizarme, en lo personal, que es el terreno en el que me muevo con cierta familiaridad, me horroriza el espectáculo al que se llega por consenso: si es piedad de piedad; si de odio de odio; si de intolerancia de intolerancia; si de generosidad de generosidad. Me abruma pensar como la mayoría, me horroriza, lo reconozco, estar de acuerdo y me indigna que se me adjudique el estarlo. La palabra "todos" me pone en guardia y generalmente, porque no soy demasiado valiente, salgo corriendo, lo que es una figura literaria, porque lo que hago es callar, y decirme para mis adentros que no es cierto que quien calla otroga, pero alcance la placidez..

Hay millones de cosas que desconozco pero que no me gustan y cientos de cosas que conozco y tampoco. Humano soy, pero eso no alivia nada ni quiere decir nada; soy el sujeto de una subjetividad y el resultado de una evolución a trompicones; así que tomé de aquí y allá y construí un album de referencias con cromos repetidos y textos huidizos que decidieron hacerme compañía. Ultimamente, teniendo en cuenta que hay tantas cosas que no me gustan, he descubierto que me quejo poco lo que es de agradecer. Tal vez es que hablo con poca gente o, probablemente, que no me escucha casi nadie. Será por ese atajo hacia la indiferencia que es el aislamiento, por lo que me atrevo a decir que ni me gusta ni me ha gustado nunca Marilyn: y voy más lejos, pido que se me borre de la generalidad generacional que se supone que tomó a Marilyn como mito; tampoco la Bardot, ni la Loren salvo cuando ya, madura y estilizada, descubrió un señorio italiano de gran dama y se vistió de él. Entonces sí.

A mi me gustaba Anouk Aimé: mucho. Y François D'Orleac que fué hermana de Catherine Deneuve y murió en un accidente desgraciado. También me gustaba mucho una chica de mi barrio de la que quise ser novio, amigo, pareja o lo que ella quisiera, pero no quiso. Esa chica nos gustaba a muchos, lo que realmente tenía más sentido porque eso si era una coincidencia generacional visible, cercana y tactilmente reconocible. Como las experiencias son señas de identidad a poco que queden en la memoria, actuando en el plano narrativo y en el puro inconsciente, he de aceptar que en algún momento de mis primeros años decidí, por una experiencia desafortunada, practicar el individualismo, primero lleno de vanidad y por lo tanto exhibicionista y posteriormente solapado y callado. Yo ya no soy nada más que yo, lo que se reduce a mi nombre y dos apellidos; y aún debo decidir que me quedaré con mi nombre a secas a medida que siga envejeciendo o empiece a hacerlo, porque creo que todavía no lo soy. ¿Porqué fué así? Pienso, he pensado en ello a menudo y sigo haciéndolo y creo que por una razón fundamental: desde muy niño (que lo fuí y hay fotos que lo atestiguan) me encerré con libros a mirar las vidas de los otros y las historias que me contaban. ¿Cómo me iba a preocupar Marilyn cuando estaba leyendo Moby Dick? No hay color, y lo siento; y le pido perdón a Norma Jean, porque si hubiéramos coincidido en edad y la hubiera conocido de cerca, seguramente en el autobús o el metro, yendo a trabajar, tal vez me hubiera convertido en su rendido admirador con pocas esperanzas de éxito: la carne cercana, la trémula, la que tiene olor y palpita, si me gusta. Yo me lo perdí. Ahora me resta afirmar de vez en cuando que hay tantas cosas que no me gustan que no me siento obligado a ellas o a nada. Y pido disculpas al núcleo mayoritario de mi generación, pero mis cromos son míos y ni de los repetidos me desprendo.

11 comentarios:

  1. ayyyyyy pero no lo puedo creer!!! por vez primera conozco a un hombre que no le gusta la Marilyn...

    ¿qué debo de hacer para rendirte honores?

    con el permiso de Ana, te beso millones.

    dormiré en esta lluvia veranal feliz, ufff ¡primer hombre que no le gusta esa!

    creo que pronto me iré de esta casa, pues he tenido que soportar el peso de levantarme, abrir los ojos y toparme con la Marilyn....y si volteo detrás de la almohada lo mismo, y si voy al baño también.

    puedes comprender mi sacrificio tonto?

    ayyyyy me hace feliz encontrarme con que tú y yo amamos a Mishima y rechazamos a una simple mortal.

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  2. Jajajaaaa, Luis, pues no es tan raro como parece: con tres hermanos varones que tengo y nunca hubo en casa un poster ni foto de Marilyn.
    Y como cada uno tiene sus cromos, como muy bien dices, y ni de los repetidos quiere desprenderse, te confieso que a mí siempre me gustó, que en Faldas y a lo loco está inmensa, que en todas sus películas la encuentro asombrosa, que en la última con Gable y Clift no sabría decir cuál de los tres es más grande y más genial en ese arte de transferir (te hago un guiño con tu palabra escogida) desde dentro hacia fuera en este caso a los personajes que interpretan. Creo que están tan sensacionales que abruman, y hasta duelen, los tres.

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  3. Bien, Clarice: un poco de sentido del humor es bueno.

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  4. Roma: en faldas y a lo loco y en The Mif... (nunmca he sabido como iba el nombre) y en más está magnífica como ente cinematográfico. Es la desmesura del mito y la generación malévola y generacional. La desmesura del mito y la asunción por un montón de personas de algo que les adjetiva, sin pensarlo.

    Por cierto, ews cierto que a las mujeres les gusta mucho Marilyn.

    Y ahora caigo: guiñar es transferir. Luis

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  5. Vidas rebeldes es el título de la última película, por cierto fue la última de los tres actores. La dirigió John Huston.

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  6. Que curioso Luis, pero yo también tengo dos hermanos que no gustaban de Marilyn¡¡¡...yo siempre he desconfiado de los TODOS y TODO EL MUNDO...creo que siempre se sobredimensiona la mitología urbana...
    Un abrazo!!!

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  7. VB: la creación de los mitos busca anular a las individuales creando un escenario global. Sabedores de que la mass media anula la voz individual. Marilyn, tal y como la uso, es un ejemplo atractivo porque reúne características idoneas para el trabajo de los comunicadores (que es una palabra que no acabo de entender, ya que todos somos comunicadores salvo que se refieran al comunicador como persona que tiene tras de si al aparato de la comunicación). Romper con el mito, que no con la persona, es afirmar la individualidad. Marulyn no ntiene la culpa, claro.

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  8. A mí quien me gusta es Rita Hayworth, sobre todo en Gilda.

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  9. Ah, casi se me olvida, me ha dicho Andrea que te diga dos cosas:
    1) pudo leerlo sin espejo
    2) muchas gracias

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  10. Andrea es lista, o yo tonto.
    Rita H... era una señora espléndida que donde se la ve más (a mi entender) hermosa y peligrosa es en La Dama de Shangai, teñida de rubia platino, vestida solamente con un blazer, con gorra de marino y gafas de sol. Peligrosa de verdad, en mi memoria.

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  11. Hummmm... esto se está poblando de señoras estupendas, jajaaa.

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