jueves, abril 27, 2006

Cuerpo y sombra. Identidad cercenada

Un cuerpo se enfrenta a su sombra en un paso de peatones. La carretera está vacia y el sol cae a plomo; es mediodía. Ella, rebelde, se niega a seguirle. En el cruce de calles ninguna parece conducir a ninguna parte y es difícil para ambos contendientes decidirse por el mejor camino, salvo que hay una cosa segura: ninguno de los dos seguirá el camino del otro. Para el cuerpo la sombra es rebelde y merece ser metida en cintura. Para la sombra el cuerpo ha perdido su capacidad de liderazgo. Tensionada la situación hasta el límite ninguno de los dos pronucnia palabra: ella no puede, él no quiere. Se observan, esperan, se conocen y aguardan la reacción del otro seguros, cada uno, de que acabará rompiendo el equilibrio precario que se ha producido. Hemos llegado al final, piensa uno de los dos, el otro aguarda la decisión con furia contenida. Es posible que uno de ellos, casi seguro es, no quiere que se produzca la ruptura. Toda esta crisis acabará en un entendimiento más, un ten con ten, un golpe de genio dirigido a mantener el estatu quo creado hace años. ¿No éramos inseparables? ¿No estábamos bien? ¿No nos hacía felices este estar juntos, inseparablemente unidos? ¿A que viene esta repentida necesidad de desarraigo? ¿Sabes cómo me dejas? Considerarán repentinamente que lo que parecía ser un acuerdo formal en cuanto al ansia de libertad se ha convertido en un enorme reproche. Uno de los dos mentía, prometía libertad a aquella a quien no quería otorgársela. Aceptada la libertad del otro como principio, se violentaba la situación hasta el extremo de impedir el ejercicio de la voluntad más libre. Me estás haciendo chantaje. ¿Yo? Si, me impides dejarte diciéndoma vete. Tú no quieres que me vaya. No, no quiero, pero puedes irte. Y si lo hago ¿qué? Atente a las consecuencias. Ya no se entiende nada. Cuerpo y sombra son incapaces de encontrar dos caminos independientes. Los hay, pero no están a su alñcance. Causas de la voluntad lo impiden; podría una cirujía de la naturaleza. Apagaré la luz, dice el cuerpo y desaparecerás. Te equivocas, apagarás la luz y todo seré yo: la sombra más oscura. Así pues, nada era cierto, la mentira de uno es la mentira del otro. Quien quería irse se siente irritado por lo inapropiado de su decisión. ¿Cómo ha empezado esto? Cobarde al fin, no sabe que va a encontrar alivio más allá del cuerpo que la soporta. ¿Será esto la soledad? ¿La angustia? Y el otro, también cobarde, sabe lo que le va a costar encontrar otra sombra tan fiel y ensimismada consigo mismo. Mientras, en lo alto, el sol calienta el asfalto.
Un lenguaje metafórico. Cada cual puede encontrar una interpretación acorde con su propia experiencia, con su agrado o con su desagrado. Estas líneas no son mágicas pero lo parecen ya que buscan una interpretación libre en seres libres que acaso no lo sean tanto. No son horaculares pues no están destinadas a la libre interpretación del interlocutor. No son poesia. Ni paradigmas. La prosa podría pasar por literatura y el sentido es incierto. Podríamos decir que se trata de un cuento pero no es esa la intención al escribirlo. Rectifico sobre la marcha, tampoco son mágicas. No existe la magia más que en la mente que la necesita. La magia y el wisky o el canabis o una amistad repentina o la locura de una noche insospechada, todo actúa sobre la imaginación, lo indignificante es el acto, lo importante es el recuerdo. De ser así poco es, nada ha sido sino un tiempo breve de estar placentero. Existe un principio paradójico y creativo: un hombre y su sombra deciden separarse pero algo se lo impide. La imaginación y los dedos, cómplices sobre el teclado, han divagado hacia temas menos oscuros. Podría volver a empezar...
Un cuerpo se enfrenta a su sombra en un paso de peatones. La carretera está vacia y el sol cae a plomo; es mediodía. Ella, rebelde, se niega a seguirle. En el cruce de calles ninguna parece conducir a ninguna parte y es difícil para ambos contendientes decidirse por el mejor camino, salvo que hay una cosa segura: ninguno de los dos seguirá el camino del otro. Para el cuerpo la sombra es rebelde y merece ser metida en cintura. Para la sombra el cuerpo ha perdido su capacidad de liderazgo. Tensionada la situación hasta el límite ninguno de los dos pronucia palabra: ella no puede, él no quiere. Por la bocacalle se acerca un coche que gira y se dirige directamente al grupo, cuerpo y sombra. Parece que no le ven. Un destino fatal le impide mover el volante, buscar un espacio lateral para salvar el obstáculo. Directamente hacia ellos toca la bocina. El destino establece que ellos dos, sombra y cuerpo, deben tomar una decisión para apartarse. Tienen que decidir al unísono, en el mismo sentido, en la misma dirección. Mientras el coche avanza y suena una bocina que les alerta, una vez, dos veces, apresurado grito mecánico en medio de la calle. No puedes decidir por ti mismo, le dice la sombra, si no tienes mi consentimiento. Que clase de absurdo, que estupidez la tuya, le contesta él. ¿Cómo puedes imaginar tu libertad, tu independencia, tu simple existencia sin depender de mi. No te engañes, le dice ella. Los dos dependemos de la luz que nos ilumina y proyecta. En la noche oscura no eres nadie. Mientras el coche avanza sin comprender que podría frenar, dar un giro, volverse por donde ha venido... Pero sabe el conductor que su decisión de no cambiar el sentido de la marcha es indiscutible, necesaria para la situación, es el papel que le ha tocado jugar. ¿A que rebelarse? ¿Puede? Es imposible, yo se lo impido.
Podría seguir de otra manera bordeando la realidad, olvidando lo que es, lo que no depende de magias ni de fantasías. Ambos entes, sombra y cuerpo, son inseparables mientras una luz les de existencia. En su propia relatividad olvidan sus dependencias. Su enfrentamiento es el absurdo y no hay ápice alguno de rebeldía al que puedan aspirar. este enfrentamiento por la libertad es en sí mismo aniquilador, pero no es ejemplar.

6 comentarios:

  1. Pregunta;
    ¿A que viene esta repentida necesidad?
    quizás a;
    "El tiempo somos nosotros y a veces cansa su carga."

    No, ahora en sério, me recuerda, esta situación tan surrealista a los últimos años de mi matrimonio.

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  2. Lo siento pero faltaba un trozo. Naturalmente una separación puede llegar a parecer surrealista. Ahora he colgado el final que se se habñia quedado descolgado.
    Y el cuanto al tiempo, disiento: tenemos nuestro tiempo, pero no somos el tiempo. El tiempo es simplemente duración...

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  3. Cuando yo era pequeña tenía certezas mucho más claras de las que me acompañan hoy en día (ahora dudo de todo o casi). Por ejemplo, pensaba que el amor verdadero era el primero y duraba toda la eternidad; así que cambié mi sombra horizontal por un gallego vertical; la cosa salió rana...entonces recordé que ciertos besos cambian anfibios por príncipes...cuentos. Desde entonces, intento llevarme bien con mi sombra horizontal.
    (Luis,para variar, me ha gustado mucho lo que has escrito hoy. Puestos a cercenar... mejor hacerlo con los malos tiempos)

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  4. Si señora, poco más que decir. Iba a escribir que la chulería es una seña de identidad favorable a determinados mortales, pero por no ofender solamente lo pienso.
    Otra cosa, las certezas de la infancia, incluso las de la juventud y las de la edad media (la nuestra) son las que nos han sisod dadas, casi siempre. Ese es el tema de la deconstrucción. Cuando llegas (mi caso) a los años tardíos (odio la tercera edad como adjetivación, me parece pueril y grosera, no es categorizable en fases) empieza quien quiere a desmontar certezas y producirlas, o certidumbres, que es hermosa palabra. Pero son las de uno.

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  5. Jo! Don Luis, qué escéptico es usted (bueno lo digo con la boca pequeña, porque después viene usted y me planta dos verdades y....de escéptico nada de nada).
    Lo del tiempo es una cita de usted mismo que dejo en mi estúpido blog hace unos días...y veo con satisfacción que esta admirablemente vivo (por los cambios de opinión y verdor en sus razonamientos). Un saludo.

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  6. Sobre el tema del tiempo le he dejado razones en el post de su blog. Es cuestión de contexto, los conceptos son abiertos.

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